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Guillermo Solana busca fórmulas para hacer más atractivo el Museo Thyssen

El conservador jefe confía en que Cultura adquiera la colección de la baronesa

El historiador y crítico de arte Guillermo Solana (Madrid, 1960) tomó posesión, con el mes de septiembre, de su cargo de conservador jefe del Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid (paseo del Prado, 8, www.museothyssen.org), nombrado por unanimidad el 4 de mayo por el patronato presidido por la ministra de Cultura, Carmen Calvo. En esta nueva etapa, tras el abandono voluntario de Tomàs Llorens, Solana se plantea "mover" la colección histórica para hacerla más atractiva y no tiene prisa para fusionarla con la de Carmen Thyssen-Bornemisza. "Esperemos que llegue a buen término la compra por el Estado de la colección de la baronesa", declara.

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La transición en la dirección artística del Thyssen ha sido discreta, en la línea de "pocos efectos teatrales" que marca el museo, y así ha llegado Guillermo Solana, sin presentaciones, a su cargo de conservador jefe. Desde su nombramiento, ha mantenido encuentros con Tomàs Llorens, que sigue como patrono y comisario de exposiciones, con el que mantiene una buena "relación personal e intelectual muy fluida" (han estado juntos en la reciente feria de Basilea), y otros cargos del museo para informarse de los proyectos en marcha.

Profesor de Estética de la Universidad Autónoma de Madrid -este año sólo impartirá un curso sobre museos-, estudioso del impresionismo y posimpresionismo, Solana ha estado vinculado al museo como comisario de la exposición Gauguin y los orígenes del simbolismo y es autor de fichas sobre obras de la colección de Carmen Thyssen-Bornemisza.

Solana se hace cargo de la dirección artística de un centro que tiene una plantilla "muy reducida" de 99 personas y centrará su trabajo en la actividad museística y exposiciones, con un jefe de restauración y tres conservadores de la colección (pintura antigua, moderna y didáctica). El área de gerencia se encarga de la administración, personal, mantenimiento y seguridad, aunque en varias tareas hay una "responsabilidad compartida".

El museo recibió en 2004 un total de 683.502 visitantes, con una tendencia al alza en este año. "Estoy con muchas ganas de empezar. Como la transición ha sido lenta y larga, me encuentro como los caballos en el cajón de salida. Tengo ganas de incorporarme y empezar a hacer cosas", declaró antes de entrar en el museo.

Primitivos italianos

La colección histórica del Thyssen-Bornemisza, reunida por dos generaciones y adquirida por el Estado español en julio de 1993, está formada por 775 obras (de las que se exponen en Madrid 710 y 65 están depositadas en el Museo Nacional de Arte de Cataluña -MNAC-, de Barcelona), dispuestas en el palacio de Villahermosa en 48 salas, desde los primitivos italianos y la pintura gótica a la tradición figurativa y el pop art.

Es una colección cerrada, pero Solana quiere realizar algunas modificaciones para que sea más atractiva. "Hay pocas cosas en el almacén, pero se pueden incorporar. Vamos a animar la colección permanente, con nuevas fórmulas, para hacerla más atractiva y que la gente no se olvide de ella por ser ya conocida. Creo que tiene muchas esquinas por explorar, como los montajes temáticos. El actual relato es cronológico, pero la tendencia actual de los museos es modificar la presentación para llamar la atención del público".

La colección Carmen Thyssen-Bornemisza, con 300 obras, de las que se exponen 220, ocupa dos plantas desde que se inauguró el edificio de ampliación.

El recorrido, que tiene conexión con el palacio de Villahermosa, comienza en la planta segunda con la pintura del siglo XVII, y en las diferentes salas aparecen vistas y paisajes de los siglos XVIII y XIX, la pintura hasta el naturalismo; en la primera planta se distribuyen la pintura tardoimpresionista, posimpresionista y las primeras vanguardias, con especial atención a Gauguin, la pintura expresionista y fauve.

A mediados de los ochenta, Carmen Thyssen comenzó a coleccionar, con el asesoramiento del barón Hans Heinrich, y la colección internacional tiene conexiones con la histórica, en la pintura holandesa del XVII, el vedutismo del XVIII, el paisaje del XIX, la escuela norteamericana, el impresionismo y las vanguardias del XX. La parte española, sobre todo la pintura andaluza y catalana, fuera del depósito, se conoce a través de exposiciones en distintas ciudades.

La colección de la baronesa, según el acuerdo con Cultura, está en préstamo durante 11 años, por lo que permanecerá expuesta hasta 2011. La intención es que se fusione con la colección histórica y se presente en un montaje conjunto y un recorrido único.

El museo está de acuerdo en que el préstamo temporal se integre en la colección y comiencen las conversaciones entre la baronesa y el Ministerio de Cultura -una recomendación en este sentido se aprobó en el Congreso de los Diputados- para que el Estado adquiera la colección.

"No tengo mucha prisa por fundir las dos colecciones; prefiero que la gente vea la colección de Carmen Thyssen separada para conocerla mejor y pensar el futuro con calma", dice Solana. "Ambas tienen el mismo tronco, y el destino natural en unos años es integrarse. La colección de la baronesa nació como una rama de la del barón y ha ido creciendo con su propio gusto, y en algunos casos han compartido espacio. El proceso que se ha iniciado para su compra no depende de nosotros, ya que decide el Estado. Vemos con buenos ojos las negociaciones, y esperemos que lleguen a buen término".

<i>Drugstore</i> (1927), de Edward Hopper, del Museo de Bellas Artes de Boston, que se exhibirá en octubre en el Thyssen-Bornemisza, en la exposición <i>Mímesis. Realismos modernos</i>
Drugstore (1927), de Edward Hopper, del Museo de Bellas Artes de Boston, que se exhibirá en octubre en el Thyssen-Bornemisza, en la exposición Mímesis. Realismos modernos

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