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Un año más de obras transformará el Casón en biblioteca del Prado

La ministra Carmen Calvo anuncia un centro de estudios en el palacio madrileño

El Casón del Buen Retiro albergará en un año los casi 60.000 libros de la biblioteca del Museo del Prado, más una escuela y un centro de estudios propios. Culminarán entonces las obras, iniciadas en 1996, interrumpidas varios años y recién reanudadas, que ayer visitó Carmen Calvo, ministra de Cultura. La ministra anunció que el Casón, consolidado y estabilizado, exhibirá al público los frescos de Lucas Jordán, pintados en 1697 y restaurados en estos años.

La ministra Carmen Calvo, acompañada por el director del Prado, Miguel Zugaza, y el arquitecto Jaime Tarruell, recorrió el edificio histórico que cuenta ahora, después de 10 años de obras, con cinco plantas, tras ganar un sótano en una excavación que descendió hasta los 17 metros de profundidad. A ese nivel han sido instalados 18.000 micropilotes, para consolidar la débil cimentación del que fuera salón de baile y único vestigio del palacio del Buen Retiro, cuya traza, de Alonso Carbonel, data de 1637; 10 años después de aquella fecha ya comenzó a presentar problemas dada la baja calidad de los materiales empleados durante su construcción.

El Casón fue remozado mediado el siglo XIX y desde entonces se ha visto afectado por numerosos cambios de uso: sede del Estamento de Próceres hasta 1877; Museo de Reproducciones Artísticas hasta 1960, fecha en la que su traza original desapareció casi totalmente; galería de pintura historicista del siglo XIX y sala de exposiciones temporales desde 1981, donde se expuso el Guernica, de Picasso, hasta 1992.

Entre 1996 y 1998, la cubierta del Casón fue totalmente restaurada y su contorno perimetral circundado por una costosa atarjea para prevenir avenidas de agua. Se han recalzado los cimientos, en una operación en extremo dificultosa y, tras ganar un sótano, se erigieron grandes paramentos de hormigón para soportar la estancia central del palacio que, durante siglos, se asentaba sobre suelo de tierra y simples muros de ladrillo. A 17 metros de altura se despliega La alegoría del Toisón de oro, obra al fresco de Lucas Jordán, que ocupa unos 34 metros de la bóveda del palacio, explica el conservador Andrés Úbeda, del Museo del Prado. Representa la entrega al rey borgoñón Felipe el Bueno del Vellocino de Oro no por el Jasón de la leyenda, sino por Hércules, símbolo de la monarquía española.

Tras la bóveda pintada se halla un encamonado de madera enyesada, con forma de casco invertido, cuyas dilataciones agrietaron esta obra que conserva, ya selladas, numerosas fisuras, explica Paloma Sedano, supervisora de esta actuación desde hace tres años. Hasta 49.000 horas de trabajo han sido empleadas en la consolidación de la bóveda. Sus repintes arrancaban ya del año de 1750.

Carmen Calvo, que cifró el monto de 10 años de obras en 33 millones de euros, tres veces más que el presupuestado original, dijo que los frescos de Jordán, realizados en apenas unas horas en 1697, serán el emblema visitable para el público del Casón del Buen Retiro, cuya función primordial consistirá en albergar los 50.000 libros editados desde el siglo XX que atesora el Prado, más otros 3.000 de antes de esa fecha y 9.000 de la colección de José María Cervelló, según el bibliotecario Javier Docampo.

<i>La alegoría del Toisón de oro,</i> de Lucas Jordán, en el Casón del Buen Retiro.
La alegoría del Toisón de oro, de Lucas Jordán, en el Casón del Buen Retiro.RICARDO GUTIÉRREZ

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