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LA REFORMA DEL ESTATUTO CATALÁN

Zapatero descarta un pacto en solitario con Rajoy para "reescribir el Estatuto"

El presidente pedirá al PP en su discurso del miércoles que abandone la "actitud tremendista"

Luis R. Aizpeolea

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, emplazará al líder del PP, Mariano Rajoy, a que abandone su "actitud tremendista" sobre la reforma del Estatuto catalán y a que el PP plantee sus enmiendas en la Comisión Constitucional del Congreso, donde se tramitará desde febrero. Lo hará en el pleno del próximo miércoles, en el que se debatirá y votará la admisión a trámite de esa reforma estatutaria.

Zapatero descarta un pacto bilateral y exclusivo con el PP para "reescribir el Estatuto", como ha pedido Rajoy, porque "la reforma del Estatuto no sólo afecta al PP sino a otros partidos", según La Moncloa. Pero desearía que el PP participara, con los demás grupos, en el debate de las enmiendas, para lograr un pacto multilateral sobre un texto "ajustado a la Constitución y al interés general".

El debate servirá para que cada partido fije su posición en el trámite negociador en Cortes
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La sesión del miércoles en el Congreso servirá a Zapatero y a los partidos para dibujar las posibilidades de reforma en las Cortes del proyecto de Estatuto y su estrategia de negociación. "Tras el debate, cada partido definirá su actitud en la negociación de la reforma en función de lo que digan los demás y, con ello, calibrará sus posibilidades en las Cortes", dicen en La Moncloa.

La intervención de Zapatero, que será la primera, una vez que los representantes de los tres partidos catalanes proponentes de la reforma -PSC, ERC e IU-IV- la expongan en media hora, marcará la pauta del debate. Zapatero se mueve en el filo de la navaja entre el PP, que no quiere siquiera que se tramite el texto, y los partidos catalanes, sus socios parlamentarios de ERC e IU-IV, además de CiU, que desean que el texto pase por las Cortes con los menores cambios posibles.

Zapatero resaltará su respeto al derecho del Parlamento catalán a proponer la reforma, con lo que atacará la posición del PP, contraria a su tramitación. "Será un discurso sobre la democracia y el derecho de unos partidos a proponer y de otros a enmendar el Estatuto para ajustarlo a la Constitución y al interés general", según La Moncloa.

Pero la parte del discurso de Zapatero más esperada es la que fijará las "líneas rojas" que no puede traspasar la reforma en el Congreso. Según La Moncloa, afectará a cuatro aspectos: modelo de financiación, leyes orgánicas, competencias y denominación de Cataluña como nación. "Será un discurso claro, en el que expondrá qué pretende cambiar y por qué, con la vista puesta en el conjunto de España", según sus asesores. Esa intervención estará complementada por la del portavoz del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Zapatero, que fue profesor de Derecho Constitucional, redactará este apartado y buena parte de su discurso. Para ello cuenta con el asesoramiento de los cuatro expertos -Francisco Balaguer, Alejandro Sáiz, Javier García y Manuel Medina- que han elaborado el dictamen del PSOE, con los que almorzó el pasado miércoles en La Moncloa.

Tras la pauta que marcará Zapatero, los partidos enseñarán sus cartas, algo decisivo en este proceso en el que el PSOE ha anunciado que enmendará el texto, mientras que no lo harán sus socios -ERC e IU-. Pero la ronda que Zapatero y el primer secretario del PSC y ministro de Industria, José Montilla, han mantenido esta semana con los líderes de Esquerra Republicana, Convergència i Unió e Iniciativa per Catalunya Verds ha permitido conocer los márgenes de negociación. Aunque no revelaron sus posiciones definitivas, ni Zapatero precisó las enmiendas que presentará el PSOE, los representantes de CiU, ERC e ICV dejaron constancia de su disposición a alcanzar acuerdos.

Las reuniones han estado marcadas por la percepción del clima de hostilidad que suscita el proyecto de Estatuto fuera de Cataluña. Zapatero y los líderes de los citados partidos catalanes coincidieron en el deseo de contribuir a que el debate del miércoles sirva para rebajar la tensión y la preocupación. El PSC admite, que así como el PP ha contribuido mucho a la tensión, también algunas "declaraciones altisonantes" de Carod y Maragall la han fomentado.

También acordaron escenificar que hay voluntad de diálogo en los partidos para reformar el texto a su paso por las Cortes. Esta voluntad quedará aún más remarcada si Rajoy plantea un discurso de confrontación contra el Estatuto, que pondría más de relieve su aislamiento.

Los partidos catalanes que impulsan la reforma coinciden también con Zapatero en el propósito de enfriar el debate parlamentario sobre el Estatuto, que comenzará en la Comisión Constitucional en febrero. Para entonces esperan que exista un principio de acuerdo, para que el "debate en comisión no sea agónico y no se repita el espectáculo del Parlamento de Cataluña".

Zapatero cuenta con que a todos los partidos, a excepción del PP, les interesa que haya Estatuto: al PSOE, por su apuesta tan comprometida, y a los partidos catalanes que lo apoyan porque si fracasara tendrían muy difícil presentarse la próxima vez ante su electorado con la reclamación de una reforma estatutaria. "Será una negociación muy difícil, pero habrá Estatuto. El PSOE aceptará lo máximo que pueda del texto y los partidos catalanes cederán el máximo", vaticina el ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla.

El recurso de la historia

La Moncloa duda en recurrir a la historia para reforzar el discurso del presidente del Gobierno, el próximo miércoles, ya que hay partes del discurso del jefe del Gobierno de la República Manuel Azaña sobre el debate del Estatuto de Cataluña, celebrado en el Congreso, en 1932, que cobran gran actualidad.

Azaña afirmó en aquella ocasión: "Cataluña dice, los catalanes nos dicen que quieren vivir de otra manera dentro del Estado español. La pretensión es legítima porque la autoriza la ley constitucional, que fija los trámites que debe seguir esa pretensión y quién y cómo resolver sobre ella. Los catalanes han cumplido esos trámites y ahora nos encontramos frente a un problema que se define de esta manera: conjugar la aspiración particularista o el sentimiento de la voluntad autonomista de Cataluña con los intereses o los fines generales de España dentro del Estado democrático. Este es el problema y no otro. Yo no sé si es difícil o fácil, eso no lo sé. Pero nuestro deber es resolverlo sea difícil o fácil".

La Moncloa cree que pasajes como éste son oportunos pero, a su juicio, tienen una contraindicación, que es volver la mirada hacia una etapa conflictiva, que el PP, "con su actitud tremendista, podría utilizar para alimentar su tremendismo".

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