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España reclama ayudas económicas por el coste de la extracción del fuel del 'Prestige'

El Fidac cuestiona la eficacia del vaciado y ve "desproporcionado" el gasto de 100 millones

El próximo lunes comenzará en Londres una nueva sesión del Fondo Internacional de Indemnización de Daños debidos a la Contaminación por Hidrocarburos (Fidac). El Gobierno español acude con una batalla prioritaria: que se admita como parte de los costes de la catástrofe del Prestige la operación de extracción y neutralización del fuel del pecio, labor que cifra en más de 100 millones de euros. La factura española de los daños generados por las 63.000 toneladas de fuel que vertió el petrolero en su agonía hasta hundirse el 19 de noviembre de 2002 frente a Galicia supera ya los 800 millones.

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La factura de los daños supera los 800 millones de euros

El Fidac, a tenor de su informe previo a la sesión, juzga que la inversión del Gobierno español de más de 100 millones de euros para extraer y neutralizar el fuel que almacenaba el hundido Prestige es "desproporcionada" por entender que dicha carga no suponía una "significativa amenaza" de marea negra. Tras poner en duda su eficacia, e incluso su congruencia con los principios rectores del Fidac, este organismo cuestiona su obligación de asumir tal pago. Por contra, España defiende que "no hacer nada respecto al fuel del Prestige hubiera significado legar a las generaciones futuras un problema: esta opción ha tenido justificación en siniestros anteriores cuando la capacidad tecnológica no permitía llevar a cabo operaciones de extracción y las consideraciones medioambientales o sociales no eran tan consideradas".

Pero España, no sólo apela a la conciencia ecológica en su informe. Lanza un auténtico torpedo a la argumentación económica del Fidac: "El seguimiento de la evolución de los restos del Prestige a lo largo de los años sin intención de intervenir no hubiera reportado ningún beneficio, más bien al contrario, hubiera supuesto costes y daños ecológicos, económicos y sociales a largo plazo. Por tanto, al igual que en los más recientes casos de siniestros marítimos, el principio del tratamiento de los restos del naufragio era indiscutible en el caso del Prestige, y no haberlo hecho hubiera resultado irrazonable".

Riesgos para países vecinos

España no deja de señalar los riesgos que para los países vecinos habría supuesto dejar intacta tal carga tóxica bajo el mar. "La responsabilidad de las autoridades españolas sobrepasó el ámbito puramente nacional, ya que también las autoridades francesas y portuguesas no dejaron de considerar en todo momento durante las reuniones de coordinación operacional la necesidad del tratamiento de un riesgo susceptible de generar contaminaciones repetitivas a lo largo del litoral atlántico". Cabe recordar, y así lo hace el Gobierno español, que ha recuperado 13.704 toneladas de fuel, el 95% de la carga que sepultó bajo el mar el Prestige, y que ha aplicado técnicas de biorremediación a las 1.711 toneladas que aún encierra su casco.

El Gobierno encargó un informe al reputado Cedre (Centro de Documentación de Investigación y Experimentación sobre Contaminaciones Accidentales) sobre el precio ecológico que habría tenido una actitud de pasividad frente a tal polvorín marino. "El fuel del Prestige hubiera mantenido durante decenas de años la misma capacidad de fluir y flotabilidad positiva, y, en ese tiempo, los restos del Prestige serían afectados por la corrosión lo que permitiría la salida de prácticamente toda la carga restante en el pecio. Todo fuel liberado de los restos del Prestige estaría irremediablemente destinado a subir a la superficie, no sólo en la vertical del pecio, sino en un radio de varias millas. Afectaría a cualquier punto entre Cabo Verde y las costas de La Mancha. La forma de esa contaminación sería similar a la ya conocida, y afectaría gravemente los ecosistemas marinos y a las playas turísticas de esas zonas. Sería posible durante un siglo encontrar las trazas del fuel del Prestige tras su liberación del pecio".

El <i>Prestige,</i> ya partido en dos y a punto de hundirse, en noviembre de 2002.
El Prestige, ya partido en dos y a punto de hundirse, en noviembre de 2002.EFE

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