Más allá de Harry Potter
En una edición dedicada a los jóvenes, los lectores de entre 13 y 19 años demuestran a pie de caseta su gusto ecléctico por los libros en la era del videojuego
A golpe de volante minifaldero pisan la feria con soltura. Tienen 16 años y además de compartir su afición por las minis y los grandes pendientes de aro, dos de ellas llevan el mismo nombre. Amigas del colegio, Alba y las dos Estefanías son fieles lectoras semanales de revistas. ¿Y los libros? "Diario de una ninfómana ha sido lo último que me he leído. Me encantó, lo leí de una sentada. Está genial, es muy bueno", recomienda Alba con entusiasmo. Una de las Estefanías menciona la biografía de Marilyn Mason -"la vida es más interesante que la ficción"- y la otra, que acaba de terminar La lengua de las mariposas, de Manuel Rivas, pasa de la estrella del rock y espera que pronto le presten el diario que tanto ha gustado a Alba. El trío se intercambia con regularidad los libros que compran con el dinero especialmente dedicado a tal fin que les dan sus padres, y no relaciona la lectura con el estudio.
Frente a un 44% de chicas lectoras frecuentes sólo hay un 27% de chicos
No hacer nada. Esto es lo único que se sitúa por debajo de la lectura en la lista de actividades preferidas por los jóvenes de entre 15 y 16 años, según el estudio realizado en el curso 2001-2002 por el Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE). El informe, sin embargo, no duda en señalar que los jóvenes españoles leen algo más que los adultos.
Éste parece ser el caso de Inés. Ni Harry Potter, ni El señor de los anillos, a ella le va otra cosa. A las puertas del Retiro saca de la bolsa su última adquisición: Con voz y voto, de Carmen Domingo. "Es un libro sobre cómo consiguieron el voto las mujeres en España. Me interesa mucho el tema. Acabo de terminar Los niños de Hitler y tenía muchas ganas de comprarme éste", explica con desparpajo esta quinceañera. A su lado, Víctor, algo más tímido, muestra el cómic de Star Wars. "Me gusta mucho, pero no soy un freak", aclara. Ambos coinciden en que la clasificación de los libros por edad, tan socorrida para padres y editoriales, no les convence: "Es una tontería. Pasa lo mismo que con los videojuegos".
Marta, de 14 años, ha traído a su amiga francesa "de intercambio", Bettine, a la feria y de paso ha comprado El pequeño caballo blanco. Lleva una camiseta con la bandera española impresa en los cuellos y menea con gracia las dos coletas atadas con lazos, a juego con las más de 20 pulseras que luce en el antebrazo. "Me gusta la fantasía, las historias de amor, los libros de Enid Blyton y Harry Potter". Reniega de los videojuegos y pondría "más música" en la feria.
Rafa y Vicente no tienen sugerencias para implicar más a los adolescentes en la feria, pero se muestran igualmente críticos con lo que ven: "Ésta no es la mejor manera de involucrar a los jóvenes en la lectura. Es una cosa chunga enfocar la feria a la juventud y que esté bien hecho. La lectura está muy poco extendida, te llaman la atención otras cosas".
Rafa trabaja de informático, él se paga los libros que compra, siete en lo que va de año. "Es un dinero que me gasto muy a gusto, porque sabes que los libros te van a durar. Además, en los precios no se cantean tanto como con los discos". No está de acuerdo en que el hábito de la lectura se inculque en casa -"mi madre sólo lee el Diez Minutos y yo soy distinto" - y confiesa que Los pilares de la tierra, de Ken Follett, fue el primer libro que de verdad le enganchó. Se fía totalmente de las recomendaciones de su amigo Vicente, estudiante de Humanidades. La última lectura que le ha aconsejado: Cuatro amigos, de David Trueba. "Es un libro que resulta muy cercano. Es el viaje de cuatro amigos y ocurre en Madrid. Cuando lo lees te localizas, te identificas".
David y Mario aclaran que no tienen previsto comprar. "Hemos venido a hacer un trabajo de Lengua. Ya sólo nos falta buscar dos títulos de Fernando Fernán-Gómez y dos de Juan Bonilla". De paso se llevan consigo la firma de Pilar Bardem estampada en sus cuadernos para sus madres.
Silvia y David lucen idéntica melena negra. En su trayecto desde Getafe al Retiro no han renunciado a la bota militar a pesar de las altas temperaturas. Su debilidad compartida por un look entre rockero y siniestro no se traduce en un gusto lector común. A sus 19 años, Silvia estudia y lee básicamente filosofía -"no me quedan más narices"- y busca sin mucho éxito en lo que va de mañana El pequeño Nietzsche. David, por su parte, se justifica: "Yo leo menos porque trabajo y me queda menos tiempo. No he venido buscando nada en especial, pero me gusta la literatura fantástica. Lo último que he leído ha sido El señor de los anillos, y lo próximo, el cómic Dragon lands".
"Somos un caso inusual porque leemos". A coro, las quinceañeras Esther, Irene y Patricia no dudan en señalar lo excepcional que es su gusto por la lectura entre su generación. Asoman sus aparatos dentales y, entre risas, estas jóvenes aficionadas a la poesía -"nos gustan sobre todo Bécquer, García Lorca y Neruda"- confiesan haberse lanzado también a la escritura en verso. "Los chicos no leen nada", sentencian.
Fran, de 19 años, no está de acuerdo: "Leer depende del ambiente. Yo antes no leía mucho. En Vigo nadie lee, pero aquí sí. Lo ves en el autobús y en el metro". Las estadísticas parecen dar la razón a las chicas. Según el estudio de CIDE, entre los 15 y los 16 años, frente a un 44% de chicas lectoras frecuentes sólo un 27% de chicos comparten este hábito. Pedro y Luismi son el vivo ejemplo de la cifra. "Pasamos de la feria. No nos gusta leer. Hemos venido al Retiro porque habíamos quedado con unas pibitas".
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