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Columna
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Gaza, ¿principio o final de etapa?

Corea, 1953; Argelia,1959; Vietnam, 1973; Rodesia (hoy Zimbabue), 1980. Y, finalmente, Gaza, 2005. ¿Qué denominador común tienen esas retiradas por parte de potencias mundiales o regionales en el caso de Israel? El hecho de que todas fueron ordenadas por líderes fuertes de la derecha en sus respectivos países, contra quienes una acusación de debilidad o falta de patriotismo por las respectivas retiradas sólo produciría hilaridad en la opinión pública doméstica o internacional . Evidentemente, Eisenhower, De Gaulle, Nixon, Thatcher y, ahora, Ariel Sharon son difíciles de clasificar en el apartado de débiles o antipatriotas. Los cuatro primeros se atrevieron a hacer lo que los demócratas en Estados Unidos y la izquierda en Francia y Gran Bretaña no osaron llevar a cabo por temor a ser acusados de vendepatrias. Sharon, por su parte, pasará a la historia como el líder judío que, por primera vez desde la fundación del Estado de Israel, ha puesto fin a 38 años de ocupación de territorio palestino, en este caso Gaza, por cierto arrebatada a Egipto tras la Guerra de los Seis Días de 1967, como lo fue la Cisjordania a Jordania y los altos del Golán a Siria.

Se pueden discutir los motivos que han impulsado a Sharon a adoptar una medida que, aunque aplaudida internacionalmente, empezando por el presidente palestino, Mahmud Abbas, le puede desalojar del liderazgo de su propio partido. Pero nadie puede negar la valentía de una decisión sin precedentes en el medio siglo de historia moderna de Israel, decisión que quisieron tomar, pero no pudieron por diferentes causas, incluido el asesinato, predecesores suyos como Peres, Rabin y Barak. Lo importante, una vez consumada de forma ejemplar, no exenta de dramatismo, la evacuación de Gaza, es dilucidar si la medida en sí constituye el punto de partida de una posterior evacuación de los asentamientos de la Cisjordania o si, por el contrario, constituye, simplemente, una concesión estratégica a las presiones estadounidenses y europeas para la reanudación del proceso de paz que concluya con el establecimiento de un Estado palestino tal y como se contempla en la hoja de ruta. ¿Principio o fin de la carrera? Ésta es la cuestión.

De momento, la situación sigue siendo explosiva en los dos campos, pero la retirada unilateral de Israel ha colocado, de momento, la pelota en el tejado palestino. Si el presidente Abbas no consigue controlar a los extremistas de Hamás y a los terroristas de la Yihad Islámica y es incapaz de convertir Gaza en un embrión decoroso de un futuro Estado palestino, sólo conseguirá, además de prolongar la agonía de su pueblo, proporcionar munición a los poderosos enemigos internos de Sharon. Persona tan imparcial como el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, advertía el pasado mes a Abbas en Ramala de que, sin el desmantelamiento de las organizaciones terroristas, el establecimiento de un Estado palestino era impensable. Sería no sólo una lástima sino una tragedia que la famosa predicción del antiguo ministro de Exteriores israelí Aba Eban de que "los palestinos nunca desaprovechan una oportunidad de desaprovechar una oportunidad" se cumpliera una vez más, como en tiempos de Arafat.

Como recordaba recientemente el Nobel de la Paz Elie Weisel, los generales israelíes se convierten en "buscadores de la paz" cuando llegan a la jefatura del Gobierno. Así pasó con Rabin y Barak, entre otros, y ahora con Sharon. La diferencia es que, a pesar de su atuendo civil, Arik no olvida la estrategia. Su análisis puede resultar certero o nefasto. El tiempo lo dirá. Pero su conclusión es meridiana. El proceso de Oslo, que pretendía cambiar paz por territorios, fue invalidado por la segunda intifada. Como declaraba recientemente a la CNN Eival Gilady, el principal estratega de Sharon para la retirada de Gaza, el concepto de que "la paz traería seguridad ha quedado obsoleto". A partir de ahora, la política que aplicará Israel, por los menos durante el mandato de Sharon, se basará en el concepto inverso. "Sólo la seguridad proporcionará la paz". Es una explicación coherente de la unilateralidad de la evacuación de Gaza.

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