El presidente de Italia exige a Berlusconi que explique la crisis ante el Parlamento
El primer ministro no logra cerrar una propuesta de nuevo Gobierno al descolgarse la Liga Nor te
Silvio Berlusconi no logró cerrar ayer, como tenía previsto, la crisis de su Gobierno. Toda una jornada de negociaciones parecía haber desembocado en un acuerdo colectivo de dimisión, para que el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, encargara al mismo Berlusconi la formación de un nuevo Gabinete. Pero a última hora las cosas se torcieron, por la negativa de la Liga Norte, lo que creó una situación incierta que la oposición definió de "farsa indecente". Ciampi ordenó a Berlusconi que compareciera de inmediato ante el Parlamento para esclarecer si disponía o no de mayoría.
Unión de los Demócratas Cristianos (UDC), que con la dimisión del vicepresidente Marco Follini y de tres ministros abrió la crisis el viernes, se plegó a las condiciones de Il Cavaliere y le entregó a mediodía una carta en la que garantizaba su fidelidad en el año restante de legislatura y su reingreso en un gabinete Berlusconi bis. El gesto fue interpretado por Forza Italia y Alianza Nacional, los dos principales partidos de la coalición, como un punto final a la tormenta que amenazaba con provocar elecciones anticipadas. "Ya hay acuerdo", anunciaron tanto Gianfranco Fini, ministro de Exteriores y líder de AN, como el dirigente democristiano Rocco Buttiglione.
El desarrollo de los acontecimientos se presentaba despejado. Berlusconi, que se disponía a desplazarse al palacio del Quirinal para entrevistarse con el presidente Ciampi, no tenía más que dimitir y esperar uno o dos días a que Ciampi, una vez comprobado que Il Cavaliere seguía disponiendo de mayoría parlamentaria, le encargara la formación de un nuevo Gabinete. En el Quirinal esa era la fórmula que se daba por segura.
Pero entonces intervino la Liga Norte. Su líder, Umberto Bossi, proclamó que AN y UDC estaban tendiendo una trampa a Berlusconi para apartarle del poder y cerrar el camino a la reforma constitucional federalista. El ministro de Reformas, el liguista Roberto Calderoli, opinó que los democristianos no aportaban garantías en su carta: "Si nos aseguran por escrito que el federalismo no será frenado ni descafeinado, tendrán abiertas nuestras puertas".
En el último momento, Berlusconi se puso del lado de la Liga Norte. Fue al Quirinal y en lugar de dimitir, se limitó a entregar a Ciampi las dimisiones de los ministros democristianos. El presidente de la República "invitó al presidente del Gobierno a presentarse sin demora ante el Parlamento, sede propia de toda aclaración política". Y la crisis volvió a empezar.
Los posfascistas de AN reaccionaron con estupor. Los democristianos de UDC, con un sarcasmo: "Parece que alguien en Forza Italia quiere que caiga el Gobierno", comentó el secretario general, Marco Follini.
Berlusconi se dirigió primero a su despacho y acto seguido a los despachos del presidente de la Cámara de Diputados, Pierferdinando Casini (en quien recaería probablemente la presidencia de un gabinete provisional si la crisis fuera irresoluble), y del presidente del Senado, Marcello Pera, a quien comunicó que su primera comparecencia parlamentaria se efectuaría ante los senadores. Il Cavaliere se permitió bromear con los periodistas: "Esta vez os he sorprendido", rió, pero sin precisar qué solución pensaba proponer en el Senado: "Veremos qué dicen los parlamentarios".
La crisis se desató por el desastre electoral del centro-derecha en las regionales. Los democristianos consideraron que los italianos habían formulado una advertencia muy seria al Ejecutivo y hacían falta "un nuevo programa y un nuevo Gabinete" para encarar las generales de 2006 con alguna garantía de éxito. "No podemos seguir como si nada hubiera ocurrido, los italianos no nos lo perdonarían", declaró Follini. En opinión de UDC, compartida por AN, había que buscar la clave de la derrota en la impopularidad de la reforma federalista, propugnada por la Liga Norte y ampliamente rechazada en las regiones del centro y el sur del país.
La voluntad de Berlusconi de mantener la reforma de la Constitución y limitarse a modificar algunos aspectos de la política económica precipitó las dimisiones de los ministros democristianos. Desde el viernes, el Gobierno de Berlusconi permanece paralizado, en tránsito hacia no se sabe dónde. El cierre en falso de ayer puso nuevamente sobre la mesa la posibilidad de unas elecciones anticipadas.
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