"No se puede comprar a una persona"
"Es posible crear una sociedad sin prostitución", asegura Gunilla Ekberg, asesora del Gobierno sueco y férrea defensora del modelo pionero de su país: el abolicionismo. La pasada semana explicó esa política en unas jornadas sobre prostitución celebradas en Cáceres. "No se puede comprar a una persona", insiste esta experta.
Desde el 1 de enero de 1999, en Suecia está prohibido comprar servicios sexuales, pero no venderlos. La ley castiga al "comprador" con una multa o una pena de prisión de hasta seis meses. Tras un arranque difícil por las resistencias de distintos grupos, incluida la propia policía, "más de mil hombres compradores han sido castigados con multas", señala Ekberg. Ninguno ha ido a la cárcel, "porque aún es muy difícil para un juez tomar esa decisión".
"Se ha castigado con multas a más de 1.000 compradores"
"Es posible aplicar nuestro modelo en cualquier parte del mundo"
Con esta ley, la prostitución se ha reducido a la mitad, asegura Ekberg. "Casi no hay prostitución callejera", añade. Esta experta calcula que ahora la ejercen unas 1.500 personas, la mayoría mujeres (medio millar, víctimas de las redes de traficantes). La cifra es muy inferior a la de países vecinos como Noruega o Finlandia, asegura.
La postura sueca parte de que "no se puede comprar a una persona", detalla la experta. La prostitución se considera una violencia contra la mujer y un atentado a la igualdad y a los derechos humanos. Ese discurso, iniciado entre las organizaciones feministas en los años sesenta del pasado siglo, caló entre los partidos políticos en los años noventa. "Las mujeres del partido socialdemócrata fueron las primeras que asumieron la visión política del movimiento feminista. Luego se sumaron todos, excepto la derecha ultraliberal", relata Ekberg. Finalmente, con el planteamiento de que la prostitución es incompatible con una sociedad democrática, el Parlamento sueco sacó adelante la ley que, amén de criminalizar al cliente, busca impedir la trata de mujeres.
El modelo sueco tiene varias líneas de actuación. De entrada, existen campañas de prevención contra la prostitución y la pornografía en institutos de enseñanza, donde se insiste en que las mujeres no deben considerarse como objetos. Por otra parte, las personas que se prostituyen pueden acceder a programas formativos. Los clientes ("compradores" los llama Ekberg) pueden acudir a cursos de rehabilitación voluntarios.
"Es posible aplicar nuestro modelo en cualquier parte del mundo", asegura la asesora sueca. "Ya lo ha hecho Corea del Sur, donde se multó a 5.000 hombres el primer año. En Finlandia preparan una ley similar a la nuestra y en Lituania avanzan en el mismo sentido", concluye Ekberg.
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