El arroz del delta
El delta del Ebro es uno de los rincones de Cataluña con un ecosistema más variado, gracias a ser una de las zonas más húmedas de Europa. Los arrozales son su principal fuente de riqueza, pero forman parte, también, del equilibrio del paisaje, y sin ellos ese ecosistema se perdería. Por todo eso no es de extrañar que los que viven aquí amen y defiendan su territorio hasta con los dientes. No hay duda: el agua es su vida.
Hace unos 1.000 años que el arroz se cultiva en Europa, pero fue en el siglo XVII cuando unos frailes cistercienses lo introdujeron en sus propiedades de Carrova. A mediados del siglo XIX se obtuvo el permiso para canalizar el Ebro, que transformaría los cultivos secos en tierras fértiles. Nueve años más tarde empezaría el cultivo tradicional del arroz. Ahora los arrozales ocupan el 65% de la superficie total del delta.
Se recogen 120 millones de kilos de arroz en cáscara, que una vez puros quedan en 70 millones de kilos de arroz blanco
El arroz del delta reconocido con la indicación geográfica protegida (IGP) abarca los municipios de Deltebre, Sant Jaume d'Enveja y parte del delta que comprende L'Aldea, Amposta, Camarles, L'Ampolla y Sant Carles de la Ràpita. El proceso empieza cuando se inundan los campos de cultivo a mediados de abril. A finales de este mes se siembra. La recolección es a mediados de septiembre y dura unas cuatro o cinco semanas. Se comercializa en cajas de cartón o en bolsas de plástico que garantizan la integridad del producto. Antiguamente el trabajo se realizaba a mano con la ayuda de animales y utensilios que ya están en desuso. En 1930 las trilladoras reemplazaron a los animales y en 1960 éstos dieron paso a los tractores y las recolectoras. Del pasado han perdurado vocablos específicos que explican todo el proceso de siembra y recolección tradicional del arroz: xarugar, entaular, plantar, birbar, ventar, soleiar, espallofar... Utensilios como la xaruga, el tiràs, el trill, l'erer, la llauradora de gra, se pueden ver ahora en el Museo Montsià.
Los arrozales confieren al paisaje del delta cuatro coloraciones diferentes según las estaciones. Uno de los elementos característicos de este paisaje es la barraca, una especie de choza de tradición milenaria construida con madera, caña y barro. Allí vivían los payeses cuando trabajaban en los arrozales, pero también la utilizaban los pescadores, los salineros y los cazadores. Las barracas fueron las primeras construcciones habitables del delta en lugares que más tarde se convertirían en núcleos de población.
Las variedades de esta IGP son los tipos de arroz Bahia, Tebre, Sènia, Bomba, Fonsa y Montsianell. Los productos que se comercializan son el arroz bomba, redondo y de gran calidad; el arroz basmati y el salvaje son ideales para platos exóticos; el ecológico se cultiva sin abonos ni pesticidas y respeta el equilibrio biológico del delta; el integral, al que solamente se ha limpiado la cáscara y que contiene gran aporte de salvado y vitaminas.
Actualmente se recogen 120 millones de kilos de arroz en cáscara, que una vez puros quedan en 70 millones de kilos de arroz blanco. El 98% se consume en Cataluña. El arroz es uno de los alimentos primordiales de la humanidad y sus recetas son infinitas: desde el tradicional arroz con leche hasta la paella, pasando por el arroz con caracoles, bacalao, conejo, carne, ensalada, verduras...
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