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Entrevista:Claudio Magris | Escritor

"No podemos inclinarnos ante el presente"

José Andrés Rojo

"No es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres". Con esta frase del Quijote, que el caballero pronuncia cuando se encuentra con los galeotes encadenados, Claudio Magris inició su discurso de agradecimiento a la Universidad Complutense por incorporarlo a su claustro de profesores nombrándolo doctor honoris causa. Dos horas antes, en un hotel de Madrid, resumía en una entrevista las líneas maestras de lo que iba a decir: "Trataré de derecho y de literatura. De la dureza con la que se aplican a veces determinadas leyes y de su necesidad. Quiero terminar celebrando los valores fríos de la democracia frente a los valores calientes de la literatura. Mostrar, en definitiva, que sin la existencia de esos valores fríos no habría manera de practicar los otros, los que son más cálidos y que forman parte de la esfera de los sentimientos y de lo privado: el amor, la amistad, el erotismo, el arte, la religión".

"Siempre hay un Quijote y un Sancho, diferentes perspectivas, y no un escaparate televisivo donde las cosas y su representación coinciden"
"Escribo contra el olvido, para salvar algunas cosas: construyo una pequeña Arca de Noé, pero con materiales mucho más frágiles"
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Unos minutos después de las doce, en el Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid, se inició la ceremonia. La comitiva, formada por representantes de las distintas facultades, todos ellos ataviados con toga y birrete, desfiló con solemnidad hacia el estrado. Se escuchó una pieza musical, cantó el coro. El rector, Carlos Berzosa, pidió al secretario general que leyera el acta de nombramiento. Fue cuando entró Magris en escena (vestido para la ocasión como sus colegas), y el asunto empezó a tomar vuelo. El rector nombró al escritor italiano, a propuesta de la Facultad de Filología, doctor honoris causa. Le impuso el birrete laureado y le entregó el libro de la ciencia, el anillo y los guantes blancos, piezas todas que simbolizan valores relacionados con la universidad.

Catedrático de Literatura Germánica en la Universidad de Trieste, y destacada figura académica en su país y en Europa, Claudio Magris ha roto las severas fronteras de las aulas de una facultad por la riqueza de su obra literaria. "Para mí, el hecho de escribir está íntimamente ligado a vivir", comentaba antes de la ceremonia. "Ha habido muchos grandes escritores que no entendían el mundo en el que vivían, y sus posturas políticas eran disparatadas. Ahí están Céline o Hamsun. En mi caso, cuando escribo quiero ser un copista de la realidad, un amanuense que simplemente da cuenta de lo que ve. Y lo que he visto es la tremenda diversidad del mundo y la riqueza de contrastes que existe en las fronteras. Escribo contra el olvido y contra el tiempo, para salvar algunas cosas: construyo una pequeña Arca de Noé, aunque con materiales mucho más frágiles. Escribo para protestar. Escribo para intentar poner un poco de orden en ese mundo que me llega de manera caótica y desordenada, pero también escribo para destruir el falso orden con que a veces se presenta la realidad. Me ocupo del destino de los otros para entender el mío, exploro un laberinto. No sé lo que encontraré al final".

Fernando Savater fue el encargado de hacer la laudatio de Magris. Aplaudió sus méritos académicos, pero se acercó a su figura sobre todo como lector. Señaló lo próxima y familiar que resulta su obra para muchos españoles y se refirió al escritor italiano como "nuestro Magris", el que ha descubierto Europa a los europeos, el que se ha sumergido en la utopía y en el desencanto para avisarnos de sus peligros.

Destacó su condición viajera, su capacidad de desplazarse, no sólo a través del espacio sino de hacerlo también "a través del tiempo y contra el tiempo". Celebró su cosmopolitismo fraterno y luego subrayó su profundo compromiso con la defensa de la laicidad, que nos vacuna contra la apatía y el fanatismo.

La variedad de asuntos, de enfoques y de tratamientos caracteriza la obra de Magris. Su exhaustiva erudición (que no se nota nunca), la fluidez e inteligencia de sus ensayos, la riqueza de sus ficciones, y su voluntad decidida de no permanecer al margen del mundo interviniendo con sus artículos en cualquiera de los debates que afectan a nuestro tiempo son algunos de los elementos que lo han convertido en uno de los referentes intelectuales de Europa.

Defendió ayer los valores fríos de la democracia. ¿Qué peso tienen, sin embargo, en aquellas zonas donde crece el fundamentalismo religioso? "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. La frase viene de muy lejos, pero sigue estando vigente", comentó antes de la ceremonia. "Si se da al César lo que es de Dios y a Dios lo que es del César empiezan las complicaciones. Todo este asunto de las caricaturas de Mahoma ha generado una violencia que es inaceptable. Pero ha habido también un punto de irresponsabilidad y de voluntad de provocar, y no sé si eso obedecía a un cálculo político. Al final se ha producido una gran explosión". Magris reflexionó, en ese contexto, sobre la tremenda ignorancia que reina en este mundo donde las diferentes tecnologías y los grandes medios ofrecen información inmediata.

"No sabemos nada de lo que es importante. Ahí está Afganistán. ¿Quién manda allí de verdad? ¿Cómo se reparte el poder y qué fuerzas son las que finalmente gobiernan? Cambiando de escenario, ¿qué sucedió cuando asesinaron al agente italiano en Irak? Hoy sabemos menos de aquellas zonas remotas que en los tiempos en que Kipling escribía sus grandes reportajes. Además, hay determinadas verdades políticas que sólo se pueden conocer cuando ya no se pueden utilizar. Y es que la verdad, o su ocultación, forma parte de las batallas del poder del presente".

¿Tiene algo que ver el mundo de hoy con aquel, que Magris tan bien ha estudiado, del imperio austrohúngaro? "Dentro de sus fronteras, hubo lugares en que se produjo una feliz convivencia entre culturas y religiones diversas, pero también hubo sitios donde se desencadenaron odios irracionales. Hay comparaciones que no tienen mucho sentido. Lo singular de esa época fue, más que el desmoronamiento de un estado, el que se tomara conciencia del final de una cultura unitaria, de un pensamiento que daba unidad al mundo. La obra de Musil, por ejemplo, es un laboratorio del nihilismo, ante el cual sin embargo nunca se rinde, contra el que batalla recurriendo, por así decirlo, a un sistema de guerrillas. Kraus, por su parte, consideraba que trabajaba desde un observatorio astronómico del fin del mundo".

¿Qué puede rescatarse de esos autores? "Su ironía, su capacidad para ser flexibles y saber matizar, su valentía para decir 'quizá", dijo Magris. "Lo que está pasando ahora, por lo menos en el ámbito occidental, es que se vive en el mundo como si éste fuera eterno, como si no pudiera modificarse más, como si se hubiera llegado al fin de la historia. La lección de los autores de aquellos años es que no debemos inclinarnos ante el presente. Que siempre hay un Quijote y un Sancho. Diferentes perspectivas, por tanto, y no un escaparate televisivo donde las cosas y su representación coinciden, y terminan por agotarse".

La conversación con Magris tuvo que interrumpirse abruptamente. Lo reclamaban para que tuviera tiempo para cumplir con la etiqueta que exige la ceremonia. Poco después desfilaba hacia el estrado, lleno ya con las togas y birretes de sus colegas. Le llegó su turno de hablar. Empezó citando unas cuantas palabras del Quijote y, de inmediato, la elegancia de su prosa fue desplazándose por los ámbitos más variados del saber para dar cuenta de la relación entre la ley y la literatura. Novalis, Proust, San Pablo, Lutero, Karl Barth, Kafka, Kleist, Conrad... Creonte y Antígona. La aridez del derecho, la frialdad de las normas, el prosaísmo de los textos que sirven para frenar la barbarie y permitir la convivencia. Frente a todo eso, la riqueza y variedad de la literatura. Y, sin embargo, y eso fue lo que en definitiva quería contar, sin los valores fríos de las leyes no es posible disfrutar de los valores cálidos del amor y la amistad, de la pasión.

Claudio Magris.
Claudio Magris.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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