La cumbre concluye con un rotundo fracaso
Los 25 no logran pactar las finanzas de la Unión tras cerrar en falso la crisis de la Constitución
La tragedia llegó anoche Bruselas. La crucial cumbre para superar la crisis abierta tras el `no' franco-holandés a la Constitución concluyó con un rotundo fracaso que amenaza con la parálisis en la Unión. Los jefes de Estado y Gobierno fueron incapaces de pactar las Perspectivas Financieras para el periodo 2007-2013 debido a las exigencias de los más ricos, con Reino Unido y Holanda a la cabeza. Tampoco España aceptó la última oferta. Los líderes ya habían cerrado en falso el jueves el embrollo político al aplazar los planes para ratificar la Constitución y dar carta blanca para congelar los referendos, como hicieron de inmediato Dinamarca, Portugal, Suecia, Irlanda y Chequia siguiendo los pasos del Reino Unido.
La presión del Reino Unido y Holanda para aportar menos dinero a las arcas comunitarias hicieron inútiles las sucesivas propuestas y encuentros bilaterales del desesperado presidente de la Unión, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, hundido ante el riesgo de "sumar una crisis financiera a la institucional" y sumir así a la Unión en "la parálisis", como había alertado el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso.
Al británico Tony Blair y al holandés Jan Peter Balkenende no les ablandó el corazón ni siquiera la súplica de los diez nuevos socios incorporados el año pasado, que ofrecieron parte de sus fondos. Para entonces, Juncker, "avergonzado", como confesó después, ya había dado por fracasada la reunión porque su última propuesta había sido rechazada por Blair y Balkenende, pero también por el español José Luis Rodríguez Zapatero, el sueco Goran Persson y el finlandés Matti Vanhanen.
El gesto de los diez sólo hizo reconsiderar su actitud a Zapatero. Por eso, Chirac calificó de "deplorable" que Blair no aceptara la última propuesta, lo que achacó al "egoísmo" de algunos.
Los protagonistas de la cumbre fueron Blair y Balkenende, en guerra abierta contra el eje franco-alemán. El primer ministro británico llegó aislado el jueves, pero anoche tuvo en sus manos la llave del acuerdo. Optó por el fiasco a sólo 15 días de convertirse en presidente de la UE, lo que augura un decepcionante y vacío semestre para una desnortada Europa.
Blair no sólo ha sobrevivido estos dos días a las presiones de todos para una drástica reducción del cheque británico, sino que ha introducido en el debate la necesidad de revisar toda la "absurda" estructura presupuestaria de la UE con el fin de recortar los subsidios agrícolas y las ayudas de cohesión. Entrada la noche, los países ricos limaban ventajas a su favor, pero sus inacabables exigencias hicieron imposible el pacto. En los últimos ajustes, España recibió algún premio que Zapatero juzgó insuficiente.
Anomalías
"Necesitamos una reforma fundamental", había espetado Blair en la reunión de la mañana, "porque la anomalía del cheque es sólo el síntoma de lo mal que la Unión gasta su dinero". Respondía así al presidente francés, Jacques Chirac, su habitual enemigo, que en esta cita ha encabezado la cruzada contra el cheque británico, la prebenda por la que Bruselas devuelve a Londres 5.000 millones al año. Se fraguaba la venganza del pacto franco-alemán de octubre de 2002, cuando Chirac se reunió en el hotel Conrad de Bruselas con el canciller alemán, Gerhard Schröder, y llegaron a la cumbre para anunciar que los subsidios agrícolas quedaban garantizados hasta 2013 y que había que eliminar el cheque británico.
En su turno, Chirac defendió ayer la permanencia de la Política Agrícola Común (PAC) para añadir: "Gracias al acuerdo de 2002 pudimos hacer la ampliación y esa decisión nos obliga a todos"; además, añadió, "es indispensable que el Reino Unido se haga cargo de su aportación a la financiación de la Europa ampliada" porque, si no, Londres quedará "exonerada" de su factura de la ampliación a costa de los demás. "Ése es el principal problema", clamó el francés.
Sorprendido y en horas bajas por su fracaso en el referéndum sobre la Constitución, Chirac comprobó atónito que Blair no estaba solo al criticar el volumen de las ayudas agrícolas (45%) y de los fondos de cohesión (30%). "Hay que revisarlo", añadió el danés Anders Fogh Rasmussen. "Debe hacerse una revisión considerable", comentó el holandés Balkenende. "Su estructura debe ser revisada", opinó el sueco Goran Persson. Eran los ricos en ayuda del inglés, más algún espontáneo: "Este presupuesto no es nada moderno", afirmó el italiano Silvio Berlusconi, quien precisó que el gasto en agricultura (45%) es "excesivo" -Italia es el cuarto país más beneficiado- mientras es escasa la inversión en educación o investigación.
La deriva del debate hizo saltar las alarmas. Rodríguez Zapatero exigió más esfuerzo a favor de la Política de Cohesión y avisó de que los fondos que le ofrecía la presidencia de la UE eran "insuficientes". A la misma hora, el secretario de Estado para Asuntos Europeos, Alberto Navarro, declaraba que las ayudas agrícolas y de cohesión "son el alma de Europa".
Lanzado el debate, cada cual se concentró en defender su bolsillo. Blair siguió luchando por su cheque a capa y espada mientras no se produzca esa revisión radical, Chirac repetía que los subsidios agrícolas eran intocables y los ricos (Holanda, Suecia y Alemania) insistían en rebajar sus aportaciones. Schröder seguía los combates a resguardo, pero con miedo a que al final fuera él quien pagara los platos rotos: "La historia de la UE es una historia de compromisos pagados por Alemania", clamó el canciller.
Callejón sin salida
A última hora, el atribulado Juncker convocó por separado a Blair y Balkenende. Ninguno de los dos se sentía preocupado ante la hipótesis del fracaso. No había salida al callejón. El desastre deja en el aire las disponibilidades financieras de la UE a partir de enero de 2007. Un fracaso que Chirac calificó de "dramático". Tras la debacle, Blair y Chirac se lanzaron cuchillos en sus ruedas de prensa. "Me preocupa la visión debilitada de Europa", dijo el francés en clara referencia a Blair. "Decir que la agricultura representa el futuro de Europa...", dijo entre risas el británico.
En clara alusión a los ricos, Zapatero aseguró que, "desde el primer momento hasta el último, una serie de países no estaban dispuestos a llegar a un acuerdo". Juncker constató que se ha demostrado "un claro enfrentamiento entre los que sólo creen en el mercado y los que creen en la Europa política integrada". Dejó claro de quién hablaba cuando anunció, entre aplausos, que no estará presente en la presentación de la presidencia británica de la UE el día 23 porque es fiesta nacional en Luxemburgo. El futuro presidente Blair no ha perdido nada en esta cumbre, pero sí ha ganado enemigos.
Anoche, al menos, los líderes cerraron el texto por el que dejan en el aire el proceso de ratificación de la Constitución. El día anterior no habían logrado ni eso. En el texto se dice que "tenemos necesidad de una Europa más unida y más solidaria", pero ayer se comprobó lo contrario. Se añade que ahora se abre "un periodo de reflexión" y que "el calendario de procedimientos de ratificación será adaptado a los recientes acontecimientos", por lo que se inicia una pausa para decidir qué hacer dentro de un año.
El fracaso financiero de ayer es otro empujón para enterrar el nuevo Tratado. Europa no se quedó ayer sólo sin Perspectivas Financieras, sino sin perspectivas, en minúscula.
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