_
_
_
_

Paolo Gentiloni: “El riesgo de un nuevo poder feudal tecnológico es mayúsculo”

El excomisario europeo y ex primer ministro italiano advierte de que una guerra comercial con EE UU afectará a las “relaciones transatlánticas”

El excomisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, en la sede de la Comisión Europea en Madrid en marzo de 2024.
El excomisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, en la sede de la Comisión Europea en Madrid en marzo de 2024.Jaime Villanueva
Lluís Pellicer

La economía europea ha navegado en el último lustro en un entorno repleto de impactos que han minado su crecimiento y han dejado a su primera potencia, Alemania, en recesión. La Unión Europea ha tenido que hacer frente a una pandemia que dejó en estado de hibernación a toda su economía, un gran atasco global que puso en jaque las cadenas de suministro y una guerra en el continente que desencadenó una crisis energética. Paolo Gentiloni (Roma, 70 años) tuvo que lidiar con todos esos golpes como comisario de Economía hasta el pasado 30 de noviembre. Antes de viajar a Madrid, donde a partir del lunes le espera una intensa agenda como Miembro Distinguido del IE School of Politics, Economics and Global Affairs, Gentiloni atiende a EL PAÍS por videoconferencia para abordar los retos inmediatos de Bruselas. Y estos ahora proceden del otro lado del Atlántico, con el presidente de EE UU, Donald Trump, apuntando a Europa para una próxima tanda de aranceles.

Pregunta. Se reunió por primera vez con el mandatario estadounidense en abril de 2017, cuando él todavía no había cumplido ni 100 días de su primer mandato. ¿Qué diferencias ve entre aquel Trump y el de ahora?

Respuesta. Como primer ministro de Italia, coincidí con Trump durante el primer año y medio de su mandato. Entonces estaba clara su actitud transaccional sobre los aranceles. Quería reequilibrar el comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, pero también abordar ese asunto de forma bilateral, país por país. Al final, aceptó negociar con la Comisión Europea y su presidente, Jean Claude Juncker. El resultado fue tensiones en un par de sectores, en particular el aluminio y el acero, además de la vieja batalla entre Boeing y Airbus, pero no hubo ni guerra comercial ni división entre los miembros de la UE con acuerdos bilaterales con Trump.

P. ¿Ve ahora la misma actitud?

R. El punto de partida respecto a México y Canadá también parece ser transaccional, puesto que la decisión sobre imponer aranceles ha quedado congelada después de que esos dos países se comprometieran en áreas completamente diferentes, vinculadas a migración y fronteras. Si hay esa actitud, podría usar la amenaza de los aranceles para lograr más de la UE en el terreno de la defensa. Yo no apostaría por este escenario optimista. Creo que hay una idea más firme de reequilibrar las relaciones comerciales entre la UE y EE UU mediante los aranceles. Y eso es imposible, porque llevará a más inflación y a un dólar más fuerte, lo cual neutralizará el reequilibrio que persigue. Y también es peligroso. Debemos estar preparados para ese peor escenario y ser conscientes de que una guerra comercial en el mayor flujo económico mundial, entre EE UU y la UE, no solo tiene consecuencias económicas, sino también para las relaciones transatlánticas. La UE es una superpotencia comercial, pero también está interesada en evitar esa guerra.

P. La amenaza por ahora anunciada por EE UU llega en un momento de incertidumbre en el eje francoalemán, con Berlín pendiente de unas elecciones y con París atravesando turbulencias parlamentarias. ¿Qué rol debe adoptar la segunda comisión de Ursula von der Leyen?

R. Por primera vez desde la década de 1950 hay al mismo tiempo gobiernos sin una mayoría parlamentaria real en Francia y Alemania. Y eso durará al menos unos meses más. Eso es una debilidad, pero a la vez da a la Comisión un rol especial. He visto a Ursula von der Leyen muy activa en el terreno comercial en los últimos meses. No creo que sea una casualidad que haya apretado para cerrar los acuerdos con Mercosur, México y Malasia. Hay un mensaje geopolítico claro: sabemos que las relaciones comerciales y de inversión entre la UE y EE UU constituyen la mayor área de cooperación económica, pero también que hay que mantener la puerta del multilateralismo abierta. La Comisión está preparada para diversos escenarios: para transaccionar, pero también para una actitud más agresiva.

P. Trump ha mostrado su afinidad con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y tiene sus admiradores en Europa. Este fin de semana se han reunido en Madrid varios partidos ultras europeos bajo el lema MEGA [Make Europe Great Again], algunos de los cuales lideran gobiernos como el de los Países Bajos o Hungría y que han tratado de erosionar el poder de Bruselas. Con el auge de esas fuerzas, ¿ve más fácil que Trump pueda romper la unidad europea?

R. El riesgo está creciendo. Pero la realidad es tan clara que, si soy honesto, no veo cómo este tipo de divisiones puede prevalecer. Es difícil apoyar a la vez el MAGA [Make America Great Again] y el MEGA en un entorno de potenciales tensiones comerciales. ¿A quién van a apoyar si se acaban dando? En el caso de Italia, nuestra primera ministra podría jugar un papel constructivo. Podría usar esas buenas relaciones con Trump y Elon Musk para evitar una guerra comercial. Pero con dos condiciones: mantener la unidad europea y sabiendo que si se produce una guerra no puede estar en terreno de nadie.

P. Europa ha fiado parte de su estrategia en defensa a la alianza con EE UU y ahora Bruselas plantea cómo gastar más en ese terreno. Los gobiernos están en pleno saneamiento de sus cuentas públicas tras el esfuerzo de los últimos años por la pandemia y la crisis energética. ¿La solución es otro gran fondo europeo?

R. Algunos de los objetivos comunes que tenemos vienen de la inversión privada, pero también de la financiación pública. Defensa es el asunto más urgente, también por la guerra de Ucrania. Necesitamos alguna forma de financiación común mediante la emisión de deuda para defensa. Entiendo que aún no estamos ahí. Apoyo que Von der Leyen piense en dar flexibilidad en las reglas fiscales para favorecer el gasto en defensa. Pero creo que, siendo un paso positivo, no es suficiente.

P. No ha habido un pronunciamiento firme de Bruselas tras la propuesta de Trump sobre Palestina. ¿Va siendo hora de acabar con la unanimidad en política exterior?

R. No es fácil pero sí necesario, especialmente si creemos en la ampliación de la UE. Tenemos a nueve países a las puertas de la UE. Si en los próximos años somos 35 miembros, la unanimidad, que ya es problemática, será ridícula. Pero si no hay unanimidad para un fondo común en defensa, podemos avanzar con una cooperación reforzada. Es lo que hicimos con dos pilares de la UE: la moneda única y el tratado de Schengen.

El excomisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, en la sede de la Comisión Europea en Madrid.
El excomisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, en la sede de la Comisión Europea en Madrid. Jaime Villanueva

P. Bruselas ha sido muy activa parándole los pies a las grandes tecnológicas en muchos terrenos: el fiscal, el de abuso de mercado, el del manejo de los datos... Pero esa oligarquía está emergiendo si cabe con más fuerza con este nuevo mandato de Trump. ¿Teme un retroceso?

R. Es un enorme problema que debemos abordar. En realidad, hay dos caras de esa moneda. En una, está nuestra industria tecnológica, muy rezagada de EE UU y China. En la otra, hay esta concentración de poder económico, político y de datos en estos ultra ricos estadounidenses. La fusión de esos tres aspectos, que se ha visto claramente durante el Día de la Inauguración en Washington, es algo que debe ser confrontado con nuestras normas existentes. Dos ejemplos. El primero: la UE congeló la tasa digital para negociar una a nivel global. Pero si EE UU no está en el acuerdo global, ese asunto volverá a emerger. El segundo: tenemos la Ley de Servicios Digitales. Sabemos que no es una decisión solo legal y técnica, sino también muy política, en especial en esas circunstancias en las que estamos discutiendo sobre relaciones comerciales. Pero las grandes plataformas deben saber que en Europa tienen que cumplir con las normas europeas.

P. ¿Puede esa concentración de poder poner en peligro nuestras democracias?

R. Si somos claros y firmes protegiéndolas y usando las leyes que tenemos, ese daño se puede afrontar. Pero si vamos como sonámbulos, si no vemos lo que ocurre... hay un gran peligro. Nunca habíamos tenido tal concentración de riqueza, poder político e información en las manos de ultra ricos en la historia reciente. Es algo que esos jugadores están diciendo abiertamente. Los hemos oído pedir al presidente Trump que los proteja de las leyes europeas. Tenemos que defender a nuestros ciudadanos con nuestras herramientas, haciéndolo con cuidado, pero haciéndolo. Confío en la democracia estadounidense. Ellos tienen sus controles y contrapesos. Trump deberá afrontar elecciones de medio mandato en un año y medio. La democracia americana es un hecho, pero el riesgo de este nuevo poder feudal es mayúsculo.

P. ¿Y cree que eso puede dar alas a esos partidos que este fin de semana se han reunido en Madrid?

R. Hasta cierto punto, es normal esperar que la victoria de Trump impulse los partidos de derechas en Europa. Pero no creo que lo tengan fácil para ganar mayorías. Veremos en Alemania. Tenemos que ser muy claros en excluir de cualquier cooperación a las fuerzas de extrema derecha, en especial las que están en contra de Europa o a favor de Rusia. Cuando la derecha moderada pacta con esas fuerzas, lo acaba pagando.

P. Todo eso sucede con una economía europea prácticamente estancada. ¿Qué puede hacer Europa para no perder el tren del crecimiento?

R. La recuperación económica se vio afectada por la invasión rusa de Ucrania. Evitamos la recesión porque países como España tuvieron un buen nivel de crecimiento. Pero Alemania estuvo en recesión técnica en 2023 y 2024. Lo que le falta a Europa ahora es la inversión necesaria, especialmente para su competitividad. Alemania es el epicentro de las dificultades, porque el coste energético es muy elevado y el comercio global está bajo presión. Pero tenemos problemas comunes: cómo completamos nuestro mercado único, especialmente el financiero, porque no podemos perder cada año 300.000 millones de euros de ahorros que se van de Europa porque el mercado financiero es demasiado pequeño y fragmentado.

P. Como comisario pilotó el despliegue del fondo de recuperación Next Generation EU. ¿Cómo evalúa el uso de esos recursos?

R. La evaluación se producirá en los próximos años. Con lo que vemos, los países que han recibido las mayores cantidades de dinero a través del Next Generation EU tuvieron un mayor nivel de crecimiento que el resto. Podríamos incluso decir que el mapa del crecimiento de la UE cambió en los últimos tres años. Recordemos ese acrónimo horrible de los PIGS. Pues bien, de media, los PIGS lo están haciendo mejor que los frugales en Europa. Tal vez una de las debilidades del plan es que no haya incluido programas y estrategias comunes. Y no todos los países han sido tan activos usando estos fondos para hacer reformas. Hemos tenido grandes reformas en España, por ejemplo, y en otros países, intervenciones más pequeñas.

P. Estos años ha tratado con una España que crece pero que sigue sin Presupuestos por la inestabilidad política. ¿Cómo ha visto la trayectoria del país durante sus años como comisario?

R. DR. Desde un punto de vista económico, ha sido muy buena. No solo a nivel de crecimiento, sino que también ha habido esfuerzos en reformas del mercado laboral, buenos resultados iniciales en reducir el desempleo y un desembolso eficiente de los fondos de recuperación. Y eso pese a la situación política. España ha sido una historia de éxito tras la covid, y esto se reconoce en todo el mundo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_