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La feria Loop de videoarte celebra su edición más internacional y selectiva

52 galerías de 13 países presentan las obras en las habitaciones de un hotel de Barcelona

La tercera edición del festival Loop de videoarte (www.loop-barcelona.com) abrió ayer sus puertas al público en el hotel Barceló Sants, de Barcelona, con el objetivo de consolidarse como una de las citas imprescindibles para conocer el momento actual del medio. Para conseguirlo se ha creado este año un comité de selección -52 galerías participantes, de las que 33 son extranjeras-, al tiempo que se busca que las obras presentadas sean estrenos absolutos, algo que empieza a conseguirse. La feria cuenta con numerosas actividades paralelas repartidas por la ciudad.

A medio plazo, el objetivo es que Loop sea el marco elegido por muchas galerías para presentar los nuevos trabajos de los videoartistas que representan, algo que atraería aún más la atención de críticos y coleccionistas. En esta edición, una decena de obras son inéditas, pero en cualquier caso lo interesante es que la abrumadora mayoría de los vídeos presentados están realizados en 2005. Es lo que le corresponde a una feria que quiere tomar el pulso a una técnica que, pese a las dificultades que aún tiene para ocupar su lugar en el mercado, se ha convertido en uno de los medios más brillantes de expresión artística de los últimos años.

"El vídeo tiene aún muchas potencialidades y está en la fase de experimentación, por lo que muchos caminos están abiertos", indica el coleccionista Jean-Conrad Lemaître, que este año ha sido uno de los integrantes del primer comité de selección junto a los galeristas Anita Beckers y Christian Viveros-Faune.

La variedad de las propuestas y la calidad media de muchas de las obras son la nota destacada de esta edición que estará abierta hasta el domingo. Pueden verse vídeos de ficción absoluta -como la perturbadora historia de locura y sueño que narra Cindy Jansen en Alice, en la holandesa galería MK-; otros que combinan realidad y ficción, y algunos que son subjetivos documentos de paisajes o personas reales, como Pagaremos por escuchar el silencio, de Mireya Masó, en la holandesa Mirta Demare, o el vídeo que refleja el minuto previo a que siete pacientes queden dormidos por la anestesia, Still under Treatment, de Aya Ben Ron, en la galería israelí Chelouche.

Se mantiene la tendencia, presente desde los inicios del medio, de que el vídeo refleje una performance del artista. Resulta curiosa en este aspecto la pieza Real time, de Adel Abdessemed, en la parisiense Kamel Mennour, en la que se muestran 30 segundos enlazados en bucle de una performance más larga del artista en la que seis parejas hacían el amor ante un público que aplaudía en el momento del clímax.

Pueden encontrarse también autores que optan por la animación -protagonista absoluto del vídeo en 3D Ambientes hostiles, de Txuspo Poyo, en la galería bilbaína Vanguardia- o por la combinación de vídeo y ordenador, como en la poética reflexión sobre el hogar y el deseo de huida de Dream house, de la bosnia Sejla Kameric, en la galería eslovaca Courtesy Gandy. La política está también presente de diversas formas, desde el documento puro y duro a la crítica irónica que plantea, por ejemplo, Ópera para emigrantes mexicanos, de Javier Velasco, en la galería Trama, en la que un contratenor canta las recomendaciones a los emigrantes del Gobierno mexicano.

Las piezas, con ediciones variables que suelen oscilar entre las tres y las seis copias, se venden a precios cuyo arco abarca de los 1.200 a los 36.000 euros.

Un asistente a la feria ve el vídeo <i>Alice, </i>de Cindy Jansen.
Un asistente a la feria ve el vídeo Alice, de Cindy Jansen.JOAN SÁNCHEZ

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