Stuart Walton indaga en las emociones en 'Humanidad'
Miedo, ira, asco, tristeza, celos, desprecio, vergüenza, bochorno, sorpresa y felicidad, son algunos de los sentimientos fundamentales que se abordan en Humanidad (Taurus), del escritor Stuart Walton (Brighton, Reino Unido, 1960). El ensayo lo aborda el autor desde una doble perspectiva, lingüística y etimológica, por un lado, y desde su reflejo en la expresión facial por otro. Habla sobre el miedo y sentencia que tanto los poderes religiosos como políticos lo utilizan para tener controlado al individuo. "Allí donde hay religión está siempre la necesidad del miedo. Aunque no hubiera, que los hay, ningún otro motivo para el escepticismo, este hecho debería bastar para prestar declaración en su contra". Añade que "el mundo está lleno de miedos y peligros", y que el miedo es "la emoción más antigua del hombre. Los políticos lo utilizan para promulgar legislaciones que erosionan las libertades civiles". Walton señala que los grandes temores de su vida son "las arañas, el dentista y determinados sueños. Antes de dedicarme a la escritura estudié para ser actor y de vez en cuando imagino que estoy subido a un escenario representando una obra y se me olvidan los diálogos. Es una sensación, que parece real, y me resulta horroroso. Creo que voy superándolos".
El escritor, autor de libros como Colocados. Una historia cultural de la intoxicación, dice que "mientras el miedo puede actuar como aglutinante de la sociedad, la ira puede hacerlo como disolvente". Walton analiza en su libro la ira en el mundo del arte y señala que Los desastres de la guerra, de Goya, se asemejan a "ira congelada. Pertenecen a esa categoría de arte extremo que no se disculpa por ofender a la sensibilidad dominante". El escritor considera que el bochorno es la emoción que más tardíamente ha aparecido en la evolución de la humanidad.
Amor y odio
Stuart Walton diserta sobre la delgada línea que separa el amor y el odio y dice que ambos son fundamentales, y que por sí solos aglutinan todos los demás. La tristeza, según el autor, es "la emoción más perdurable y la que cuenta con menos palabras para designarla, aunque es una de las más aptas para mostrar la posibilidad de estimular artificialmente las emociones".
La única emoción positiva que incluye el escritor en su trabajo es la felicidad y asegura que ésta "depende, ineludiblemente, de la buena fortuna". Además, constata que "la humanidad no se adapta bien a los cambios sociales que para ella se esbozan como si de esbozar los planos de un proyecto de ingeniería civil se tratase".
Walton considera que las emociones son "impactos de corta duración. Son los puntos culminantes de nuestra vida psíquica y el lecho rocoso sobre el cual se erige una gran parte, por no decir toda, de nuestra vida cultural y social".
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