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Columna
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¿Quién necesita a Dios si existe Greenspan?

Joaquín Estefanía

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Francois Trichet anunció el viernes su disposición a elevar el precio del dinero en la zona euro de manera inmediata. ¿Por qué, si la inflación está más o menos igual que en otras ocasiones y el BCE lleva haciendo de don Tancredo en los dos últimos años y medio? ¿De qué información dispone el BCE sobre la coyuntura para esa alteración tan sustancial en su política habitual? Ahora que han empezado las honras para despedir a Alan Greenspan como presidente de la Reserva Federal (Fed), el otro gran banco central, conviene recordar sus palabras en uno de sus discursos más conocidos: cuando en diciembre de 1996 recogió el concepto de Schiller e introdujo el concepto de la exhuberancia irracional de los mercados, Greenspan también añadió otra idea: "La Fed debe ser tan transparente como cualquier agencia del Gobierno. En una sociedad democrática no se puede aceptar que un grupo de individuos no electos se hallen investidos de importantes responsabilidades, sin estar abiertos al escrutinio público y a auditorías".

Lo que vale para la Fed debe servir para el BCE. Trichet hizo el anuncio de la subida de tipos poco después de que los ministros de Economía y Hacienda del eurogrupo le pidieran que esperase un poco, que fuese prudente para no quebrar el anémico crecimiento de la economía europea. Si sube los tipos, será la primera vez que el BCE lo hace en los últimos cinco años. La autoridad monetaria europea está regida por un objetivo concreto de inflación (que no se cumple desde hace tiempo) del 2%. En el artículo 105 de sus estatutos se dice que el objetivo del banco es "el mantenimiento y la estabilidad de los precios", y según el 107, el banco "no puede solicitar ni aceptar instrucciones de las instituciones o de los organismos comunitarios, ni de los gobiernos de los Estados, ni de ningún otro organismo". ¿Quiere Trichet sacar el pecho de lata de la independencia ante la demanda de los ministros? Demasiado poco argumento para subir los precios del dinero. Al otro lado del Atlántico, la política monetaria ha sido mucho más activa. Los tipos están en el 4% en el momento en que Ben Bernanke (BB), hasta ahora presidente del Comité de Asesores Económicos de la Casa Blanca, ha solicitado la venia del Senado para ser el próximo presidente de la Fed. El reto de BB es hacer olvidar a Greenspan, de quien el New York Times escribió un histórico editorial, titulado de modo poco frecuente para la labor de un banquero central: "¿Quién necesita a Dios si tenemos a Greenspan?" (seguramente, si ello hubiera sido publicado en España, algunos de los nuevos fundamentalistas lo hubieran considerado un titular blasfemo).

BB habrá de oscilar entre esa valoración extraordinaria de su antecesor y la versión contraria, que alguna vez ha expresado el gurú de los neoliberales más radicales, el Premio Nobel de Economía, Milton Friedman, que opina que la Fed siempre está equivocada en 180 grados: que sube los tipos demasiado tarde, cuando la economía ya se ha desacelerado, o las baja cuando la economía ya se ha acelerado de nuevo.

Entre deseos de continuidad acerca de la labor de su antecesor, el que será el presidente de la Fed introducido un cambio significativo para el futuro: establecerá un tope de inflación en EEUU, siguiendo las tesis del BCE. Pero ese objetivo no ha sido necesario para Greenspan, poco dado a normas y teorías y sólo obsesionado por los datos de la coyuntura. La Fed tiene un doble mandato: la estabilidad de los precios y la creación de empleo. La flexibilidad de Greenspan ha dado como resultado una sutil transferencia del poder político hacia el presidente de la Fed, una consolidación de su influencia en una institución donde otros gobernadores tienen un voto de igual valor que el suyo. Como dice Woodward en su biografía (Greenspan. Editorial Península), "el éxito le ha escudado no sólo de las críticas sino también de una cuestión más obvia: ¿quién lo eligió?" A Greenspan le eligió por primera vez Ronald Reagan; a BB, Bush.

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