Elegancia de gran reserva

Un excelente vino catalán para sentirnos satisfechos después de beberlo, tras varias horas abierto, pues no desvela fácilmente su complejidad. Así que, paciencia, que la espera merece la pena. Porque nos encontramos ante el mejor y más representativo tinto del Pago Jean León, procedente de una viña vieja de ocho hectáreas que apenas produce un kilo por cepa. Representa una forma de hacer que, desgraciadamente, está siendo cuestionada, cuando no arrinconada, por la moda de la frutosidad evidente y extrema. Pero debe seguir existiendo un lugar para los grandes reservas que han conformado su carácter en la larga crianza en roble y botella, como hace este Vinya La Scala del 1997. Una viticultura de terroire, más la perfecta elaboración y crianza, han dado como resultado un soberbio vino, de notable elegancia, firme pero estilizada estructura, buena acidez y suficientemente tánico. Vino al que el tiempo ha limado hasta el terciopelo. En sus aromas de frutillos silvestres hay plenitud y carácter varietal, junto a especias y complejísimas notas de reducción, aunque el roble reclama todavía demasiado protagonismo, lo que se atemperará en unos años. Y que remata la faena, vistiéndose con una maravillosa etiqueta de Antoni Tàpies.