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Reportaje:

Los nuevos acentos citrícolas

La citricultura valenciana se enfrenta al aumento de las importaciones y en otras autonomías crece la superficie de cultivo

La economía valenciana empezó a salir al exterior de la mano de los cítricos a finales del siglo XIX. Ha pasado mucho tiempo y, sobre todo, han pasado muchas cosas a nivel económico, dentro y fuera de nuestras fronteras. El sector ve ahora con preocupación cómo, por un lado, la venta de cítricos en el exterior se estabiliza, mientras que la importación de países no comunitarios no hace más que crecer. Una nueva amenaza, consideran los productores, para la producción propia en tiempos ya de por sí difíciles.

A pesar de que la Comunidad Valenciana es la principal autonomía citrícola (aún produce más del 60% del total español) no es ninguna novedad que se compren cítricos en el exterior. Un informe de la Unió de Llauradors-COAG recuerda que desde el sector incluso se ha defendido este tipo de importaciones "porque en principio se producían en contraestación y servían para mantener los canales de distribución" de los operadores comerciales. La situación ha cambiado y la organización denunció esta semana que las importaciones de países terceros han crecido un 34% sólo durante los primeros meses de la actual campaña. La Unió considera que el aumento, por un lado, puede acarrear problemas de entrada de plagas pero, sobre todo, que la producción que se trae de fuera entra en competencia con la autóctona "utilizándose en muchas ocasiones esta herramienta comercial para presionar los precios en origen a la baja y sin tener en cuenta la calidad de la fruta importada". Fuentes del sector agrario defienden que alrededor del 90% de las importaciones las realizan comerciantes valencianos. Otras fuentes puntualizan que es una práctica a la que recurren comerciantes pero también algunas cooperativas.

Sólo el mercado estadounidense parece apuntar claramente hacia la recuperación

Los datos facilitados por la organización agraria muestran cómo las importaciones de cítricos de países como Argentina crecen con fuerza. Entre el 1 de septiembre y el 18 de diciembre, por ejemplo, Argentina vendió a España casi 12.000 toneladas de cítricos más que en el mismo periodo del año anterior. Uruguay también ha vendido algo más de 9.000 toneladas más. Suráfrica, Turquía, Brasil, Chile se encuentran también en la lista de los países que más cítricos venden a España. Esta evolución se produce mientras que las exportaciones a los países terceros siguen una senda decreciente. Dato que en parte se explica en el efecto de la desaparición de las estadísticas de los ahora nuevos socios de la Unión Europea (es el caso de Polonia o la República Checa). Pese a todo, en otros países no europeos el dato baja en la última campaña (como ocurre, por ejemplo, en Canadá) y sólo el mercado estadounidense parece apuntar con claridad hacia la recuperación. Europa, en cualquier caso supone más del 90% del mercado español de cítricos.

Los productores saben que las importaciones crecen cada año. Una tendencia que también subraya el secretario general del CLAM (Comité de Enlace de la Citricultura Mediterránea), Octavio Ramón, que contextualiza esta evolución en la globalización. Recuerda que este fenómeno afecta a todos los productos y no sólo a los agrarios. Ramón, en cualquier caso, defiende que las cantidades que llegan a España de otros puntos son aún muy pequeñas (el país consume 1,5 millones de toneladas de cítricos al año) y que lo hacen principalmente en verano, cuando no hay producción propia.

Pero el sector citrícola valenciano parece vivir otro punto de inflexión. La superficie de cultivo en la Comunidad Valenciana parece haber tocado techo, mientras que en otras autonomías vecinas no deja de crecer, en algún casos incluso con la participación de empresarios valencianos. Los costes son el principal lastre de la actividad agraria valenciana, en un tiempo además en el que la producción no deja de denunciar que, aunque la fruta se venda cara en los mercados, el agricultor sigue recibiendo precios muy bajos. Costes que están muy condicionados por el fuerte minifundismo que sufre el campo. Octavio Ramón considera que "a la larga" habrá una reducción de la superficie citrícola en la Comunidad Valenciana, entre otras razones porque en algunos casos la tierra está en zonas en las que hay "otras oportunidades de rentabilidad" aparte de la agraria. El responsable del CLAM considera normal que empresarios del sector o simplemente empresarios que quieren diversificar inviertan en tierras ubicadas en sitios con menos problemas estructurales que los valencianos, es decir que tengan más disponibilidad de suelo o menos problemas de agua, por ejemplo.

El aumento se detecta en Andalucía, sobre todo, y también en Murcia. En la primera autonomía, la superficie dedicada por ejemplo a la naranja ha pasado de las casi 36.000 hectáreas en 1998 a las prácticamente 45.700 hectáreas de 2004. En Murcia, donde la tendencia es menos acusada, la superficie ha crecido en algo menos de mil hectáreas entre 1998 y 2003, último año disponible.

"Será más significativo el crecimiento de Egipto y Turquía en superficie citrícola, porque tienen agua, costes bajos y zonas de buen clima", advierte el secretario general del CLAM.

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