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Reportaje:EL GRAN DÍA DEL LIBRO

Euforia total en Sant Jordi

Barcelona llena las calles en un Día del Libro en que 'La velocidad de la luz', de Javier Cercas, fue el libro más vendido

La maquinaria de la feliz anomalía de Sant Jordi, como la definió hace un tiempo un editor barcelonés, funcionó ayer a la perfección, más extensa si cabe que otros años por caer en sábado y por las celebraciones del Año del Libro y la Lectura en Barcelona y del cuarto centenario del Quijote. El ambiente, de euforia. Buen tiempo, aglomeraciones en el centro de las ciudades catalanas, reparto desigual de colas de lectores y acumulación de retrasos en el ritual de la firma, pequeñas polémicas entre los escritores que consideran que el Día del Libro se ha convertido en una fiesta excesivamente mercantilista, los que se conforman con el ajetreo y los que se sienten en él como pez en el agua, recepciones oficiales, entregas de premios, cientos de puestos de libros y de venta de rosas...

Una fiesta con tantos escenarios como participantes, y en la que los libreros catalanes venden aproximadamente el 10% de la facturación anual (más de 19 millones de euros en 2004). Según datos de las seis de la tarde proporcionados por 40 librerías de toda Cataluña, los libros más vendidos fueron: en castellano, La velocidad de la luz, de Javier Cercas (Tusquets); otra vez La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón (Planeta), y las diversas ediciones del Quijote; en catalán, La pell i la princesa, de Sebastià Alzamora (Destino); Per un sac d'ossos, de Lluís-Anton Baulenas (Planeta), y La ciutat invisible, de Emili Rosales (Proa), tres novelas galardonadas con diversos premios en los últimos meses. En cuanto a las traducciones, se vendieron mucho El gran engany, de Dan Brown (Empúries), y En el blanco, de Ken Follett (Grijalbo / Edicions 62). También corrieron de mano en mano dos libros de personajes muy populares en los medios de comunicación catalanes: uno sobre cocina, Cuina x solters 2, de Ismael Prados, y otro de sexo, Prohibit als pares, de Josep Lobató (los dos de la editorial La Magrana).

En las calles de Barcelona había ayer unos 200 autores firmando, desde un laureado con el Premio Nobel como José Saramago hasta los tres chavales que presentan Prohibit als pares en Radio Flaixbac, la emisión sobre sexo que arrasa entre los adolescentes catalanes. Si la mayoría de autores se apostaban en las casetas de las librerías más grandes -Fnac, Casa del Libro, La Central, Laie...-, a estos últimos los tuvieron que recluir en el vestíbulo de una discoteca de la plaza Reial por temor a aglomeraciones e incidentes. Tuvieron cola toda la mañana, controlada por cierto por tres guardias de seguridad contratados por la emisora. En cuatro horas firmaron más de 1.100 libros, casi todos a chicas.

Otros que se hincharon a firmar fueron Javier Cercas, quien corría de caseta en caseta seguido todo el día por un periodista que escribía un reportaje sobre el día de firmas de un "autor de éxito", y Ruiz Zafón, quien publicó hace casi tres años la exitosa La sombra del viento y que trabaja actualmente en el segundo volumen de una tetralogía sobre Barcelona. Resultado: empieza a tener lectores que le llevan ejemplares leídos por familias enteras para que los firme. Matilde Asensi acumuló también colas de miedo.

Javier Marías fue acompañado toda la mañana por un fan que, para complacer al autor de Tu rostro mañana (Alfaguara), que no tenía dónde tirar la ceniza de los cigarrillos que fuma sin parar, le fue a comprar ceniceros a El Corte Inglés.

Euforia y aglomeraciones, y un hecho que se confirma año tras año. La Rambla, epicentro histórico de la Diada, ha ido siendo ocupada poco a poco por los puestos de libros de segunda mano, mientras que las casetas de las grandes librerías se sitúan, en su mayoría, por encima de la plaza de Catalunya. La Rambla del Raval, por su parte, se consolida como sede de actividades alternativas. Ayer se celebró allí un mercado de intercambio de libros.

El de Sant Jordi es un día en que todo el mundo se echa a la calle y en que se suceden las más diversas reivindicaciones, como las de un grupo de inmigrantes que recorría la Rambla al grito de "los inmigrantes también somos catalanes", informa Fermín Robles.

También se ven las situaciones más extrañas: ¿tres personas tan dispares como el escritor Suso de Toro, el historiador Paul Preston y el periodista Alfredo Urdaci en el mismo almuerzo convocado por una editorial? Lo dicho, una feliz anomalía.

Bernardo Atxaga leyó el <i>Quijote </i>en euskera.
Bernardo Atxaga leyó el Quijote en euskera.CARMEN SECANELLA
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