Paolo Gentiloni: “España está en mejor forma que el resto de la UE”
El comisario europeo de Economía vaticina que “las condiciones monetarias serán menos estrictas para la segunda parte del año” y la economía se acelerará
A pesar de Alemania, ningún puñado de reglas escritas en bronce puede anticipar la creatividad de la historia. Hace 15 años, Europa creyó lo contrario y solo rescató a media docena de países sobre la bocina, en contra de los tratados europeos, y entonces les aplicó una buena cura de austeridad, tal como recetaban las reglas fiscales. La cosa salió mal, pero Bruselas aprendió una lección: cuando llegó la pandemia se suspendieron las reglas y santas pascuas. El comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni (Roma, 69 años), llega a España cuando hace solo unas horas se anuncia una prórroga en el Presupuesto que a su antecesor, un finlandés de cuyo nombre nadie quiere acordarse, le habría hecho montar en cólera.
Gentiloni deja claro en esta entrevista que Bruselas tiene cierta fatiga del apocalipsis. Aplaude el robusto crecimiento español, sobre todo por el agustiniano “según con quién lo compares”. No cree que ni la sucesión de elecciones que vienen ni la falta de Presupuestos ni el equilibrio inestable en el que se asienta la mayoría parlamentaria de Pedro Sánchez vayan a tener efectos. Reivindica unas reglas inteligentes, que miren hacia el largo plazo y sean capaces de hacer un traje para cada país. Pide —con la boca pequeña— al BCE que actúe ya. Deja algún buen recado para una Alemania en horas bajas. Y pide más: gasto en defensa, inversiones para las transiciones verde y digital y una capacidad fiscal europea contra las crisis que es una especie de quiero y no puedo. Todo el mundo sabe que Europa la necesita imperiosamente. Y nadie sabe cómo demonios convencer al norte de que sin eso no hay unión digna de ese nombre.
Pregunta. La zona euro encara un periodo de estancamiento. Y los manuales de política económica dicen que en esa situación se necesitan estímulos. Esta Unión Europea es diferente a la de hace 15 años, pero la Comisión Europea está abogando por presupuestos contractivos. ¿Cree que, a otro nivel, pueden repetirse los errores de la Gran Recesión?
Respuesta. No. En 2020 sufrimos una crisis profunda, y luego un rebote fuerte, incluso más rápido que el de China. Esa fue la tendencia hasta otoño de 2022, cuando la economía se ralentizó por la guerra de Rusia y la crisis energética e inflacionista. El crecimiento fue débil en 2023, con 11 países en negativo, y ahora estamos en un entorno de crecimiento débil. Pero no soy pesimista: hace dos años hablábamos de apagones y de recesión ante una guerra que tiene un impacto global. Fuimos capaces de desacoplarnos del gas ruso en cuestión de meses y esperamos que la actividad económica se acelere este año, un 0,8%. Hemos pasado lo más duro, no vamos hacia la recesión, y la inflación estará por debajo del 2% en 2026, según la estimación del BCE. Los mercados esperan bajadas de tipos, que junto al fuerte mercado laboral justifican el optimismo del que le hablaba: la economía se acelerará en la segunda mitad del año y a partir de entonces, tendremos un crecimiento decente, del 1,6%.
P. ¿Y un apretón fiscal no puede ser contraproducente?
R. Entre marzo de 2020 y finales de 2023 no hubo disciplina fiscal: suspendimos el Pacto de Estabilidad. Y las nuevas reglas fiscales son menos exigentes en términos de la senda de ajuste, con planes para los próximos años en términos de consolidación fiscal, inversión y reformas. El estímulo está ahí: la Comisión ha tomado prestados en los mercados entre 100.000 y 120.000 millones al año. Ese dinero expira en 2026, así que cabe preguntar: ¿y luego qué? Después de la crisis financiera tuvimos una bajada de la inversión pública durante muchos años; ahora hay un leve incremento, pero falta inversión privada para las transiciones climática y digital. Pero vuelvo al principio: necesitamos reglas fiscales para nuestra unión. Si alguien cree que podemos tener una unión sin reglas fiscales, está equivocado. Eso sí: necesitamos que sean realistas, diferenciadas por países y orientadas a medio plazo. Creo que eso se ha conseguido con una muy buena contribución de la presidencia española de la UE.
P. Ha hablado de las expectativas de los mercados sobre el BCE. ¿Están los tipos demasiado altos? Fráncfort ha sido muy contundente sobre su política fiscal: ¿qué le pide Bruselas al BCE?
R. Vimos una historia de amor entre las políticas fiscal y monetaria durante la pandemia: el programa de compra de deuda del BCE coincidió con la suspensión de las reglas fiscales y las de ayudas de Estado. Después de la invasión de Ucrania entramos en una fase distinta. Soy consciente de que ahora hay un debate sobre la velocidad de los recortes de tipos. La inflación se ha moderado y tendremos unas condiciones monetarias menos estrictas para la segunda parte del año; la economía se acelerará. Ahora bien, los fondos Next Generation EU y la guerra de Ucrania han cambiado el mapa del crecimiento en Europa: los países en dificultades son ahora los nórdicos, bálticos y centroeuropeos, es decir, Alemania y Austria. Los países con una expansión más fuerte son parte de los del este y el sur, especialmente España, Portugal, y Grecia, con Italia y Francia resistiendo bien. Ese no es el mapa tradicional de crecimiento.
P. En la anterior crisis, hace 15 años, Alemania daba frecuentes consejos de política económica a otros países. Ahora el modelo alemán está en crisis: delegar la defensa en EE UU, la energía en Rusia y la pujanza exportadora en el mercado chino quizá no era tan buen idea. ¿Algún consejo para Alemania?
R. Es obvio que algunos pilares del éxito alemán han sido cuestionados, como el gas barato o un explosivo comercio con Asia. Y también es cierto que el refuerzo de la defensa europea es independiente de los resultados de las elecciones americanas, pero si acaba ganando Donald Trump, ese mensaje será aún más urgente. Pero incluso en ese contexto hay cosas positivas. Primero, la globalización no ha muerto: países exportadores como Alemania o Italia no están condenados. Y segundo, cuando hay que cambiar el mix energético se pasa por dificultades, pero a medio plazo hay la oportunidad de tener unas renovables más fuertes. Dicho esto, es evidente que Alemania necesita más inversión. Y aquí entra en juego la contradicción entre esa necesidad y las reglas alemanas. Está bien construir colchones fiscales para tiempos difíciles, pero cuando tienes esos colchones y pasas por dificultades e invertir resulta ser demasiado difícil, tenemos un problema serio.
P. Las reglas escritas en bronce no suelen ser buena idea. Con las reglas en la mano, la Comisión le pide a España un plan de consolidación fiscal creíble a medio plazo, pero el Gobierno acaba de renunciar a presentar unos Presupuestos. ¿Le preocupa que España pueda incumplir sus compromisos?
R. No. Tomamos nota de la decisión sobre el proyecto presupuestario. Pero las dificultades para tener unos Presupuestos son frecuentes y no suponen un impedimento grave. Para España va a ser un desafío armar un plan de medio plazo sobre consolidación fiscal, inversión y reformas, que incorpore los fondos Next Generation a la planificación fiscal.
P. ¿La inestabilidad política puede afectar al crecimiento económico?
R. No lo creo. Desde que soy comisario, pese a la debilidad de las mayorías o los procesos electorales, el rumbo de su país ha sido efectivo. España está en mejor forma que el resto de la UE. La estabilidad es una característica fundamental de un país. Pero mire, yo procedo de un país que cambia con frecuencia de Gobierno, y siempre ha sido considerado estable. Al final, las alianzas internacionales, la orientación proeuropea y la gestión de la economía tienen tanto que ver con la estabilidad como una mayoría más o menos amplia en el Parlamento. Mire a los Países Bajos, Francia o Alemania. Las elecciones europeas serán una prueba de estrés, porque en algunos países podrían subir fuerzas antieuropeas que sí son un riesgo real de inestabilidad en ese sentido que apunto. Pero en los últimos años, España ha demostrado que puede hacer un muy buen trabajo con una aritmética parlamentaria complicada.
P. El Gobierno tiene dificultades para aprobar la reforma del subsidio de paro, esencial para los planes pactados con la UE. España hasta ahora había liderado la ejecución del plan. ¿Ve una ralentización que se puede traducir en un castigo, en menos fondos?
R. Espero que España siga siendo un líder este proceso. En general, el año pasado vimos cierta desaceleración porque varios países tuvieron que revisar sus planes. De los 225.000 millones de euros desembolsados hasta ahora en el marco de Next Generation EU, España ha recibido 38.000 millones. Así que el país está en el buen camino. Ahora estamos examinando su cuarta petición de pago. Las Cortes no aprobaron la reforma de los subsidios, pero puede haber medidas alternativas.
P. Habla del plan de recuperación como un factor del cambio que han experimentado la UE y economías como la española. ¿Es consecuencia de las inversiones, del dinero fresco, o de la transformación que ha provocado vía reformas?
R. Es una mezcla. Primero, es el resultado del impacto de los fondos en los mercados financieros. Esos recursos han estabilizado los mercados, a la vez que han evitado una contracción prolongada de las inversiones públicas. En algunos países como España, el impacto procede de la inversión, pero también de reformas importantes. Por ejemplo, la del mercado laboral, que, según nuestras estimaciones, tiene buenos resultados después de dos años. En otros países todavía es demasiado pronto evaluar más allá de las inversiones.
P. Sin unos Presupuestos, ¿ve dificultades para absorber los fondos en España?
R. Los próximos dos años van a ser exigentes en la absorción de todos esos recursos. España, tras pedir los préstamos, recibirá 163.000 millones, el equivalente al 12% del PIB. No veo problemas por los Presupuestos, pero sí es un desafío absorberlos. Hasta ahora han llegado muy buenas noticias de España. Y la ejecutoria de España e Italia será crucial para el futuro del método.
P. Una prórroga de esos fondos es complicada.
R. Es legalmente imposible.
P. También lo eran los rescates, y los hubo.
R. Para poder seguir pidiendo prestado en los mercados para financiar este programa más allá de 2026, se necesitaría una decisión unánime de los 27 líderes y la aprobación de la casi totalidad de los Parlamentos nacionales. Francamente, lo veo imposible.
P. ¿Pero ve espacio para un debate sobre una capacidad fiscal común?
R. Veo la necesidad. Sé que no es el momento, pero la Comisión ha lanzado mensajes sobre un fondo soberano europeo o un instrumento para defensa. El BCE, el FMI y la OCDE insisten en que a Europa le falta una capacidad fiscal central. Políticamente es difícil, pero uno de los objetivos principales de la próxima Comisión debe ser qué pasa después de 2026.
P. Tal vez en la próxima crisis. Aquella maldición: “Europa se forjará en las crisis”.
R. Bueno, hasta 2026 tenemos una gran cantidad de fondos. Luego habrá que plantear cuál es el próximo paso. Pero la presión está ahí, con el gasto en defensa y las transiciones verde y digital.
P. ¿Cuáles son sus planes?
R. Volver a Italia. No dejaré la política, pero no soy candidato al Parlamento Europeo.
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