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53º FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

Jim Jarmusch realiza una deliciosa revisión del mito de Don Juan

'Los suicidas' y 'Look both ways', en la sección Nuevos Realizadores

En la sección Zabaltegi / Zona Abierta, Jim Jarmusch y su Broken flowers, premiada en Cannes, obtuvo un reconocimiento prácticamente unánime: los aplausos que se le dedicaron fueron los más calurosos desde el comienzo del certamen. La moraleja que encierra Broken flowers no es más que una posible variación del mito de Don Juan, y consiste en recordar que, hoy por hoy, el eterno amante no puede ya encontrar su castigo en el cielo, sino en el mismo escenario de sus conquistas. Un maduro y exitoso hombre de negocios retirado (el colosal Bill Murray) recibe un día una carta en la que una ex amante le comunica que aunque él no lo sepa, es padre de un retoño de 19 años, y que tal vez algún día el chaval pretenda conocerlo. Nada más. Y, espoleado por un vecino inquieto e indagador, nuestro hombre volverá a rehacer el camino hacia su pasado en busca de esa madre que le ha dado un hijo por él no deseado.

El objeto del filme es justamente esa búsqueda, y los hilarantes, a menudo surreales encuentros con las mujeres, la excusa para la magistral aparición de una galería de personajes a cual más sorprendente. Jarmusch, un director exquisito que no rueda jamás un solo metro de película de más, borda aquí un discurso presidido por una corrosiva ironía, en el que se dan la mano un dominio generoso de las técnicas narrativas con un prodigioso elenco de actores, entre los que destacan el propio Murray, Sharon Stone, Jessica Lange, Chloë Sevigny o Julie Delpy. Es un filme que no pretende ir más allá de su delgada anécdota, ni falta que le hace: en menos de dos horas, Jarmusch nos hizo olvidar muchas otras sesiones de sinsabores, mal cine y propuestas adocenadas y rutinarias.

En el apartado de la sección competitiva Nuevos Realizadores, las últimas propuestas están presididas por un cierto aire tanatófilo: la muerte es la principal invitada en las peripecias que ambas películas cuentan. En Los suicidas, adaptación de una novela de Antonio di Benedetto y segundo largometraje de Juan Villegas, asistimos al proceso de enamoramiento que inician un periodista (Daniel Hendler) y una bella aunque un tanto misteriosa fotógrafo (Leonora Balcarce). Él está obsesionado por el suicidio de su padre. El encuentro entre ambos, al que Villegas vacía de cualquier connotación sentimental para brindarlo como una fría, distante exposición etológica, se antoja un experimento: jamás lograremos penetrar en la confusa, abstrusa lógica de los comportamientos de la pareja, jamás sus reacciones nos conmueven ni sus penas nos involucran.

Otro tanto ocurre con Look both ways, primer largometraje de una conocida ilustradora de cuentos infantiles, las australiana Sarah Watt, y también ejerce de ilustradora su protagonista, Justine Clarke. Aquí la cosa va no ya sólo de la muerte, sino también de muchos otros avatares dolorosos: hay un accidente de tren en el que mueren docenas de personas, y cuya presencia en la televisión es constante a lo largo del filme; pero también un par de casos de cáncer, un accidental atropello también obra de un tren, un fallecimiento lejano y hasta una paternidad no deseada..., demasiado para una película que juega hasta el abuso con recursos un tanto insólitos (inserta numerosos fragmentos de animación entre la imagen real, y todos reproducen siniestras peripecias... de muerte, claro), pero también de la casualidad para hacer que los personajes se encuentren, se separen, se reencuentren, sin obtener jamás, al menos de quien esto escribe, algo más que un educado, frío distanciamiento.

Bill Murray, en un fotograma de Broken flowers, de Jim Jarmusch
Bill Murray, en un fotograma de Broken flowers, de Jim Jarmusch
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