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Estudiantes de arquitectura idean nuevas soluciones en el diseño de la vivienda protegida

Los futuros arquitectos debatirán sus propuestas con representantes de las administraciones

Pensar la vivienda es el título de un ensayo elaborado a partir del trabajo de un grupo de estudiantes de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona que se han centrado en la evolución de las viviendas protegidas. Dirigidos por el arquitecto Rafael Cáceres, de la cátedra de Proyectos, han pensado qué falla y qué hay que cambiar, tras revisar lo que se hace en otros países europeos. Sus conclusiones serán expuesta mañana en la propia Escuela al "cliente", la secretaría de Vivienda del Gobierno catalán. Su titular, Ricard Fernández, se reunirá con ellos para discutir las ideas que han aportado.

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Buena parte de los pisos que se anuncian señalan como elemento definitorio el número de habitaciones. La distribución habitual es la de una sala de estar para la vida comunitaria, la zona de aguas (cocina y baño), y habitaciones jerarquizadas (una doble para los padres, y sencillas para los hijos). Además, la mayoría de las personas compran viviendas terminadas por motivos económicos ajenos a sus necesidades, señala el informe. La actual vida en común exige otras distribuciones, pero esas van siempre a cargo del ciudadano.

Una de las principales sugerencias del estudio elaborado a partir del trabajo de los estudiantes de arquitectura es la conveniencia de que las viviendas recojan la posibilidad de adaptarse a las necesidades de sus moradores. En el momento de la entrada y en un futuro. Habrá que construir, por tanto, tabiques que sean fácilmente modificables y estructuras que se puedan adaptar a estos cambios.

Un ejemplo: el recibidor es un elemento que tiende a ser suprimido para incorporarlo a la zona de estar. Un bloque se diseñó directamente sin él. Tiempo después, la mayoría de los vecinos lo habían reintroducido con soluciones diversas. Además, el recibidor cumple una función doble: la de aislar térmica y acústicamente la vivienda.

Tampoco está claro que las habitaciones sean hoy ya sólo para dormir ni que las casas necesiten un único espacio de común. Los jóvenes se independizan más tarde y, por ello, necesitan espacios propios de aislamiento y trabajo. Esto influye en el diseño de los dormitorios, ya que hace que se tengan que pensar para dormir y para estar o trabajar o estudiar.

La concepción tradicional del piso "olvida las actividades individuales o colectivas" que se realizan al margen del núcleo familiar: "estudiar, leer, escuchar música, jugar, mirar la televisión, hacer el amor o recibir a los amigos". Tampoco tiene en cuenta que "las personas cambian" sus necesidades y, con ello, cambia también su necesidad de espacio.

El modernismo catalán, señala el estudio, ya pensó en este problema. Antoni Gaudí construyó viviendas donde las habitaciones, llamadas "salas" en la Casa Calvet, tienen dimensiones similares de modo que sus usos sean intercambiables.

La cocina, sugiere el informe, es uno de los elementos más personales de cada familia. Puede ser percibida como "una pieza de servicio" y vivida como "un foco de ruidos, olores y desorden" o como "un espacio en el que se centra la vida familiar". El diseño de las viviendas, por consiguiente, deberá responder a ambas concepciones y permitir que cada unidad de convivencia adopte las medidas necesarias. Una posibilidad es articular la conexión entre la cocina y la sala de estar. Una solución que tiene una larga tradición en Barcelona. A ella se apuntaron arquitectos como Coderch o Lluis Nadal. También es la solución adoptada por Alvar Aalto en unas viviendas construidas en Alemania.

Los baños también han cambiado, en paralelo a los cambios de hábito en la higiene personal y colectiva. Muchas viviendas duplican hoy esta pieza, aunque sigue predominando la tendencia a situarla en zonas "oscuras" y a concederles poco espacio. El informe señala la tendencia a sustituir la bañera por el plato de ducha y a eliminar el videt, aparato que responde más a motivos de "ostentación y valoración del mercado" que a necesidades reales.

Los alumnos fueron, después de tomar en cuenta las diversas consideraciones teóricas, enfrentados a dar solución al proyecto de construir viviendas en dos parcelas públicas. Una abierta a dos calles y situada en el casco antiguo de Sant Pere de Torelló con una diferencia de cota de seis metros, y otra de suelo urbanizable en Santa Eugenia de Berga con una pendiente suave.

En el primer caso había que construir 20 viviendas; en el segundo, 29, con superficies útiles que no superasen los 90 metros cuadrados.

Uno de los elementos obligatorios, perfectamente anotado en el estudio teórico, era la ventilación cruzada de cada vivienda. Pero también se tuvo en cuenta la necesidad de que el diseño de cada pieza fuera "flexible" y que pudiera adaptarse en función de las necesidades del usuario.

Rafael Cáceres, director del proyecto, tiene claro uno de los lemas del proyecto: que la arquitectura se hace para las personas. Y añade: "Hay veces que verdades tan simples parecen revolucionarias".

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