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Reportaje:

Cajal y las células madre

El científico español descubrió células "encargadas de la regeneración" y predijo su importancia en el cáncer

Javier Sampedro

"El organismo está hecho de dos clases de elementos, las células adultas que no pueden revertir al estado embrionario [...] y los corpúsculos germinales, células indiferenciadas específicas de cada tejido. Las segundas carecen de actividad fisiológica útil, pero se encargan de la regeneración del tejido, tanto en la fisiología normal como en los procesos patológicos".

La frase serviría en cualquier artículo actual sobre las células madre, pero fue escrita por Santiago Ramón y Cajal hace más de un siglo, en 1896. Es una de las asombrosas intuiciones de Cajal que hoy desempolva en Nature Reviews Cancer un trabajo coordinado por Alfredo Martínez y Virginia Marín, del Instituto Cajal (CSIC). Uno de los firmantes es Santiago Ramón y Cajal Junquera, nieto del premio Nobel.

Las célebres contribuciones de Cajal a la neuroanatomía han eclipsado el resto de sus trabajos, pero el científico publicó "muchos artículos de investigación originales sobre la patología de la tuberculosis, la lepra, la sífilis, la rabia, el cólera y, por supuesto, el cáncer", escriben los autores. "Muchas de sus intuiciones no han sido demostradas hasta 50 u 80 años después, pero rara vez se equivocó Cajal en sus predicciones".

El Instituto Cajal conserva 4.529 muestras histológicas montadas personalmente por Cajal, y los autores han examinado a fondo las 97 que corresponden a casos de cáncer, y también todos sus artículos sobre el tema.

Uno de los métodos de tinción microscópica desarrollados por Cajal revelaba con gran claridad qué células estaban en proceso de división y, tras observar muchas muestras de tumores y de tejidos normales, el científico formuló una teoría llamada "doctrina general de la composición del tejido", de donde está tomada la cita que abre este artículo.

Cajal también percibió la importancia de los vasos sanguíneos que solían acompañar a los tumores -propuso que eran necesarios para llevar oxígeno y nutrientes a las células cancerosas-, y hasta llegó a conjeturar (en 1930) que eran las propias células tumorales las que emitían una señal química a los tejidos circundantes para inducir la formación de esos vasos sanguíneos. Este proceso se conoce hoy como angiogénesis, y es un campo de investigación muy activo en oncología.

"Sus contribuciones a la investigación del cáncer han pasado inadvertidas, sobre todo porque las publicó en español", escriben (en inglés) Martínez y sus colegas.

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