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CATÁSTROFE EN EE UU | Sobre el terreno

Las bandas armadas desatan la anarquía

Decenas de miles de personas esperan su salida de Nueva Orleans en una situación desesperada

Yolanda Monge

La violencia, los saqueos y el caos se han apoderado de la ciudad ahogada de Nueva Orleans. Las autoridades se vieron ayer obligadas a suspender la evacuación de los miles de personas que están atrapadas sin salida, sin agua y sin comida, después de los tiroteos contra los helicópteros militares que están siendo utilizados para trasladar a los afectados. Otro tiroteo obligó a suspender la evacuación de heridos de un hospital de Nueva Orleans.

Los cadáveres empiezan a pudrirse en las calles anegadas y los muertos pueden ascender a miles, según la gobernadora de Luisiana. El presidente de EE UU, George W. Bush, aseguró que se iba a adoptar una política de "tolerancia cero" contra el desorden después del paso del huracán Katrina. "Nos enfrentamos a uno de los peores desastres naturales de la historia de nuestra nación", declaró tras sobrevolar el área afectada de regreso a Washington.

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"El retorno a la normalidad tomará tiempo. Tomará años", añadió el presidente Bush, que hoy o mañana visitará la zona afectada y pedirá al Congreso dinero extra para enfrentarse al desastre. El alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, lanzaba "un desesperado SOS", ante una situación que consideró "insostenible". Nagin pidió ayuda inmediata.

Las escenas de anarquía inundaban Nueva Orleans. No hay palabras para describir la situación. "Esto no parece una ciudad de América", dice el soldado de la Guardia Nacional, William LeBanks. Primero se oyen disparos y luego los saqueadores arrasan con todo lo tenga valor que encuentran a su paso. Se asaltan tiendas, casas, hospitales y oficinas. Unos buscan comida, otros cualquier cosa de valor. Al caer la noche del miércoles, la policía salió a la caza de los saqueadores en las cubiertas de agua calles de Nueva Orleans.

El pillaje no hace más que aumentar en las tiendas y los robos a mano armada se hacen comunes. Las autoridades intentan recuperar el control sobre la hoy sumergida histórica ciudad del jazz. Pero parecen estar fracasando. "Primero disparar y luego preguntar", relataba el oficial de policía T. J. Donney. "Ésa es la orden, señora".

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El incidente con el helicóptero fue sólo parte del caos que llevó ayer al alcalde Nagin, a decretar la ley marcial y a ordenar a la policía que renuncie a las tareas de búsqueda y rescate, para concentrarse en evitar los saqueos y la violencia. La evacuación de un hospital de la ciudad también fue interrumpida después de un tiroteo.

Un soldado de la Guardia Nacional recibió un disparo el miércoles en el estadio Superdome, donde se refugian miles de personas en condiciones muy precarias. "Haremos todo lo que haga falta para llevar la ley y el orden a la zona", dijo enfadada a los periodistas la gobernadora del Estado de Luisiana, Kathleen Blanco, que aseguró que el Katrina había provocado "miles de muertos" y que en todo el Estado debían ser evacuadas todavía unas 300.000 personas.

Más de 60.000 personas se reunieron ayer en el estadio Superdome para ser evacuadas a Tejas. Un convoy con unos 300 autobuses comenzó el miércoles a llevar a los supervivientes que se refugiaban en el Superdome hasta el Astrodome de Houston, a unos 560 kilómetros. Los refugiados, desesperados por salir de Nueva Orleans, se peleaban y empujaban para subir en los autobuses. Dieciséis autobuses repletos de refugiados comenzaron a llegar a Houston ayer por la mañana, donde trabajadores de la Cruz Roja los esperaban con catres, agua y comida. En los alrededores del Centro de Convenciones de Nueva Orleans miles y miles de personas vagabundean porque no tienen nada más que hacer. Están sedientos y hambrientos. Sólo esperan a que los trasladen a algún lugar. No hay ley ni orden. Al menos siete cadáveres permanecían ayer pudriéndose al sol en plena calle. Unos niños con cara de hambre jugaban alrededor de un anciano al que la muerte le llegó sobre una tumbona. A la vuelta de la esquina, otra anciana ha fallecido sobre su silla de ruedas. Alguien la ha cubierto con una manta. A su lado otro cuerpo sin vida ha sido envuelto en una sábana.

"Yo, ni siquiera trataría a mi perro así", dice desesperado Daniel Evans mientras señalaba a la mujer muerta en la silla de ruedas. "A los perros se les entierra", prosigue. "¿Podemos hacer mucho por otros países y no podemos hacer nada por nuestra propia gente?", se pregunta Evans. "Podemos mandar a los soldados al extranjero pero no pueden venir a enterrar a nuestros propios muertos", se responde.

Sobre Nueva Orleans se ha declarado una emergencia sanitaria. En las calles alejadas del centro, el olor a orina y heces se mezcla con el de la basura podrida y el del agua estancada. Tras la tempestad, sobre la superficie flotan desde botellas vacías de agua hasta el retrato enmarcado de alguien que hoy puede no estar con vida. Hace sólo unos días la lluvia lo anegó todo. El brutal sol acecha ahora a quienes no tienen ningún cobijo. Deloris Broome trata de proteger a su pequeño de cuatro años mientras llora impotente suplicando "agua, agua" y espera ser evacuada.

Si las estimaciones se convierten en trágica realidad, Katrina sería el peor desastre natural de EE UU tras el devastador terremoto e incendio de San Francisco en 1906, que acabó con la vida de entre 500 y 6.000 personas. "Miles de personas están atrapadas sin agua ni comida. No estoy justificando los saqueos; pero la situación es ésta", aseguró en Baton Rouge la senadora demócrata por Luisiana, Mary Landrieu.

Miles de personas congregadas en los alrededores del estadio Superdome de Nueva Orleans esperan su evacuación.
Miles de personas congregadas en los alrededores del estadio Superdome de Nueva Orleans esperan su evacuación.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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