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Reportaje:AMÉRICA POR DENTRO | 15ª CUMBRE IBEROAMERICANA

Los libros transforman Bogotá

El fomento de la lectura ayuda a mejorar la calidad de vida en la capital colombiana

Emilse, una mujer de 50 años, jamás había leído un libro. El año pasado en una parada del Transmilenio -autobús articulado del nuevo sistema de transporte- le ofrecieron en préstamo, los cuentos de animales de Rudyard Kipling. Por curiosidad lo tomó y empezó a ojearlo; la primera historia la atrapó. Desde entonces Emilse -trabaja por las noches atendiendo a una anciana- ha leído 10 libros. "Leer hace el viaje más corto y eso me motiva; antes nunca me dieron ganas de hacerlo", confiesa.

Libro al viento, nombre de este novedoso programa del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá (IDCT), fue una de las razones que llevaron a la Unesco a declarar a esta ciudad, de más de siete millones de habitantes, capital mundial del libro 2007.

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La promoción de la lectura, un proyecto de ciudad que involucra a sectores públicos y privados y la insistencia del alcalde Luis Eduardo Garzón en la idea de la lectura como herramienta para acceder al conocimiento, le dieron a Bogotá los puntos necesarios para imponerse sobre seis ciudades más que se postularon, entre ellas Amsterdan y Coimbra.

Libro al viento es una campaña masiva de circulación de libros. Empezó a comienzos de 2004. Al mes se publica una obra de literatura clásica, en formato de bolsillo de autores como García Márquez, Cortázar, Chéjov, Miguel Hernández. Los 64.000 ejemplares de cada título van a las estaciones de Transmilenio, a colegios públicos y se destinan a actividades como lectura en voz alta en 37 Paraderos Paralibros Paraparques (PPP) que hay por toda la ciudad, una de las más extensas de América Latina.

También van a los 6.000 afiliados a los Clubes de Lectura. Mauricio López es uno de ellos. Todos los viernes espera, en una cárcel de la ciudad, la llegada del club como quien espera "un nuevo capítulo de una telenovela". "Eso cambió el panorama de mucha gente interna", asegura.

En 2003 cuando Susan Sontag visitó Bogotá, en un libro suyo, América, que regaló a la Biblioteca Virgilio Barco, escribió: "A la mejor red de bibliotecas del mundo". La red la forman 3 bibliotecas mayores -El Tunal, el Tintal y la Virgilio Barco-, seis locales y 10 de barrio.

Las bibliotecas mayores son monumentales; verdaderas esculturas de cemento y ladrillo en medio de la ciudad. Fueron diseñadas por reconocidos arquitectos del país. Dos de ellas están en los sectores más deprimidos de esta capital. "Las bibliotecas se concibieron como centros de desarrollo social y eso ya se logró", dice Pilar Bermúdez, directora de la Biblioteca Virgilio Barco. La propuesta cultural -conciertos, cine, conferencias, teatro, danza- que se ofrece es gratuita y de alta calidad. Al día ingresan a esta biblioteca un promedio de 4.000 personas. En la Biblioteca del Tunal -puerta de entrada a uno de los sectores más pobres, ciudad Bolívar-, los fines de semana y en vacaciones se ven aglomeraciones como las que se dan en un centro comercial.

Las tres se inauguraron en 2001 y forman parte de la renovación urbana que ha transformado Bogotá en los últimos años. Bogotá es hoy una ciudad de andenes amplios, de alamedas y ciclo-rutas, de espacios más abiertos que, despejaron la vista a los cerros tutelares,Monserrate y Guadalupe.

Pilar Bermúdez cree que todo el esfuerzo que está haciendo la ciudad ha calado; cree que las estadísticas deben estar cambiando -2,4 libros leídos por persona al año- y cree que la literatura está empezando a ser parte de la vida de la gente.

Ana Roda, gerente de literatura del IDCT, espera que el año 2007 coloque el libro y la lectura en el centro del debate público, que la ciudad encuentre nuevos espacios de lectura, que conozca más a sus escritores y que promueva la democratización del libro. Bogotá ha sido desde siempre una ciudad excluyente y clasista. Los libros y las bibliotecas eran, hasta hace poco, privilegio de las élites.

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