Bronca europea
Resultaba obvio en el crispado clima político actual que Zapatero y Rajoy no coincidieran en nada al debatir ayer en el Congreso los resultados del pasado Consejo Europeo y la aprobación del presupuesto comunitario 2007-2013. El presidente del Gobierno lo calificó como un buen acuerdo: es "solidario, equitativo, equilibrado e innovador", y además "Europa y España salen reforzadas". Por el contrario, para el líder del PP es una "calamidad" para la UE y más aún para nuestro país: "El peor que jamás haya aceptado España". Zapatero exageró en su satisfacción, dado que muy posiblemente temía unos resultados peores, pero más lo hizo Rajoy, que, embarcado en la hipérbole, inscribió el acuerdo en la senda de la Armada Invencible, Trafalgar y la derrota de Cuba.
No es exacto en su análisis el jefe de la oposición al insistir en que España ha sido la pagana de la ampliación y la principal víctima de las próximas cuentas europeas. Contó una verdad a medias. Aunque admitió naturalmente que el fuerte crecimiento económico español y el acercamiento al nivel de renta media europea como resultado del ingreso de países más pobres iban a obligar a un gran recorte, Rajoy hizo luego un cálculo general como si esas dos premisas no existieran. Y la realidad es que sí existen.
Frente al vaso totalmente vacío de Rajoy, Zapatero prefirió recurrir al vaso medio lleno. Destacó el incontestable hecho de que España continuará siendo receptor neto al menos hasta 2013. Pero en esas cifras tampoco coincidieron. El dirigente del PP fijó el saldo en 5.000 millones; el jefe del Gobierno reiteró machaconamente que se trata de más de 16.000 millones, sin explicar que en esa suma están incluidos 10.000 millones de pagos pendientes del actual presupuesto. Parece lógica, en cambio, su satisfacción por cuanto nuestro país podrá seguir beneficiándose del Fondo de Cohesión, pese a que no le correspondía al superar con creces el 90% del nivel de renta europea, y los beneficios que obtendrá de los nuevos fondos para investigación y desarrollo y emigración. Todo ello no mereció la atención de su rival.
El acuerdo de Bruselas no fue ni mucho menos el mejor y seguramente tuvo tintes decepcionantes que mostraron la excesiva defensa de intereses nacionales. La Eurocámara ha anunciado que exigirá un aumento del gasto. Tal vez era el único acuerdo posible, una vez que todos aceptaron que lo peor hubiese sido un nuevo fracaso. Sentenciar, como hizo Rajoy, que Zapatero bordeó el ridículo es exagerado e injusto. También lo es que recurra de nuevo a la descalificación personal al dudar de la capacidad intelectual del jefe del Gobierno para arrancar algo mejor. No sabe Rajoy hasta qué punto se daña a sí mismo con este comportamiento indigno.
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