El laberinto de la 'choledad'
Cholo quiere decir mestizo en Perú; quien quiere se lo toma a mal, pero no es peyorativo. El ensayista Ricardo Palma, que mira desde una foto venerable el inmenso vestíbulo de la Feria de Guadalajara, dijo a finales del penúltimo siglo que los blancos no deben vanagloriarse, porque en Perú "quien no es inga es mandinga", quien no es inca es negro. Hay cholos en la historia; el último que recibe ese apelativo es el presidente Toledo, el Cholo Toledo, pero nosotros tuvimos en España un futbolista a quien llaman el Cholo Sotil. Perú, dijo el ensayista Guillermo Nugent, "es el laberinto de la choledad". Y el emblema que concibió el poeta Alonso Santos Rosas -agregado cultural de su país en París, autor del concepto de la participación chola en esta feria- tiene tanto de ese laberinto como del laberinto de Borges y del laberinto del que escribía Paz en su Laberinto de la soledad.
Ese concepto parte de la estructura de Chan Chan, una ciudad prehispánica hecha de barro, patrimonio de la humanidad y ahora en riesgo de deterioro. Una reliquia cuya laberíntica fisonomía inspira la presentación de las más importantes contribuciones que Perú le ha dado al mundo y se ha dado a sí mismo: poesía, patrimonio, diversidad cultural, gastronomía. Te reciben en cada uno de los extremos de las entradas de ese laberinto personajes como Blanca Varela -"¿cómo no ha tenido el Cervantes?", preguntaba Santos-, César Vallejo -y ese verso suyo: "... pero el cadáver, ay, siguió muriendo"-... Perú es el país de la megadiversidad, es sierra, costa, selva, mar..., y el Inca Garcilaso de la Vega, al que el sistema Word convierte insistentemente en Gracilazo. El cuarto centenario de su La Florida del Inca, que se celebra este año, hubiera sido otro si Cervantes no hubiera escrito el Quijote.
Y -ya que estamos en el laberinto borgiano- Cervantes no hubiera escrito ese libro de los libros si el Consejo de Indias hubiera aceptado su petición -del 21 de mayo de 1590- de irse a vivir a Perú. Acaso para convertirlo todo en circular y simbólico, el diario El Comercio, de Lima, acaba de publicar una edición de lujo de la novela de Cervantes ilustrada por los campesinos de Sarguas, en Ayacucho. Es la primera traducción en quechua; faltaba. Cervantes no hizo el viaje, pero ahora lo han hecho, finalmente, cholo.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.