La crisis del Gobierno de Sharon se agrava con el procesamiento de su hijo por fraude
Omri Sharon violó la ley de recaudación de fondos electorales, según la fiscalía de Tel Aviv
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, está padeciendo en noviembre un calvario. Primero fue la rebelión de ocho diputados de su partido; le siguió la exigencia del nuevo presidente laborista, Amir Peretz, de anticipar las elecciones, y, para más inri, ayer su hijo, asesor y también legislador, Omri Sharon, fue procesado por un tribunal de Tel Aviv por violar los límites fijados en la ley para la recaudación de fondos en campañas electorales. Fue durante las primarias del Likud en 1999 en las que su padre resultó vencedor. Omri podría ser condenado a una pena de siete años de cárcel.
El diario Haaretz anunció ayer que Omri Sharon, de 41 años, se dispone a abandonar su carrera política. El acusado confesó los delitos de fraude y perjurio como parte de un acuerdo con la Fiscalía por el que la imputación de abuso de confianza será sustituida por un cargo menor. Previsiblemente, la sentencia se conocerá dentro de dos meses y medio.
El acusado recaudó de un amigo de su padre afincado en Suráfrica y de varias empresas israelíes y extranjeras, algo prohibido por la normativa, seis millones de shekels (poco más de un millón de euros) para la campaña de las primarias de su padre en 1999.
Ariel Sharon siempre alegó que sus ocupaciones políticas no le permitían encargarse de la financiación de sus actos políticos, y que dejó en manos de sus dos hijos el acopio de fondos. No obstante, la Brigada Anticorrupción y el Departamento de Investigación Internacional de la Policía investigaron al primer ministro en octubre de 2003, durante siete horas. Se convirtió en el tercer jefe de Gobierno israelí en ser interrogado por un caso de corrupción. Su hoy encarnizado rival dentro de su propio partido, Benjamín Netanyahu, y el laborista Ehud Barak, le precedieron en tan deshonrosa lista.
Aunque judicialmente el jefe del Gobierno no está imputado, el proceso penal contra Omri no puede ser más inoportuno. Mañana está prevista una reunión decisiva de Ariel Sharon con Amir Peretz, nuevo líder del Partido Laborista, recién elegido el pasado miércoles tras derrotar al veterano Simón Peres. Sólo hay un asunto en la agenda de esa cita: la fecha para la celebración de elecciones anticipadas, pues están previstas para noviembre de 2006. Nadie baraja la posibilidad de que el primer ministro pueda mantenerse en el cargo.
Peretz, con una agresividad que le han reprochado hasta en sus propias filas, exige que los comicios se celebren en marzo. Y para ello anunció, nada más hacerse con la victoria en la elección interna del Partido Laborista, que los diputados de su grupo parlamentario retirarían su apoyo al actual Gobierno de coalición que forman los laboristas y el derechista Likud. Ayer, el impetuoso Peretz, sindicalista de 53 años y extremadamente crítico con la política económica del Ejecutivo, dio un paso más: exigió a sus ministros una carta de dimisión para el caso de que no alcance con Sharon un acuerdo de su agrado sobre la fecha de las elecciones legislativas.
El titular de Interior, Ofir Pines-Paz, aseguró ayer tras una reunión con los demás ministros laboristas: "Si Sharon no alcanza un pacto con Peretz, tomaremos medidas unilaterales. Una de ellas será presentar nuestra dimisión". Prometen hacerlo 48 horas después de la reunión entre ambos líderes.
Peretz no ha atemperado su frenesí, pero al menos ha dado un mínimo margen a Sharon. Ayer pidió a los partidos de oposición que aplazaran hasta el lunes la presentación de cuatro mociones para disolver el Parlamento, que en principio iban a debatir hoy. Todo a la espera de los frutos de su negociación con el acosado jefe de Gobierno.
Por si fuera poco, durante estas jornadas Sharon no puede estar más atareado. A las conmemoraciones por el décimo aniversario del magnicidio de Isaac Rabin a manos de un fanático judío en una plaza de Tel Aviv, se ha sumado la negociación con la Autoridad Nacional Palestina sobre el cruce fronterizo de Rafah, entre Egipto y la franja de Gaza, territorio que los soldados hebreos abandonaron hace ocho semanas tras casi cuatro décadas de ocupación.
Movimientos internos
Como a perro flaco todo son pulgas, Sharon también tiene que prestar atención a los movimientos dentro de su propio partido. Ocho diputados del Likud votaron el pasado día 7 contra su propuesta para designar a tres ministros en una remodelación de su Gabinete. Encabezaron la revuelta los diputados Uzi Landau y Benjamín Netanyahu.
Aunque tras las más que creíbles amenazas de Peretz de desbaratar el Gobierno las aguas del partido derechista bajan menos revueltas, Netanyahu aseguró el lunes que no piensa de ninguna manera abandonar la competición por hacerse con las riendas del partido. Los asesores de Sharon no descartan la idea de que su jefe se lance a crear un nuevo partido en el ya atomizado panorama político israelí.
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