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Reportaje:

La emigración de un gigante

Un olivo milenario viaja a Francia para ser expuesto en un parque

Sara Velert

Un gigante milenario de 16 toneladas de peso cruzó ayer la frontera española para echar raíces en Francia. El coloso es un olivo de unos 1.800 años de antigüedad y cuatro metros de altura, de tronco retorcido y surcado de las arrugas que acumuló con el paso de los siglos mientras vio pasar gentes y culturas desde un campo de la localidad castellonense de Càlig. Su propietario, un agricultor, lo mandó arrancar hace dos años para venderlo a un vivero de Tarragona, donde ha compartido espacio con otros olivos milenarios y centenarios a la espera de un comprador. El destino final del viejo olivo se decidió en el otoño pasado, cuando Jean-Philippe Marcadé, director del parque Jardins du Monde, en Royan, en el departamento francés de Charente-Maritime, en la costa atlántica, detuvo su coche ante "la pieza maestra" que vislumbró por casualidad desde la carretera en una excursión.

El árbol, originario de Castellón, fue vendido por un vivero de Tarragona por 25.000 euros

El parque francés ha comprado finalmente el ejemplar por 25.000 euros, más otros 2.000 euros para el traslado en un tráiler, que ayer alcanzó el país vecino tras partir de Tarragona el lunes. Una grúa de 60 toneladas de peso colocó el árbol, con las raíces empaquetadas, sobre el transporte. "Era el número uno, el más espectacular que tenía y lo hemos sentido al verlo marchar", asegura Ángel Cortiella, propietario del vivero tarraconense que compró el árbol.

El olivo, llamado a ocupar un lugar privilegiado en el parque de Royan, de 7,5 hectáreas, será replantado hoy, explica Marcadé. La idea es que este "magnífico olivo, que ya estaba separado de su campo original en Càlig", en Castellón, viva un retiro dorado en un parque visitado por 100.000 personas todos los años. El árbol será bautizado posiblemente con el nombre de su población de origen, y los visitantes podrán conocer la historia y cultura en las que hundió sus primeras raíces y ver imágenes de los campos de olivos de Càlig. "Así se le rendirá homenaje", afirma Marcadé.

El viaje de este olivo, relatado ayer por el diario Le Monde en su primera página, ha devuelto a la actualidad la polémica en torno al comercio de estos árboles milenarios, de los que se han vendido en los últimos cuatro años al menos 200 en las comarcas castellonenses de Els Ports y el Baix Maestrat, según calcula Ramón Mampel, responsable del sector del aceite de la Unió de Llauradors. "Se ha perdido un ejemplar importante que formaba parte de un patrimonio a proteger", lamentó ayer Mampel, quien, no obstante, considera que la venta ha descendido gracias a la labor de concienciación de diversas entidades sociales y agrarias de Castellón, donde se encuentra la mayoría estos ancianos de la Comunidad Valenciana.

Los olivos milenarios han alcanzado precios de hasta 12.000 euros en pueblos de Castellón, que suben al ser revendidos para adornar jardines privados en España y países como Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, Suiza, e incluso Italia. "Tienen un atractivo especial, están ligados a la cultura y la religión, al Mediterráneo. Hay un interesante mercado, y árboles que muchas veces los cortarían para leña, nosotros los cuidamos y aprovechamos", defiende desde su vivero Cortiella.

Varias comunidades autónomas, entre ellas la valenciana, estudian regulaciones o restricciones de la venta de estos árboles milenarios, afirma Fina Gonell, directora del grupo de cooperativas Intercoop, que ha impulsado la creación de la asociación Amics de l'Olivera para la divulgación de este patrimonio "vivo". A ello contribuyen iniciativas como la venta de aceite de olivo milenario -más costoso de producir que en árboles jóvenes- en la cooperativa Clot d'en Simó, exposiciones y la edición por la Diputación de Castellón y la Fundació Penyagolosa del libro Olivos de Castellón, paisaje y cultura, que cataloga 204 ejemplares milenarios, entre los que destacan una decena con perímetros de tronco de entre 4,3 y 9,1 metros. Su autor, Bernabé Moya, calcula que el olivo que ha emigrado a Francia, con un perímetro de tronco de siete metros, tiene entre 800 y 1.100 años. Considera estos árboles obras de arte: "Ahora tenemos un sorolla menos".

El olivo, a su paso por Guipúzcoa camino de Francia.
El olivo, a su paso por Guipúzcoa camino de Francia.JESÚS URIARTE

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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