La exposición 'Orígenes' reúne las artes primeras de cuatro continentes

Las frases de artistas como Picasso, Brancusi, Giacometti, Tàpies o Saura sobre el arte de los pueblos primitivos figuran en las paredes de la sala del Centro Cultural Conde Duque, del Ayuntamiento de Madrid (Conde Duque, 11), donde se ha montado la exposición Orígenes. Artes primeras de África, América, Asia y Oceanía, abierta hasta el 15 de enero, presentada ayer por el director general de Patrimonio Cultural, Juan José Echeverría, y el director del centro, Juan Carrete.

La relación de las artes primeras con los artistas de las vanguardias históricas del siglo XX y el valor artístico de las piezas son los argumentos de los comisarios de la exposición, Antonio Casanovas y Ana Gaspar, expertos en este tipo de arte, que han seleccionado 170 piezas de museos y colecciones de la península Ibérica. "Es la primera vez que se reúnen obras de una gran parte de las culturas de los mal llamados pueblos primitivos. Sigue siendo una asignatura pendiente exponer de forma habitual las manifestaciones de estas culturas que fueron descubiertas por España y Portugal en el siglo XVI", declara Ana Gaspar. "Pretendemos sacar las artes primeras de una identificación con el arte exótico o primitivo, para ensalzar el valor artístico y la dimensión universal del arte de unas piezas que tienen un carácter primigenio, el primero y más cercano a nuestros orígenes".

Un mapa a la entrada de la sala marca los lugares de las culturas de donde proceden los objetos expuestos en vitrinas, realizados entre el siglo VII antes de Cristo a principios del siglo XX. Los comisarios destacan el carácter animista de una gran parte de las piezas, que conservan la vida espiritual de los antepasados o se utilizan en ceremonias y ritos, y el componente estético, de "gran fuerza expresiva", con unas esculturas y máscaras cuyas formas llamaron la atención de los vanguardistas.

El montaje comienza con la América precolombina (máscaras, esculturas antropomorfas, urnas funerarias), procedentes del Museo Barbier Muller y del Museo de América, y de la costa noroeste (culturas tinglit, tsimshian, chugak), piezas recopiladas por la expedición de Malaespina.

En la parte de Oceanía destacan joyas y colgantes de maoríes de Nueva Zelanda, un bastón de mando de la isla de Pascua, un cuenco de ceremonia, una escultura ritual de Papúa-Nueva Guinea y una pintura mural. El arte del sureste asiático, Indonesia y Filipinas se centra en las imágenes de los antepasados, como los vigilantes de las tumbas, la escultura antropomorfa de las islas Molucas o el caballo de piedra de Sumba.

El espacio más amplio está dedicado a África, con aportaciones de varios museos de Portugal, con obras de Angola, Congo y Mozambique y las aportaciones de las culturas fang y chokwe. Los comisarios destacan el clasicismo de una cabeza ife del siglo XII en Nigeria, una escultura ritual de fertilidad y fetiches de clavos. El catálogo comenta las obras expuestas y distintos especialistas se centran en las artes primeras de los cuatro continentes.