El año de Mauthausen
Hoy hace 60 años finalizaba en Europa occidental -en Moscú fue un día después- la II Guerra Mundial, y actos en todo el continente recordarán la terminación de aquella carnicería. España, periferia arrinconada del mundo, no fue parte oficial de la contienda -salvo la presencia de la División Azul en Rusia, entre 1941 y 1943- y su posible participación en las conmemoraciones ha sido, innecesariamente, motivo de polémica, como cuando el ex presidente Aznar criticó al Gobierno socialista por no haberse hecho un lugar en las recordaciones, el año pasado, del Día D, el desembarco aliado en Normandía.
Pero hoy España y el presidente Zapatero estarán presentes, junto con unos 200 compatriotas supervivientes, en la conmemoración de nuestro fin particular de la II Guerra Mundial, que fue, a justo título, la liberación, el 5 de mayo de 1945, del campo de concentración de Mauthausen, en Austria, donde, entre 150.000 muertos de todas las nacionalidades, cayeron más de 5.000 españoles, en su práctica totalidad republicanos, alejados de España por la criminal insurrección del general Franco. Por ese motivo, en los actos que se celebren ante el monumento a los republicanos españoles a la entrada del campo y en presencia del presidente del Gobierno, ondearán dos banderas, igual de nacionales y legítimas en momentos diversos de nuestra historia: la tricolor de la II República, que hombres, mujeres y niños defendieron hasta el último sacrificio en su lucha contra el fascismo en España, de 1936 a 1939, y en los campos de batalla de la II Guerra Mundial hasta 1945, junto a la enseña constitucional.
La Amical de Mauthausen, creada por los que sobrevivieron a la ordalía nazi, organiza cada año por estas fechas una visita al campo austriaco, para que nadie olvide el Holocausto del pueblo judío y de tantos demócratas que pagaron el precio de su vida por oponerse a la barbarie, pero en esta ocasión, por vez primera se sumará al memorial la España oficial y democrática. Aquel 8 de mayo cesaron los combates en Europa -la guerra en el Pacífico lo haría en agosto-, cuando el Gobierno nazi, que se formó tras el suicidio el 30 de abril de Adolf Hitler y dirigía el almirante Dönitz, comprendió que los Aliados sólo aceptarían una capitulación sin condiciones. Franco dijo en una ocasión que si Berlín se veía amenazado, un millón de bayonetas españolas se alzarían en su defensa, pero Berlín, impotente, cayó ante el avance ruso, y son los españoles de la democracia recobrada quienes recuerdan aquellos días de nacht und nebel, noche y niebla, y hoy repiten: la locura, nunca más.
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