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La fascinación indigenista

Los bolivianos rechazan que el proceso que vive su país sea secuestrado por el discurso indigenista. "¡Evo, el primer presidente indígena!", dicen con entusiasmo los periodistas europeos. "¡Qué romántico! Nosotros, tan paternalistas, vemos que esos indiecitos van a poner en su sitio a los blanquitos", ironiza el politólogo Cayetano Llobet. Y recuerda que, ya en 1956, el 70% del Parlamento boliviano era indígena campesino.

La causa de Evo Morales, coinciden todos, fue una lucha gremial, con los cocaleros. "Evo no tiene un discurso indigenista. No hay que congelar las miradas en ese factor", señala el analista Fernando Mayorga. "Los indígenas han estado aplastados, pero el Movimiento al Socialismo [MAS] es ante todo campesino, y para nada etnicista. Tiene un discurso nacionalista boliviano y exige la igualdad de oportunidades y la integración como ciudadanos".

El adalid de la bandera indigenista en el MAS es, paradójicamente, el candidato a la vicepresidencia, Álvaro García Linera, un sociólogo blanco "de esa izquierda antropologista de clase media que se emociona con el poncho", en palabras de Llobet.

"García Linera propone cosas como que en la Asamblea Constituyente prevista para el año próximo haya una cuota indígena de un 63%, lo que es un disparate", señala Mayorga. "Evo va a estar sometido a esa presión, y los sectores radicales pueden usarlo contra él". "El Evo es indígena, pero su cerebro no", ha dicho el líder aymará Felipe Quispe, cuyo discurso radical apenas le granjea el 1% de los votos.

Oficialmente, el 63% de los bolivianos son indígenas. El dato, sin embargo, es engañoso. "El censo de 2001 nos dio dos opciones para catalogarnos: blanco e indio. ¡No había opción para definirse como mestizo, que es lo que somos mayoritariamente!", señala Grover Yapura, jefe de redacción del diario La Razón, de origen aymará. "Es un problema serio, porque esto impide la construcción del sentido de nación".

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