La crisis del pollo
Una semana después de que se diera la alerta, y a dos de la aparición de los primeros casos de salmonelosis provocada por una partida de pollo precocinado en mal estado, la cifra de afectados ronda ya los 1.500 en una quincena de comunidades, y hay constancia de un fallecimiento relacionado con el consumo de ese producto. El aumento de la cifra de afectados, pese a que el periodo de incubación de la enfermedad no supera los tres días, indica que o bien están fallando los sistemas de contabilización o bien lo están haciendo los mecanismos de información al consumidor. El PP ha pedido que se declare oficialmente la existencia de situación de crisis alimentaria.
La dispersión de la responsabilidad, por corresponder a competencias transferidas a las comunidades, dificulta la coordinación de actuaciones en casos de crisis de este tipo; incluso puede dificultar la homogeneidad de los datos. Ése fue uno de los motivos por los que se creó la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESA), encargada de coordinar las actuaciones en casos de crisis. La declaración oficial de situación de crisis alimentaria depende de criterios en parte objetivos, como que afecte a varias comunidades, y en parte subjetivos, como la gravedad del riesgo para la salud o la "percepción por parte de los medios o la opinión pública", según el protocolo de actuación.
Con independencia de si hubiera o no sido oportuno oficializar la declaración de crisis, muchos de los criterios y medidas propuestas en ese protocolo son de aplicación al caso, incluyendo el principio de "unidad de acción" y "colaboración entre todas las partes interesadas". Es bastante absurdo que los partidos se dediquen a culparse entre sí, según la Administración que gobiernen -central, autonómica o municipal-, en lugar de cooperar para la erradicación del problema, que pasa por un mayor esfuerzo de información. Que hayan seguido produciéndose contagios, cuando Sanidad reconoció ayer que los primeros casos se detectaron el día 22, indica que la alerta no ha funcionado con suficiente eficacia. Entre las personas que no se habían enterado figuran al parecer bastantes residentes extranjeros, lo que deberá ser tenido en cuenta para buscar otras vías de aviso además de las habituales.
La crisis revela también fallos en el sistema de control. Asombra escuchar que las inspecciones en la factoría se realizaban dos veces por semana "sin haberse detectado anomalía alguna", al tiempo que se reconoce que la contaminación proviene de un tubo al que no llegaba el desinfectante; y conocer que la última de esas inspecciones se produjo cuatro días después de la aparición de los primeros casos de salmonelosis.
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