"Me interesa el factor humano de la globalización"
La última novela de Salman Rushdie (Bombay, 1947) es una historia de amor y de venganza que se prolonga por distintos países y que tiene Cachemira como centro. El título, Shalimar el payaso (Mondadori), hace referencia a un personaje que, al ver contrariado su amor, se convierte en terrorista islámico y da muerte a un antiguo embajador norteamericano en la India que responde al improbable nombre de Max Ophuls. "El tema del terrorismo está en la novela, pero es una trama secundaria", comentaba ayer un relajado Salman Rushdie en Barcelona. "Lo que me interesaba era ver cómo los personajes afrontan la traición y la venganza y, en relación con esto, la idea del perdón y de las cosas que no se pueden perdonar. En Occidente no se comprende tanto la idea oriental del honor y la vergüenza y sobre esto quería escribir".
"Me resultó atractivo plasmar una manera de pensar totalmente distinta a la mía"
Al situar buena parte de su novela en el idílico pero convulso valle de Cachemira, señala Rushdie que se vio impulsado, casi sin pretenderlo, a hablar de terrorismo. "Me resultó atractivo intentar plasmar en un libro una manera de pensar totalmente distinta a la mía", confiesa. "Uno de los pasajes que más me costó escribir es el que trata de un campo de adiestramiento de la yihad. Allí se ve cómo al personaje de Shalimar le imponen una nueva manera de ver el mundo. De hecho, pienso que la situación mundial que vivimos ahora se debe a un conflicto de maneras de ver la realidad".
A pesar de que tuvo que vivir en la clandestinidad durante nueve años por culpa de la fetua dictada por el imán Jomeini a finales de los años ochenta, señala Rushdie que no ha querido escribir sobre aquello. "Aquella experiencia me sirvió, por supuesto", comenta, "pero hice una investigación para completarla. Por fortuna, en mi vida nunca me he topado con un terrorista, pero durante los años de la fetua tuve que pensar mucho en ello. Ese periodo, por cierto, también me sirvió para conocer a gente muy poderosa, en la que me he inspirado para retratar a Max, un personaje que no se siente culpable de nada y al que casi todos perdonan lo que hace".
En un ambiente marcado por la tragedia y el destino, Shalimar el payaso se construye a base de mostrar distintos aspectos de la realidad en un mundo globalizado. "Me interesa el factor humano de la globalización", puntualiza Rushdie, "pero no el nivel económico. De hecho, es algo sobre lo que quería escribir desde que publiqué Los versos satánicos (1988). El tema central de aquella novela tenía que ver con las consecuencias de la emigración, sobre el hecho de que alguien nacido en un determinado lugar acabe viviendo en la otra parte del mundo. Me interesa la conexión entre estos lugares distantes y ver cómo afecta a las personas. Por un lado, tenemos el destino, y por el otro, el carácter".
Acerca de las actuales relaciones entre el mundo islámico y Occidente, Rushdie confiesa que "es difícil ser optimista". "Creo que es un conflicto entre una parte del islam, la más fanática, y el resto del mundo", dice. "Las cosas están muy mal, pero pienso que el radicalismo islámico está provocando rechazo en países como Afganistán e Irán. La esperanza es que se trate de un fenómeno a corto plazo. Por desgracia, esto en historia puede significar unos setenta años; es decir, toda una vida".
Preguntado sobre si piensa escribir algún día sobre su desagradable experiencia como escritor perseguido, Rushdie rechaza la idea con un manotazo. "Para mí, aquello sucedió hace muchos años", afirma convencido. "Escribí algo de eso en un ensayo de unas cien páginas, pero no quiero volver a aquella experiencia. Por otra parte, me alegra decir que ya no tengo que pensar en eso. Se llevó nueve años de mi vida y ya basta. Nunca me interesó la autobiografía. De todos modos (sonríe mientras se mesa la barbilla), durante aquellos años escribí una especie de diario imperfecto sobre lo que me estaba sucediendo. No es literatura, sólo notas, pero significa que si algún día pienso escribir sobre aquello, el material de partida ya lo tengo. ¿Quién sabe? Quizá cuando sea más viejo, para pagarme la jubilación. De momento, sin embargo, prefiero seguir adelante y pensar en más novelas".
Babelia
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