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Donald Trump y los cachorros de Elon Musk dinamitan el sistema desde dentro

El presidente se echa en brazos del multimillonario y su equipo de jóvenes ingenieros para la demolición de parte de la Administración sin reparar en cortapisas legales

Donald Trump y Elon Musk, en un mitin en Washington el 19 de enero.
Donald Trump y Elon Musk, en un mitin en Washington el 19 de enero.WILL OLIVER (EFE)
Miguel Jiménez

Marko Elez es un ingeniero informático de 25 años especializado en inteligencia artificial que trabajaba en SpaceX y Starlink, las compañías espaciales de Elon Musk. Era uno de los empleados que el hombre más rico del mundo situó en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos para controlar el sistema de pagos federales, violando los protocolos y las garantías de privacidad. El jueves dimitió tras salir a la luz unos tuits en los que se preciaba de ser “racista antes de que estuviese de moda”. Un grupo de jóvenes ingenieros como Elez han abordado otros departamentos y agencias federales. Son la punta de lanza de la ofensiva lanzada por Musk para “hacer temblar el sistema”, como prometió que haría por encargo de Donald Trump.

En menos de tres semanas, Trump ha iniciado una demolición sin complejos de parte de la Administración que no tiene precedentes ni en el fondo ni en la forma. Primero congeló la financiación federal a los Estados y las entidades sin ánimo de lucro, desafiando la Constitución y las competencias del Congreso, aunque dio marcha atrás después de provocar el caos en la Administración y de que una jueza suspendiera la medida. Ahora el presidente está desmantelando la agencia de ayuda al exterior (USAID), de la que esta semana unos operarios retiraban las letras, y la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor (CFPB).

Según reconoció este viernes Trump, ahora tiene en el punto de mira el Departamento de Educación y el Pentágono. El equipo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dirigido por Musk, se ha presentado ya en muchos otros departamentos y agencias federales. Según ha publicado The Wall Street Journal, la Administración planea despidos masivos en el Departamento de Salud. En realidad, Trump y Musk están presionando a todos los funcionarios para que dimitan. La zanahoria son unas bajas incentivadas de dudosa legalidad, y el palo, la amenaza de despido y el fin del teletrabajo. Unos 65.000 han decidido ya tirar la toalla, pero eso está lejos del objetivo de recorte.

El asalto a agencias y departamentos federales viene acompañado además de una purga revanchista. Trump destituyó a la mayoría de los inspectores que supervisan a la Administración, despidió a los fiscales y empleados del Departamento de Justicia que lo investigaron a él y suspendió de empleo a los funcionarios de áreas que ha dejado vacías de contenido, incluidas las de diversidad, igualdad e inclusión. La persecución se ha extendido a los agentes del FBI que investigaron el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, mientras Trump indultaba incluso a los condenados por los delitos más graves.

El presidente encargó a Musk acabar con “el despilfarro y el fraude masivo” en la Administración. Trump ha recurrido a bulos para ilustrar ese supuesto despilfarro, como los supuestos 50 millones de dólares en condones que se iban a enviar a Hamás, una completa invención. Hace una semana le preguntaron por el modo abrupto en que Musk estaba desembarcando en las agencias federales y le defendió: “Creo que Elon está haciendo un buen trabajo. Es un gran recortador de gastos. A veces no estamos de acuerdo con él. No irá donde él quiere ir. Pero está haciendo un gran trabajo. Es un tipo inteligente... está muy interesado en recortar el presupuesto de nuestro Gobierno federal”, contestó.

Cuando Elon Musk compró Twitter, publicó un mensaje en el que se le veía recién llegado a la sede de la empresa cargando un lavabo. Fue el preludio del recorte de costes, los despidos masivos, el desmantelamiento de las políticas de moderación de contenidos y la conversión de la red social en una plataforma para amplificar la desinformación y los mensajes de odio. Con su desembarco en el Gobierno, el magnate parece dispuesto a lanzar por el desagüe programas y empleados federales como si el Gobierno fuera una start-up de Silicon Valley.

El equipo de Elon Musk

El equipo de Elon Musk en el DOGE está compuesto en parte por antiguos o actuales empleados y becarios de compañías del multimillonario como Tesla, SpaceX, Starlink, The Boring Company, Neuralink o xAI. Uno de los empleados, Edward Coristine, tiene 19 años, acabó el instituto el año pasado y era becario de Neuralink. Fue despedido de la firma de ciberseguridad Path Network por filtrar información interna a un competidor, según desveló Bloomberg. Otro, de 21 años, viene de Palantir, presidida por el estadounidense crecido en Sudáfrica Peter Thiel, uno de los miembros de la llamada mafia de PayPal, como el propio Musk. Luke Farritor es un ingeniero informático de 23 años de Nebraska que ayudó a descifrar los papiros de Herculano, un gran misterio de la antigüedad, utilizando inteligencia artificial y ganó un premio por ello. Musk y Thiel le dieron una beca. Otro ingeniero, Kevin Kliger, de 25 años, retuiteaba mensajes del supremacista blanco Nick Fuentes antes de borrar su cuenta en X. Los funcionarios críticos con Trump han compartido en las redes sociales las identidades de varios más y algunas de sus actuaciones.

Esos cachorros de Elon Musk, veinteañeros con vestimenta informal, que a veces se quedan a dormir en las propias oficinas gubernamentales, se han ido presentando en las agencias federales sin una habilitación legal clara. Han pedido acceso a los sistemas informáticos. En ocasiones han anunciado que habría despidos masivos y se han puesto a entrevistar a funcionarios para preguntarles qué habilidades tienen, a qué se dedican y por qué deberían conservar su trabajo. Cuando un usuario de X calificó este modo de proceder de segunda revolución estadounidense, Musk afirmó: “Sí, y muy necesaria”.

Una persona deja flores, junto a un cartel de USAID en la sede de la agencia en Washington, e 7 de febrero.
Una persona deja flores junto a un cartel precintado de la agencia de ayuda al exterior, USAID, en la sede de la agencia en Washington.Nathan Howard (REUTERS)

Además de USAID y de la CFPB, los enviados de Musk han acudido, entre otros, a los Departamentos del Tesoro, Educación, Energía, Vivienda, Salud y Asuntos de Veteranos, además de otras agencias gubernamentales. El viernes, Trump dijo en la Casa Blanca, en una rueda de prensa, que estaba “muy orgulloso del trabajo que está haciendo este grupo de jóvenes, en general jóvenes pero muy inteligentes”. “Sería mucho más fácil no hacerlo, pero tenemos que desmontar algunas de estas cosas para encontrar la corrupción”, añadió.

“Sea lo que sea lo que esté haciendo el DOGE, no es democracia”, afirmó esta semana Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata del Senado. “Esto no es una start-up tecnológica. Se trata de instituciones públicas que se ocupan de la Seguridad Social, Medicare, la defensa nacional, y velan por el bienestar del pueblo estadounidense. El pueblo tiene derecho a participar en ese debate”, subrayó.

“En la primera Administración de Trump había abogados generales, empleados federales e incluso algunos funcionarios políticos que decían que no harían cosas ilegales. En la segunda Administración de Trump esos funcionarios ya no están, los abogados generales aprobarán [las medidas] o serán despedidos, y los servidores públicos serán despedidos por resistirse”, indicó por correo electrónico Donald Moynihan, profesor de políticas públicas de la Universidad de Michigan.

Los jueces han frenado parte de la ofensiva. Una jueza limitó el acceso a los sistemas de pagos del Tesoro a solo dos miembros del equipo del DOGE y únicamente para lectura, impidiéndoles descargar los datos y compartirlos externamente con Musk y sus empleados. Este sábado, otro vetó el acceso por completo y ordenó borrar el material descargado. Otro juez bloqueó temporalmente la oferta de bajas incentivadas, y otro más, los despidos masivos de casi todos los 10.000 empleados de USAID. En cambio, otro togado rechazó una demanda de los sindicatos para impedir al DOGE el acceso a los sistemas del Departamento de Trabajo que contienen información confidencial sobre millones de trabajadores, incluidos aquellos que han presentado quejas contra sus empleadores. Los sindicatos dicen que también hay información sobre investigaciones de las empresas de Musk y sobre secretos comerciales de la competencia.

El mayor triunfo en los tribunales consistió en impedir la congelación de los préstamos, ayudas y subvenciones a los Estados y organizaciones no gubernamentales. Tras el caos creado y la decisión de la jueza que lo paralizó, la oficina presupuestaria de la Casa Blanca dio marcha atrás a una maniobra que, en opinión de los demócratas, invadía las competencias del Congreso. “Si el presidente Trump quiere cambiar las leyes de nuestra nación, tiene derecho a pedir al Congreso que las cambie. No tiene derecho a violar la Constitución de Estados Unidos. No es un rey”, remarcó en un comunicado el senador por Vermont Bernie Sanders.

“Poder absoluto”

“Nuestro país se enfrenta a una crisis extraordinaria. Donald Trump está intentando reclamar el poder absoluto de la presidencia”, denunció Rosa DeLauro, representante demócrata en la comisión presupuestaria de la Cámara de Representantes. “Trump ha dado a Elon Musk, un multimillonario irresponsable con inmensos conflictos de intereses, un acceso sin precedentes a las palancas del Gobierno y a información sensible y clasificada. Tal vez el trato fue que, a cambio de la contribución de 280 millones de dólares de Elon a la campaña, él podría jugar a ser presidente. Parece que ese fue el trato”, añadió en un comunicado.

“Un Gobierno en la sombra no elegido está llevando a cabo una toma de control hostil del gobierno federal. El DOGE no es una agencia gubernamental real. El DOGE no tiene autoridad para tomar decisiones de gasto. El DOGE no tiene autoridad para cerrar programas o ignorar la ley federal. No se puede permitir la conducta del DOGE. El Congreso debe tomar medidas para restablecer el Estado de derecho”, tuiteó Schumer, líder demócrata del Senado.

Con la metodología de Musk, muchas de sus acciones parecen inspiradas en el llamado Proyecto 2025, el programa de máximos conservador elaborado por una fundación privada para preparar el regreso al poder de los republicanos. Como candidato, Trump se desmarcó del documento. Como presidente electo, ha incluido en su equipo a algunos de sus responsables y está poniendo en marcha parte de sus políticas. Uno de los autores de ese programa es Russell Vought, al que Trump ha puesto al frente de la oficina presupuestaria de la Casa Blanca, que trabaja codo con codo con el DOGE.

“Las huellas de Russell Vought están por todas partes en la congelación ilegal de fondos de la semana pasada”, indica en un comunicado el jefe de Política y Activismo de Groundwork Collaborative, Alex Jacquez. “Detener la financiación de la atención sanitaria, la atención infantil y la asistencia alimentaria de los estadounidenses no fue un error. Fue intencionado, y el Proyecto 2025 es el plan. Ahora que Vought está dirigiendo oficialmente el espectáculo, podrá desatar su agenda radical en todo el Gobierno federal. Y si los tribunales lo detienen, tiene un amigo multimillonario con las llaves y la chequera del Gobierno: Elon Musk”.

La Constitución otorga al Congreso la competencia sobre la creación y desaparición de departamentos y agencias federales. La estrategia de Trump es vaciarlos desde dentro, como con USAID y la CFPB. Trump prometió en campaña eliminar también el Departamento de Educación. Es lo que espera que haga Linda McMahon, nombrada secretaria de Educación. “Le dije a Linda: ‘Linda, espero que hagas un gran trabajo en quedarte sin trabajo’. Quiero que se quede sin trabajo”, afirmó Trump este martes en la Casa Blanca.

El viernes le preguntaron a Trump si le había dicho a Elon Musk si había alguna agencia que no debía tocar: “Bueno, no hemos hablado mucho de eso. Supongo que se podría decir que es algo de alta inteligencia o algo así. Y yo mismo lo haré si es necesario”, contestó.

Elon Musk y su hijo X Æ A-Xii e
Elon Musk, con su hijo X Æ A-Xii en hombros, a su llegada a una reunión con congresistas en el Capitolio. JIM LO SCALZO (EFE)

Los republicanos del Congreso parecen respaldar las iniciativas de Musk. “Vamos a ver muchos cambios aquí en Washington”, dijo el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, el día en el que Elon Musk, con su hijo X Æ A-Xii sobre los hombros, fue al Congreso a presentar el DOGE. “Llevamos mucho tiempo lamentando el tamaño y el alcance del Gobierno, que ha crecido demasiado. Y permítanme ser franco al respecto: el Gobierno es demasiado grande. Hace demasiadas cosas y no hace casi nada bien”, zanjó.

Algunos han hecho sonar las alarmas por los posibles conflictos de intereses. Musk y sus empresas están siendo investigadas por diferentes agencias gubernamentales. Al tiempo, el multimillonario logra una enorme cantidad de dinero en contratos federales. También Palantir, la compañía presidida por Peter Thiel (que apadrinó políticamente a J. D. Vance, el vicepresidente), es contratista de la Administración. Los analistas preguntaron a los directivos de la compañía esta semana en la conferencia de presentación de resultados por las posibles disrupciones provocadas por el DOGE. “Nos encanta la disrupción, y lo que sea bueno para Estados Unidos será bueno para los estadounidenses y muy bueno para Palantir”, respondió el consejero delegado, Alex Karp. “Habrá altibajos. Hay una revolución. A algunas personas se les corta la cabeza. Es como si nos preparáramos para ver cosas realmente inesperadas y ganar, básicamente. Eso es lo que vamos a hacer”, continuó sin tapujos. Palantir ha subido en Bolsa un 350% en un año.

Mientras, Marko Elez, el colaborador racista de Elon Musk, se prepara para volver al DOGE. “Lo recuperaremos. Errar es humano, perdonar es divino”, tuiteó el multimillonario en respuesta a otro mensaje del vicepresidente, J. D. Vance, que escribió: “Obviamente, no estoy de acuerdo con algunas de las publicaciones de Elez, pero no creo que una estúpida actividad en las redes sociales deba arruinar la vida de un chico. No debemos recompensar a los periodistas que intentan destruir a la gente. Nunca. Así que digo que lo traigan de vuelta”.

A Trump le preguntaron por el caso el viernes en la rueda de prensa. “No sé nada de eso en particular, pero si el vicepresidente dijo eso... ¿Lo dijiste?”, le preguntó a Vance, que estaba allí presente y asintió. “Estoy con el vicepresidente”, remató Trump.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.
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