Puleva decide quedarse en Jerez y abrir una planta de precocinados

La crisis por la que ha atravesado la central láctea que el grupo Ebro Puleva tiene en Jerez quedó zanjada ayer con la firma de un acuerdo por el cual los trabajadores aceptan el cierre de la planta y la empresa se compromete a realizar las inversiones necesarias para reconvertir las instalaciones en una fábrica de alimentos precocinados.

El presidente de Ebro Puleva, Antonio Hernández Callejas, y el del comité de empresa del centro, Miguel Álvarez, rubricaron el documento en el que también aparece la firma del consejero de Empleo de la Junta de Andalucía, Antonio Fernández, quien destacó el esfuerzo de las administraciones, la empresa y los trabajadores por llegar a este punto.

"Venimos para mostrar el deber cumplido, el trabajo hecho. Jerez vuelve a Europa desde la industria agroalimentaria", manifestó con relación al carácter de exportación que tendrán los nuevos productos que salgan de la factoría jerezana.

Los representantes de la plantilla se mostraron visiblemente satisfechos por el resultado alcanzado en las negociaciones con Ebro Puleva, que, en un principio, había anunciado su intención "firme e irrevocable" de cerrar la planta, prescindir de todos los trabajadores y abandonar Jerez.

Con el cambio de actividad de la fábrica, un total de 25 de los 68 empleados podrán continuar trabajando para la compañía. El resto se acogerá a un plan de prejubilaciones pactado entre las partes, aunque cabe también la posibilidad de que un pequeño grupo sea trasladado a alguno de los centros que Puleva tiene en Sevilla y Córdoba.

Los empleados que continúan en la nómina de Puleva en Jerez recibirán cursos de formación en los que el Ayuntamiento de Jerez también prestará su colaboración. Los menús que se prepararán en esta fábrica estarán basados, principalmente, en el arroz, aunque la empresa no descarta trasladar a Jerez algunas de las líneas de producción de Panzani, un grupo francés adquirido recientemente por Ebro Puleva.