EE UU quiere impulsar un mercado común en la cumbre de las Américas
Mercosur y Venezuela, reacios a crear un bloque comercial regional
La propuesta estadounidense de impulsar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) ha propiciado un fuerte enfrentamiento entre las delegaciones de los 34 países que a partir de hoy participarán en la IV Cumbre de las Américas en la ciudad argentina de Mar del Plata. A favor de la propuesta de EE UU está la mayoría de los países, a excepción del Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) y Venezuela.
Las discusiones sobre el ALCA han desplazado en las conversaciones previas al, en teoría, tema de la cumbre: "Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la credibilidad democrática". "Es un hueso atravesado en la garganta", ha declarado el ministro de Exteriores venezolano, Alí Rodríguez, que ayer participó junto a sus homólogos en las últimas sesiones de trabajo previas a la reunión de hoy de los jefes de Estado, que ayer llegaron a la ciudad costera argentina.
Washington está decidido a hacer avanzar la propuesta y cuenta para ello con el respaldo firme de Canadá, México y Chile, países con los que ya tiene tratados económicos especiales.
Enfrente, se encuentra el Mercosur, al que en diciembre se sumará como miembro pleno Venezuela. Una oposición que se ha dado desde que, en 1994, EE UU propusiera unificar todo el continente en un área de libre comercio. Sin embargo, algunos socios del Mercosur se han mostrado partidarios de alcanzar acuerdos bilaterales con EE UU, lo que en la práctica supondría la ruptura de la estrategia comercial del mercado común suramericano.
Relaciones tensas
En esta tesitura se encontraba ayer Uruguay, que junto a otros 23 países del continente negocia diferentes acuerdos económicos con EE UU. Según la prensa uruguaya, las relaciones entre el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, y el argentino, Néstor Kirchner, pasan por uno de sus momentos más bajos. Tabaré no está de acuerdo con el escoramiento del bloque regional hacia posturas radicales como las defendidas por Hugo Chávez, mientras, desde el lado argentino, la instalación de fábricas papeleras en la margen uruguaya del río que separa a ambos países ha distanciado a dos mandatarios que, en principio, comparten una ideología similar.
Mientras los funcionarios discuten en los hoteles cercanos a la playa, los ciudadanos asisten a un despliegue sin precedentes tanto de fuerzas de seguridad como de convocatoria de actos de protesta por la presencia del presidente de EE UU en suelo argentino. A pesar de la profusión de cartelería y del anuncio de manifestaciones, los argentinos se muestran divididos. Una encuesta publicada el martes, de la empresa consultora Equis, mostraba que un 60% de los argentinos aprueba la presencia de Bush en su territorio y un 37% está en contra.
La reunión de Bush con Kirchner, prevista para mañana, es de gran importancia para el Gobierno argentino. Buenos Aires mantiene discrepancias con Washington en aspectos como la guerra de Irak pero, en general, están en sintonía. Durante el encuentro es probable que surja el tema de la próxima negociación que Argentina debe mantener con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre los pagos de la deuda externa. Como vía de entendimiento, el ministro de Economía argentino, Ricardo Lavagna, condicionó ayer la aceptación del avance en el ALCA a la eliminación de los subsidios agrícolas estadounidenses.
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