_
_
_
_
CÁMARA OCULTA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

A vueltas con 'El Quijote'

El cine no ha perdido la oportunidad de sumarse al centenario del Quijote, aunque sea brevemente. En el mercado de deuvedés han aparecido esta semana tres de las escasas películas que se han hecho sobre tan famoso e ingenioso hidalgo. Una de ellas, remasterizada y con extras, es, en la opinión de muchos, la mejor de cuantas se hayan filmado, la de Rafael Gil en 1947, con Rafael Rivelles y Juan Calvo en los principales personajes, y una buena nómina de aquellos magníficos secundarios entre los que figuran, jovencísimos, Fernando Rey y Sarita Montiel. En su momento, este Don Quijote de la Mancha despertó entusiasmos (Fernández Flórez y Jardiel Poncela se deshicieron en elogios), valorándose el que no pretendiera ser una interpretación del personaje, sino una simple (y buena) reproducción de sus pasajes más conocidos. Han aparecido igualmente Dulcinea, que Vicente Escrivá dirigió en 1962 con Millie Perkins, aquella chica que deslumbró en El diario de Ana Frank; es una adaptación de la obra de Gaston Blay en la que Aldonza es una prostituta de El Toboso a la que Sancho entrega una carta de amor de su amo moribundo y ella vislumbra un cambio en su vida. Finalmente, la peculiar Don Quijote cabalga de nuevo, con un Fernán-Gómez extraordinario como caballero de la triste figura y un inesperado Cantinflas en el papel de Sancho.

Se han hecho tan pocas versiones del Quijote que la Filmoteca Española no ha encontrado 12 largometrajes para ilustrar su bonito calendario del año, y ha recurrido a algún que otro cortometraje. Los historiadores antiguos hablan de un ignoto Quijote filmado en 1908 en Barcelona, perdido para siempre. Los que ahora pueden verse en filmotecas y esporádicas televisiones son la solemne versión del austro-húngaro Georg Wilheim Pabst (1933), la del soviético Grigori Kozintsev en 1957 con el legendario Nikolai Cherkasov, el Iván el Terrible de Eisenstein, una simpática versión de dibujos animados de Cruz Delgado, y el gran serial de Gutiérrez Aragón. Poco más.

Adaptar el Quijote debe de dar miedo. A los directores, por razones obvias, y a los productores porque a estas alturas parece que todos nos sabemos el libro de memoria y poco interés nos despierta ver de nuevo lo de los molinos. Además, algunos intentos se han quedado en el camino provocando cierta leyenda de misión imposible: el más conocido es el de Orson Welles, rodado a salto de mata a lo largo de 30 años; su empeño en adaptar el Quijote a la España de nuestros días sólo vio la luz años después, parcialmente, y a través del punto de vista de Jesús Franco, que ordenó los fragmentos encontrados: fue una pena que no se pudiera contar con aquella secuencia en la que Don Quijote atacaba con su lanza una pantalla de cine, molino de viento de nuestros tiempos. Sin olvidar al pobre Terry Gilliam, al que no hubo desgracia que no le visitara cuando intentaba rodar El hombre que mató a Don Quijote, del que al menos ha quedado una huella excelente en el documental Lost in La Mancha. Y aún hay más casos como el de Eduardo García Maroto en 1960, que sólo llegó a filmar el primer capítulo de una serie. A pesar de tales precedentes, en la República Checa se está rodando ahora mismo una nueva versión, tras la que sus vecinos húngaros hicieron hace ocho años...

Es curioso que el libro más traducido haya inspirado tan escaso interés al negocio del cine grande, siempre tan avispado. ¿Qué tendrá Don Quijote, qué será?

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_