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Ofensiva de Zapatero para recuperar confianza

El presidente se rodeará de un "núcleo duro" y dará paso a una "nueva etapa" de Gobierno

Luis R. Aizpeolea

José Luis Rodríguez Zapatero reforzará el "núcleo duro" de su Gobierno y potenciará la presencia pública de los ministros en las políticas concretas en una "nueva etapa" en la que impulsará la agenda económica, la política de seguridad, el papel de España en la UE y continuará con su política de reformas sociales con la ley de igualdad como tema estrella. Zapatero quiere "zanjar cuanto antes" los temas de "controversia política", como la reforma del Estatuto de Cataluña. Su Gobierno ha dirigido al presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, el mensaje de que "si no es posible reformar a fondo el proyecto de Estado de Cataluña, no habrá Estatuto".

El "núcleo duro" de Zapatero lo formarán los dos vicepresidentes, María Teresa Fernández de la Vega y Pedro Solbes; el jefe de Gabinete de la Presidencia, José Enrique Serrano; el secretario de Comunicación, Fernando Moraleda; el portavoz en el Congreso, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el secretario de Organización, José Blanco.

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Es la primera respuesta del Gobierno tras la reflexión abierta por el desgaste sufrido a causa del debate sobre el Estatuto catalán, que reflejan todas las encuestas, incluida la del CIS de octubre pasado. El Ejecutivo concluye que el debate territorial "siempre ha perjudicado al PSOE y favorecido al PP porque su mensaje es simplista y el del PSOE más complejo". "Es más fácil que llegue al electorado el mensaje simple de que con la reforma del Estatuto de Cataluña, España se rompe, aunque sea mentira, que la pretensión de Zapatero de integrar a los nacionalismos en el Estado. Esta apuesta positiva necesitará tiempo para visualizarse", señalan las mismas fuentes.

El Gobierno no renunciará a las reformas territoriales, recogidas en su programa electoral. Ni tampoco a su objetivo prioritario en la legislatura de lograr la paz en Euskadi, "con prudencia, discreción y al amparo de la ley".

Pero ha decidido acelerar la reforma del Estatuto catalán para frenar el desgaste. Pretende que en enero se conozcan, tras los contactos iniciados entre los partidos implicados, las posibilidades de que la reforma llegue a buen fin, con importantes cambios en su contenido. "Si no fuera así, el PSOE se plantaría y el proyecto de Estatuto no entraría en la Comisión Constitucional del Congreso en febrero. Esto lo sabe Pasqual Maragall", dicen fuentes gubernamentales.

El Gobierno avala su posición en los sondeos que muestran que la gran mayoría de ciudadanos, también en Cataluña, asumen que el proyecto debe aprobarse en las Cortes con importantes cambios. "Pensamos que, en el peor de los casos, en el que los partidos catalanes sean reacios a los cambios, la sociedad entendería que el PSOE se plantara", dicen en el Gobierno.

Pero el debate sobre el Estatuto también ha denotado errores en el funcionamiento del Ejecutivo. "El Gobierno no ha hecho pedagogía sobre la reforma del Estatuto y ha respondido tarde a posiciones de los partidos catalanes que causaban alarma. También ha pasado con la reforma educativa", dicen en el Gobierno. "La consecuencia es que el presidente se ha metido en la bronca política".

Pero el Ejecutivo considera que la educativa, con la defensa de parte de los obispos de privilegios de la Iglesia frente a la posición del Gobierno que defiende el interés general, le va "bien". "Pero los grandes debates políticos, como el del Estatuto, dividen a la sociedad y nos alejan de la ciudadanía".

En el PSOE detectan "cierto déficit de presencia ministerial" mientras los ministros se quejan de la "excesiva intromisión" del partido en su actividad. Así, el plan de la vivienda y el pacto presupuestario con los socios fueron anunciados desde la sede del PSOE; la cena con los presidentes autonómicos del PSOE, lo mismo; o la introducción de enmiendas a los Presupuestos desde el Grupo Socialista sin consentimiento del ministro de Economía, señalan en el Ejecutivo. "Se desarrolla un modelo que prima al partido, con la consiguiente desautorización del Gobierno".

La respuesta de La Moncloa pasa por fijar nuevos objetivos y reforzar los medios. Zapatero abrirá una etapa en la que "prime el debate de los asuntos de interés ciudadano y el acercamiento a la calle". Para ello impulsará la agenda económica y "hará pedagogía sobre la economía española, la más sólida de la UE, lo que desmiente la sensación de inestabilidad que quiere crear el PP con su política de crispación".

Con la apuesta por reforzar la seguridad en el tráfico, calles, fronteras y trabajo tratará de "acercarse a un problema muy sentido por la ciudadanía". También aumentará su participación en Europa con políticas que desarrolla en España como la extensión de derechos y continuará con las reformas sociales, que han marcado su primera etapa, con iniciativas como la Ley de Igualdad y la de Dependencia.

Este plan lo ejecutará con el refuerzo del "núcleo duro" del Gobierno y un aumento de la coordinación con el Grupo Parlamentario y el partido. Su objetivo es que los ministros amplíen su gestión e implicación en hacer pedagogía de las políticas concretas. "El presidente ha tenido una agencia institucional sobrecargada y un déficit de contacto ciudadano. A él y a los ministros hay que introducir la agenda de lo que se hace y no de lo que se dice y acercarlos a la calle".

José Luis Rodríguez Zapatero, durante la rueda de prensa en Évora.
José Luis Rodríguez Zapatero, durante la rueda de prensa en Évora.EFE

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