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Columna
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Misión sin proyecto

Andrés Ortega

Pese a las apariencias, Zapatero, como casi todos, es en política internacional y europea intrínsecamente polígamo, en defensa de intereses y proyectos. Pero sería un error de óptica pensar que el próximo miércoles, cuando se reúna en Londres con Tony Blair, se alejará del maltrecho eje franco-alemán para optar por el británico como nueva pareja de baile. Que Francia y Alemania vayan mal no es razón para cambiar, se insiste en su entorno. Hay que contar con Blair, especialmente en este semestre de presidencia británica del Consejo de la UE, en que uno de sus hitos, la Cumbre Euromediterránea de noviembre, que ha despertado un mayor interés tras los atentados de Londres, se celebrará en Barcelona. Lo que sí puede abrirse paso en unos meses o años es el sexteto formado por Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, España y Polonia, que propone el presidenciable Sarkozy, para el cual (según los días, según con quién), el eje París-Berlín es indispensable, pero insuficiente.

Zapatero y Blair saben que tienen mucho en común que cultivar: ambos tienen, en principio, unos años de estabilidad política por delante; ambos pertenecen a la familia socialista (y a los laboristas les interesa guiar el futuro de la izquierda en Europa); en política económica, ambos países han hecho algunos deberes; no todos. Y, Gibraltar aparte, ambos países, cada cual a su manera, son ex céntricos en Europa y tienen relaciones muy importantes con las Américas que imponen una reinterpretación de lo transatlántico.

Tras años del de ETA y del IRA, sus respectivos países han recibido el golpe del terrorismo islamista. Londres puede ver la Alianza de Civilizaciones lanzada por el español ahora con más interés, como alianza contra el extremismo. Ahora bien, siendo británicos algunos de los autores de los atentados del 7-J, ¿cabe hablar de civilizaciones como si fuera algo externo? Y sobre todo, ¿qué sentido tiene para Blair seguir apoyando la idea de Bush de guerra contra el terrorismo? ¿Llevará la guerra a Leeds? En cuanto a Irak, era el gran desencuentro entre Zapatero y Blair. Éste, aunque no lo dirá en público, tendría que haberse percatado ya del error geopolítico de primera magnitud que ha supuesto una invasión y ocupación que los ciudadanos y muchos expertos británicos -y diversas reivindicaciones del entorno de Al Qaeda- vinculan con los atentados de Londres.

Con el fracaso de la Constitución europea en Francia y Holanda y la consiguiente crisis de la UE, además de con los atentados (que pueden acabar pasándole factura política), Blair ha recuperado ese sentido de misión que le es tan propio. Sale a salvar a Europa de sí misma, y necesita un aliado como ZP -no hay otros en el horizonte inmediato- para sus tres máximas prioridades: las reformas económicas, los presupuestos y la ampliación de la UE. Aún hay que demostrar que el debate sobre los modelos socioeconómicos se puede resolver desde Europa. En todo caso, una suma de medidas no tapará la ausencia de una estrategia europea en este terreno. En cuanto a las perspectivas financieras, España está abierta a reformas de la Política Agrícola, a la idea de destinar más fondos en tecnología y a otras cuestiones, siempre que todo cuadre al final. Pero sería extraño que Chirac, que ahora ni baila ni deja bailar, le permitiera a Blair un triunfo sobre esta cuestión en diciembre, y por tanto, nadie pondrá aún todas sus cartas sobre la mesa.

En cuanto a la ampliación, Zapatero está plenamente dispuesto a abrir el 3 de octubre las negociaciones con Turquía, cuyo Gobierno ha copatrocinado el proyecto de la Alianza de Civilizaciones. Pero otros pondrán tantos condicionantes que equivaldrán a un no, para buscar otra fórmula de asociación en vez de membrecía. Ahora bien, ante esta ampliación y otros proyectos, la pregunta que le debe plantear Zapatero a Blair es: ¿Con qué proyecto político para Europa? Pues el que había se ha hundido con la Constitución y no hay otro de recambio. Incluso para ser pragmáticos o para hacer mercado, es necesario un auténtico proyecto político para Europa. aortega@elpais.es

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