El líder de la derecha de Chile se arrepiente de haber apoyado a Pinochet

Más de quince años después del término de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990), el principal líder de la derecha chilena, Joaquín Lavín, ha expresado su arrepentimiento por haber apoyado al ex dictador. Lavín dijo sentir hoy en día una "desafección profunda" y una "lejanía cada vez mayor" con Pinochet. El giro de Lavín no ha generado muchos apoyos entre sus partidarios ni entre los parlamentarios del Gobierno, donde se atribuye la declaración a una maniobra con vistas a las elecciones generales que se celebrarán el próximo diciembre.

Aunque algunos senadores pinochetistas habían declarado su decepción después de enterarse de que el ex dictador ocultó una fortuna en cuentas secretas en Estados Unidos, el candidato presidencial de la derecha, Joaquín Lavín, ha ido más allá. Ha afirmado que, de haber sabido de las cuentas del general en el banco estadounidense Riggs y lo que reveló el informe sobre la tortura, no habría apoyado a Pinochet en el plebiscito de 1988, con el que intentó perpetuarse en el poder. Lavín dijo que, con las cuentas secretas, "se ha roto una tradición de los presidentes de Chile, en la que ellos eran personas que se iban a casa más pobres que cuando asumieron la presidencia".

Sus palabras han alimentado el debate esta semana. En su propio partido, la pinochetista Unión Demócrata Independiente (UDI), donde se encuentran muchos ex funcionarios de la dictadura, lo criticaron por el "error" de referirse a "situaciones hipotéticas" porque, según dichos ex funcionarios, "no se pueden cambiar los hechos de la historia".

"Del árbol caído todos hacen leña", sentenció Marco Antonio Pinochet, hijo menor del ex dictador, quien también está siendo investigado por sus depósitos en el banco Riggs.

Algunos parlamentarios de la derecha sostienen que el tema les perjudica, ya que se trae a colación, de nuevo, los lazos de este sector con Pinochet. Otros legisladores aseguran que Lavín perderá credibilidad, por la percepción de que es el interés electoral, a siete meses de los comicios presidenciales, el que motiva sus declaraciones.

Los canales de televisión sacaron de sus archivos, sin necesidad de escarbar mucho, imágenes de Lavín junto a Pinochet. En 1998, Lavín fue el orador principal en una concentración en apoyo al ex dictador mientras éste se encontraba detenido en Londres. Lavín viajó con la cúpula de la derecha a visitar al general.

En la dictadura, Lavín, autor del libro La revolución silenciosa, un panegírico del modelo económico de Pinochet, fue asesor del régimen, hizo campaña por el sí en el plebiscito para dilucidar la continuidad de Pinochet, y no se le conocieron gestos públicos por las víctimas de violaciones de los derechos humanos.

Parlamentarios oficialistas acusaron esta semana al candidato de la derecha de practicar "travestismo político", pero el Gobierno prefirió valorar sus palabras como algo "muy bueno" para el país.

"Creo que su arrepentimiento es sincero, ¿por qué no?", afirmó la esposa del presidente Ricardo Lagos, Luisa Durán, aunque objetó: "Habría sido mejor que lo hubiese hecho en su momento".

Las candidatas que disputan las primarias oficialistas para la elección presidencial de diciembre se pronunciaron con matices. La democratacristiana Soledad Alvear se preguntó si Lavín es alguien digno de confianza, mientras la socialista Michelle Bachelet expresó su deseo de que las palabras del candidato de la derecha sean verdaderas y no sólo una estrategia. Analistas políticos señalaron que, cualquiera que sea la motivación de Lavín, sus palabras contribuyeron a hundir la imagen de Pinochet más de lo que ya está.