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425 piezas de los siglos XVI y XVII recrean el universo cervantino

La académica Carmen Iglesias traza un "mapa representativo" de la época del 'Quijote'

Andrea Aguilar

Naipes, altares portátiles, aperos de labranza, pistolas, mapas y hasta un par de escarpines de terciopelo forman parte de las 425 piezas originales, procedentes de un centenar de museos y colecciones privadas, que reconstruyen la vida cotidiana del universo que rodeó al autor del Quijote en la exposición El mundo que vivió Cervantes. La muestra permanecerá abierta desde mañana hasta el 8 de enero en el Centro Cultural de la Villa de Madrid.

Hidalgos, pícaros, cortesanas, soldados o inquisidores disfrutaron de las demenciales andanzas del caballero manchego que escribió Miguel de Cervantes, y convirtieron el Quijote tras su edición en 1605 en todo un superventas del momento. Cuatrocientos años después, dentro del apretado programa de actos organizados por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), que todo este año ha celebrado el aniversario editorial, una nueva exposición descubre la vida cotidiana que rodeó al manco de Lepanto y a sus coetáneos.

Comisariada por la académica de la Historia y de la Lengua Carmen Iglesias, la exposición El mundo que vivió Cervantes, en la que ha trabajado una veintena de historiadores, abre una puerta a la España de finales del siglo XVI y principios del XVII. "Lo que se cuenta en esta muestra es un mapa, no es exhaustivo sino representativo", señaló ayer la comisaria durante la presentación de la exposición, en la que también ha participado el Ayuntamiento de Madrid.

Como si se tratara de instantáneas, cuadros de Velázquez, Ribera, Pantoja de la Cruz, El Greco y Luis Tristán, entre otros, describen parte de cuanto acontecía en las calles y en la corte. Junto a estas piezas, telas, armas, recetarios de cocina, botones, escritorios, rosarios, carteles, botes de farmacia o tocadores se distribuyen en las vitrinas a lo largo de los siete capítulos en los que está estructurada la muestra.

Agrupadas en tres grandes bloques, las siete secciones de la exposición -patrocinada por la Fundación Santander Central Hispano y Endesa- se abren con una cita del Quijote. En ellas se describe el mundo rural de los hidalgos; las ciudades y la Corte; el oficio de las armas; la evolución de las letras; el amplio estrato de marginados que incluía a presos, pícaros cautivos, locos y enfermos; el papel de las mujeres en la sociedad de la época; y las formas de esparcimiento más populares.

Los cuadros, objetos y manuscritos que dan cuerpo a estos capítulos proceden de las colecciones públicas y privadas de cerca de 100 prestadores. Así, El mundo que vivió Cervantes presenta piezas que han viajado desde Puerto Rico, Italia, Austria y Alemania, entre otros lugares, junto a préstamos procedentes del Museo Naval, el Museo del Ejército, la Biblioteca Nacional o el Instituto de San Juan de Valencia -cuya colección no está expuesta al público-. La muestra guarda interesantes sorpresas para el público en general y para los especialistas, según señaló Carmen Iglesias. Entre las piezas nunca antes mostradas cabe mencionar el Privilegio Real que autorizó la publicación del Quijote.

La académica destacó los descubrimientos que ha propiciado esta exposición y los trabajos de restauración que ha impulsado. "La memoria colectiva no es la suma de memorias individuales sino el poso que queda de ellas. La exposición ha permitido saber más sobre este periodo a través del trabajo de los investigadores y repensar lo que ya conocíamos. Aunque son independientes, la literatura ayuda a profundizar en la producción de la historia".

Carmen Iglesias ante <i>Retrato de caballero santiaguista</i> <i>y dama con perro ante un cuadro</i> (1610-1619), anónimo español, en la exposición <i>El mundo que vivió Cervantes.</i>
Carmen Iglesias ante Retrato de caballero santiaguista y dama con perro ante un cuadro (1610-1619), anónimo español, en la exposición El mundo que vivió Cervantes.

Babelia

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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