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Reportaje:

Acoso al Rey de las Nieves

Probablemente el animal más bello de la Tierra. Y uno de los más acosados por el hombre, que aún lo caza para obtener pieles y penes para extravagantes tratamientos contra la impotencia. Quedan 400 tigres de Siberia. Rusia apuesta por fin por salvarlo.

Probablemente el animal más bello de la Tierra. Y uno de los más acosados por el hombre, que aún lo caza para obtener pieles y penes para extravagantes tratamientos contra la impotencia. Quedan 400 tigres de Siberia. Rusia apuesta por fin por salvarlo.

La caza furtiva y la pérdida de hábitat ya han causado la extinción de tres subespecies de tigres. Las cinco que quedan están en la lista roja
Por si ocurriera lo peor, en los zoológicos existen tantos ejemplares de tigres de Siberia como en libertad, entre 400 y 500

Vladímir Volkov, cazador furtivo, moría hace algo más de un año en un hospital de la provincia de Primorskiy Kray, en el extremo sureste de Rusia. Un tigre de Siberia, moribundo tras sufrir los disparos de varios furtivos, acababa con la vida de uno de ellos después de cometer la imprudencia de bajarse del todoterreno desde el que alcanzaron al felino. Hombre y animal murieron en una historia de cazador cazado que se suma a otros sucesos similares que tienen como escenario este rincón de Asia en el que sobreviven los últimos 400 ejemplares de una de las cinco subespecies de tigre que quedan en el mundo. El tigre de Siberia es el mayor de todos sus compañeros de género (Panthera), incluido el león, y el de pelaje más denso y largo entre los tigres, aunque también el menos rojizo, como pide la adaptación a un medio muy diferente a las selvas tropicales.

La taiga rusa, de abigarrados bosques de coníferas, forma parte de la historia del paisaje en muchas de las provincias del sureste ruso y sólo la reserva protegida de la cordillera montañosa de Sijote-Alin resiste en buen estado de conservación. Es aquí donde se refugian los supervivientes de una subespecie de felinos que en sus mejores días repartían más de un millar de individuos a lo largo de 5.000 kilómetros de la frontera chino-rusa, desde el lago Baikal hasta Manchuria y la península de Corea. La distribución corresponde con el curso fluvial del Amur, de ahí que también se le conozca con el nombre de este río y que el vertido tóxico de benceno en noviembre pasado sobre uno de sus afluentes en China, el Songhua, supusiera un nuevo impacto negativo sobre este carnívoro y sobre la fauna de la que depende su sustento.

En la actualidad, esa esquina en la que confluyen los límites de Rusia, China y Corea del Norte alberga entre 334 y 417 ejemplares, que corresponden a las cifras del último censo dado a conocer el pasado junio. Sólo veinte resisten en territorio chino y menos aún en el coreano, por lo que la gran mayoría se concentran en los bordes y el interior de los bosques rusos.

A la reiterada causa de la pérdida de hábitat se suman otras no menos conocidas, tópicas y sangrantes que ponen en el filo de la extinción a numerosas especies. El comercio ilegal de pieles, huesos e incluso penes para llenar salas de trofeos denigrantes, vestir a personas de dudoso gusto y curar ilusoriamente a enfermos e impotentes, y la venganza por la intrusión del tigre en tierras agrícolas y ganaderas también compiten por acabar con estos grandes gatos. Son las mismas causas que también han colocado en peligro de extinción a las otras subespecies de tigres que sobreviven en Asia (Bengala, Indochina, China y Sumatra) y que las mantienen en el apéndice I de prohibición total de su comercio dentro del Convenio sobre Tráfico Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Y las mismas causas que condenaron a la extinción a tres subespecies: Caspio, Bali y Java.

Ejemplo de que este tipo de presión persiste es la incautación por parte de las autoridades de Taiwán de 140 kilos de huesos de tigre de Sumatra, incluidos 24 cráneos, el pasado agosto. Chris Shepherd, responsable de Traffic en el sureste asiático, estima: "Si hasta 2002 teníamos constatados 50 casos de ejemplares muertos o capturados en estado salvaje de la subespecie de Sumatra, esta incautación supone que en sólo tres años se ha sumado la mitad de todo lo conocido hasta esa fecha, lo que acelera el riesgo de extinción de los 400 tigres que quedan".

Traffic, organización encargada de velar por el cumplimiento del CITES, confirma que las tres causas de la muerte directa de ejemplares son "la protección personal de los habitantes de las zonas donde viven los grandes felinos; la protección o respuesta a la depredación de ganado, y las ganancias económicas por la venta de especímenes vivos, partes y productos derivados". De todas estas causas existen ejemplos en Siberia, en especial tras la desintegración de la Unión Soviética. Hasta entonces, las autoridades militarizaron la protección de la subespecie tras sufrir un periodo de furtivismo y tráfico ilegal que tuvo su cenit a mediados del siglo XX, momento en el que se conocieron los peores números, con mínimos de 30 ejemplares y máximos de 100. A comienzos de la década de los noventa, en puertas de la caída del régimen soviético, se llega con un censo aproximado de 430 tigres, pero sólo entre 1991 y 1992 se constata la muerte intencionada de 70. Muchos ciudadanos, desamparados social y económicamente, ven en la caza y captura del felino un medio más de sustento, y los antaño celosos protectores de su integridad se desentienden de su trabajo al desaparecer el férreo control de los superiores y constatar que hay otras necesidades más acuciantes que atender, incluida su propia supervivencia.

Aún hoy, a pesar de los esfuerzos realizados para conciliar la relación entre humanos y fauna salvaje, Yulia Fomenko, directora del departamento de relaciones públicas de WWF-Rusia, reconoce que el principal problema es la mentalidad de la gente: "Para la mayoría de campesinos, leñadores, tramperos, policías e incluso jueces, la caza de los tigres no es un crimen. La población rural tiene un salario por debajo de los 100 dólares mensuales, lo que empuja en muchas ocasiones a completar el sueldo con los beneficios de la caza ilegal". "Si es tan necesario para toda la humanidad que este animal sobreviva, ¿por qué tenemos que ser la gente pobre de estas tierras la que le protejamos?", claman algunos aldeanos de las provincias de Primorskiy Krai y Javaroks Krai.

La inquina hacia el felino provoca que en ocasiones se le atribuyan todo tipo de daños materiales y humanos, y que se acreciente su fama de bestia sanguinaria. Es cierto que ante la merma de su área natural de distribución y campeo, sale en busca de nuevas oportunidades de caza y merodea por zonas habitadas por personas y ganado doméstico. Aunque se suele conformar con un jabalí o un ciervo por semana, necesita contar con amplias manadas de estas presas para así disponer de un sustento directo y rápido, y evitar el desgaste excesivo de energía con grandes desplazamientos o cazas infructuosas. En estas circunstancias es cuando hombre y tigre se ven las caras. Por un lado, como competidores en la caza de ungulados salvajes, y por otro, como cuidadores y acechadores del ganado doméstico. En una de las últimas incursiones conocidas, un macho adulto acabó con la vida de seis ciervos y tres caballos en una granja de la aldea de Besverkhovo.

Para que no corra la sangre de la venganza, existe una tímida política de compensaciones económicas. Pero también aquí el desconocimiento, la desconfianza y la corrupción juegan sus cartas. Yevgueni Smirnov, zoólogo que trabaja como investigador en la reserva de Sijote-Alin y coordina el Proyecto Tigre de Siberia, relata su encuentro con un ganadero al que un tigre mató a dos de sus 50 vacas y cómo, tras anunciarle que sería indemnizado, le espetó: "¿Puede usted hacer algo para que el tigre se coma a las otras 48 vacas?". Si al trasfondo de esta descarada pregunta se une que los robos de ganado están a la orden del día, se puede entender la ineficacia de dichas compensaciones.

Lo que parece estar fuera de toda duda es que la mayoría de los ataques directos de tigres a personas están motivados por agresiones previas de los humanos, como en el caso de Vladímir Volkov. Está demostrado que cuando se captura a un ejemplar, vivo o muerto, que ha protagonizado estos sucesos, aparecen en su cuerpo marcas de balas o de algún lazo o cepo. Con este panorama, la labor de los protectores y guardas de las zonas protegidas cobra una especial dimensión humana y social, máxime cuando también ellos han probado las mandíbulas compuestas por colmillos de más de siete centímetros de largo.

Afortunadamente, tras un caótico periodo poscaída de la Unión Soviética, la situación empieza a reconducirse y los conservacionistas y guardas que trabajan sobre el terreno se ven más respaldados. Los resultados del último censo de 2005 dan muestras no sólo de la estabilización de la especie en unos 400 ejemplares, sino también del mayor grado de implicación de las autoridades rusas. Por primera vez en diez años, el Ministerio de Recursos Naturales ha destinado fondos específicos para la conservación del tigre de Siberia. En concreto, ha aportado 50.000 de los 300.000 dólares necesarios para realizar un censo fiable, con base científica.

En este aspecto, a nadie se le escapa la trascendental ayuda que prestan entidades y asociaciones ecologistas como Save The Tiger Fund (tras la cual se encuentra la compañía Exxon Mobile), Phoenix Fund, Liz Clairbone Art Ortenburg Foundation, 21st Century Tiger, Wildlife Conservation Society y el propio WWF (Adena en España).

Una de las iniciativas más interesantes creada en torno a la protección conjunta de esta área, de sus moradores del reino animal (con el tigre a la cabeza, por estar en la cúspide de la cadena trófica) y de sus poblaciones indígenas ha sido la declaración del bosque modelo de Gassinski. En Gassinski, como en los 40 espacios que integran la Red Internacional de Bosques Modelo, lo esencial es compaginar la conservación de la biodiversidad con el desarrollo social y económico de las comunidades locales. La explotación sostenible de la madera es una de las primeras medidas.

Este tipo de iniciativas van en la dirección principal: la mejora y conservación del hábitat natural del tigre de Siberia. De esta manera se podrá alcanzar lo que desde WWF-Rusia consideran como la población idónea, que está muy por encima de los datos aportados en el último censo. "El objetivo a largo plazo", afirma Yulia Fomenko, "es contar con una población genéticamente viable de al menos 300 hembras reproductoras, que equivaldría a unos 700 ejemplares en total".

Por si ocurriera lo peor, en varios zoológicos del mundo existen tantos ejemplares como en libertad (entre 400 y 500), y muchos de ellos están dentro de programas de conservación y de cría en cautividad. Los cuatro tigres de Siberia del Zoo Aquarium de Madrid forman parte de los Programas Europeos de Especies en Vías de Extinción que emprende la Asociación Europea de Zoos y Acuarios. Son descendientes de King y Kali, los dos primeros ejemplares que en 1983 llegaron desde Roma al parque madrileño.

Tigre de Siberia
Tigre de SiberiaJUAN CARLOS MUÑOZ
El tigre de Siberia sigue siendo presa de los cazadores furtivos. En los encuentros con el ser humano, el animal, si se ve rodeado, ataca con todo su poderío.
El tigre de Siberia sigue siendo presa de los cazadores furtivos. En los encuentros con el ser humano, el animal, si se ve rodeado, ataca con todo su poderío.JUAN CARLOS MUÑOZ

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