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El indígena Evo Morales se perfila como el ganador de las elecciones en Bolivia

Los sondeos a pie de urna dan una amplia ventaja al candidato de Movimiento al Socialismo

El indígena Evo Morales, de 46 años, se perfilaba anoche como el gran vencedor de las elecciones generales que más expectación han despertado en los 23 años de transición democrática en Bolivia. Según los primeros resultados de tres sondeos realizados a pie de urna, el dirigente cocalero alcanzaría entre el 46% y el 50% de los votos, mientras que su contrincante, el ingeniero de centro-derecha Jorge Quiroga, de 45 años, se queda en el 31%. De confirmarse estos datos, supondrían la victoria más contundente lograda en Bolivia en una primera vuelta. Morales se quedaría en puertas de la mayoría absoluta.

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De todas formas, y dado que los resultados de las zonas rurales, bastiones de Evo, tardan más en llegar, los analistas no descartaban que a medida en que avanzara el recuento el líder indígena superara ese ansiado 50% de los votos más uno que le convertiría en presidente. Cuando no hay mayoría absoluta, es el Congreso el que elige entre los dos primeros candidatos, a modo de segunda vuelta.

Estas primeras pinceladas que reflejan los recuentos rápidos superan con mucho las previsiones que habían ofrecido la mayoría de las encuestas previas, que otorgaban a Morales y a su partido, Movimiento al Socialismo (MAS) una diferencia de cinco puntos respecto a Quiroga, del Poder Democrático y Social (Podemos). En un lejano tercer lugar, con un 10%, aparece el empresario Samuel Doria, del partido Unidad Nacional, que se ha querido presentar como la alternativa a la polarización.

Aún sin tener ningún dato oficial, el jolgorio que se vivía en la casa de campaña del MAS, con los militantes bailando y brincando al grito de "¡Evo, presidente!", contrastaba con los rostros sombríos que llenaban la sede del Podemos, ubicada a pocos metros de sus rivales, en un hotel de La Paz.

Además de para elegir al presidente, los casi 3,7 millones de bolivianos estaban convocados ayer a las urnas para elegir a los legisladores (130 diputados y 27 senadores) y, por primera vez, los prefectos (gobernadores) de los nueve departamentos del país, que hasta ahora eran nombrados por el Gobierno central. Las encuestas, hasta ahora, otorgaban a Podemos el control del Senado y de la mayoría de las prefecturas.

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"Lo que queremos es que haiga un cambio y que no haya más bloqueos, porque somos los más perjudicados", decía doña Flora, con su pollera (falda) de domingo, su mantilla y su inseparable bombín, mientras esperaba su turno para votar en la escuela Brasilia, de Villa Dolores, una barriada de la ciudad de El Alto. "A Dios no más le pido que el presidente sea bueno, porque sufrimos en lo económico". Flora es vendedora ambulante y, al igual que el 70% de la población activa boliviana, se "busca la vida" en la economía informal. El proceso de votación es parsimonioso. El presidente de la mesa despliega cada papeleta a la vista de los presentes, "para comprobar que no está marcada". Después Flora se encierra en un aula, sale con los sobres cerrados, y tras votar, introduce su meñique en un bote de tinta indeleble, para impedir el doble sufragio.

Si la tinta es inseparable de los comicios latinoamericanos, Bolivia es el único país donde las medidas contra el fraude han llevado a prohibir el tráfico rodado. Las calles de La Paz y las de El Alto, libres de ruidos y humaredas, se convirtieron ayer en canchas de fútbol y lugares de paseo.

"Evo es la opción de cambio. Hay tanta corrupción... Nuestra cultura es corrupta, yo mismo ofrezco plata si me agarran los de tránsito", comentaba Hugo, empleado de una notaría que hacía fila en el colegio Mariaca, en el centro de El Alto. "Evo ha dicho que no habrá gastos reservados. Aunque ya veremos, porque también está lo que haga su gente".

"Si Evo sale, lo vamos a respetar. Pero si empieza a hacer locuras, como nacionalizar la economía, entonces reaccionaremos, porque va a ahuyentar la inversión y nos va a hundir", advertía Daniel, un ingeniero agrónomo que vota en el colegio Domingo Savio, en el acomodado barrio de Calacoto, al sur de La Paz. Señoras arregladas y jóvenes a la moda hacían fila junto a algunas mujeres indígenas, empleadas domésticas de la zona.

"¿Evo? No creo que sea un problema. Para gobernar se necesita preparación, claro, pero hablando nos podremos entender", aseguraba Mario Ramírez, médico jubilado. "Todo va a depender de sus colaboradores, y de que nos dejen tranquilos del exterior. El pueblo va a esperar. Pero si no maneja bien las cosas, chao. Su misma gente le puede dar de su propia medicina".

Mujeres indígenas de la tribu aymará aguardan su turno para votar en Ajllata, a 130 kilómetros de La Paz.
Mujeres indígenas de la tribu aymará aguardan su turno para votar en Ajllata, a 130 kilómetros de La Paz.AP

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