_
_
_
_
Reportaje:

Un comercio muy salvaje

Muchos prefieren una boa o un marsupial como mascota. Y se lanzan a comprarlo sin más. El tráfico de especies exóticas de animales es un lucrativo negocio lleno de zonas oscuras. Contamos seis historias de animales que han sufrido la crueldad de este comercio.

"Vendo cualquier tipo de animal exótico, ponte en contacto conmigo y te envío información". "Quisiera saber si tenéis a la venta saimiris y chimpancés machos y hembras y que me paséis los precios". "Hola, soy una chica de Navarra que está interesada en la compra de un mono más bien grande, pero que sea dócil". "Sobre los monos, aquí con el Gobierno está la cosa muy mal, ya no se venden, así que no te he pedido nada por el tema de leyes, sobre todo con los saimiris, capuchinos o similares como el tití o tamarino, aunque yo aún consigo y vendo". Desde hace años, Internet se ha convertido en un aliado más del tráfico ilegal de especies, uno de los negocios más lucrativos que existen y que ha puesto contra las cuerdas de la extinción a tigres, rinocerontes o guacamayos. Y a chimpancés, titíes y saimiris como los que se ofertan y compran en este foro virtual. Algunos de estos monos están catalogados en peligro de extinción y pertenecen al apéndice I del Convenio sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), lista que incluye animales con los que, salvo en muy especiales excepciones, no se puede comerciar bajo ningún concepto. No se puede, pero se hace. El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil confisca anualmente más de mil animales y decenas de miles de piezas o partes derivadas de animales y vegetales. Una de las últimas actuaciones del año pasado del Seprona tuvo como protagonistas un tití, 53 aves exóticas, 15 pitones, dos caimanes, dos lagartos y una tortuga, todos incautados en un centro comercial de Cádiz. No sólo actúa la Guardia Civil; hace unos meses, agentes rurales de la Generalitat de Cataluña desmantelaron una red de contrabandistas que habían colocado de forma irregular en el mercado 4.000 loros grises, en una conexión que comenzaba en la República Democrática del Congo, pasaba por Barcelona y se ramificaba por toda Europa.

Las instalaciones de Barajas donde se almacenan mercancías incautadas, marfil principalmente, dejan ver uno de los lados más desagradables de este comercio. Ceniceros hechos con escroto de elefante, bolsos fabricados con la piel completa de un caimán y pulseras de pelo de elefante forman un auténtico museo de los horrores. Y el horror aumenta a poco que se indague. En febrero de 2003, un avión procedente de Madagascar aterrizó en Zúrich con 600 lagartos, serpientes y ranas muertos por congelación. Ezequiel Navío, de la organización Adena/WWF, que estuvo durante años infiltrado en redes de contrabando de animales para hacer un trabajo de investigación, declara: "En las transacciones ilegales mueren ocho de cada diez ejemplares". En los servicios de aduanas cuentan historias y no paran: "Hace tres años decomisamos una cría de gorila, y su portador decía que se la encontró sola y le dio pena dejarla en la selva; en realidad, le había pegado cuatro tiros a la madre para quedarse con el bebé", relatan en Barajas.La organización Traffic, que también coopera con la secretaría del CITES, demuestra en sus numerosos informes que el contrabando ilegal de especies vivas y de sus derivados (colmillos, pieles, medicinas…) supone un negocio tan lucrativo como el de drogas y armas, con los que a veces está conectado. Durante la pasada década, el Servicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos constató que más de un tercio de la heroína decomisada en este país estaba asociada con el tráfico de vida salvaje. Sin embargo, las condenas son la excepción; por eso, los representantes de esta organización consideran que "hasta que este lucrativo y poco arriesgado negocio no sea considerado como crimen organizado, a la altura del tráfico de drogas y armas, los delincuentes seguirán trabajando con plena libertad".

En el mercado negro se llega a pagar 15.000 euros por una transacción ilegal con un guacamayo jacinto, 100.000 por un gorila o 500.000 por un kilo de vesícula biliar de oso destinada a la medicina oriental.

Ésa es la parte negra, ilegal, del comercio de especies exóticas. Pero la otra cara, la del comercio legal y regulado de estos animales incluidos en el convenio CITES, también mueve muchos millones. Y a menudo también deja mucho que desear, pues no siempre los animales presentan todos sus papeles en regla.

España ha triplicado sus importaciones legales desde 1996 y es uno de los mayores destinatarios de especies vivas y derivados. Cada año entran en nuestro país decenas de miles de iguanas, aves psitácidas (loros, cotorras), canarios de Mozambique, kilos de coral y pieles de reptiles (varanos, cocodrilos y serpientes) que nutren una de las industrias manufactureras más reconocidas en todo el mundo. En trofeos procedentes de cacerías también aparecemos en los primeros puestos. Durante 2003 sucumbieron ante las escopetas de los españoles 145 elefantes africanos, 90 osos pardos, 65 leones y 64 leopardos. Para volver a demostrar el montante económico que vertebra este comercio legal, baste decir que una cacería de oso pardo cuesta unos 9.000 euros, y un safari de 20 días con caza de un elefante -todo bajo control- supera los 35.000.

El hecho es que la sociedad occidental en general no se conforma con perros, gatos, canarios o periquitos. Pide más. "Hay gente que te llega a pedir lo más mortal y sanguinario que puedas imaginar, desde arañas venenosas hasta cobras, y, por cierto, casi nadie exige los papeles CITES que confirman su procedencia legal", comenta el dueño de una pajarería de Donosti. También abundan los comerciantes que no se molestan en mostrar esos papeles.

Antes de imponer más limitaciones, hay que pensar que el dinero que reparte el comercio de especies, legal e ilegal, también llega a millones de personas de las zonas más desfavorecidas del planeta, aunque, según datos de Traffic, de una partida de 400 loros de Senegal, cada persona que los captura se lleva sólo 0,60 euros por ejemplar; el traficante africano, 3,50; el europeo, casi 50, y la venta final alcanza los 84 euros.

Para atender a estos animales recogidos o incautados se ha creado Exotarium, en Titulcia (Madrid), un centro pionero en reproducción, conservación y divulgación de especies en peligro, la mayoría por motivos de comercio ilegal o tenencia irresponsable. Luis Miguel Domínguez, incansable divulgador en prensa, radio y televisión de la necesidad de proteger y conservar el medio natural, está al frente de este proyecto. "Esto no va a ser un zoo", aclara Luis Miguel, "lo que queremos escenificar con la exposición de estos animales son las historias de maltrato, abandono, desprecio y humillación que han sufrido cada uno de ellos". EPS ha elegido a seis protagonistas que muestran la extraordinaria insensibilidad humana.

01 El asma separó al papagayo de su ama

Nombre: 'Bruno'. Especie: amazona de ala naranja ('Amazona amazonica').

"Lo de ala naranja es por las terminaciones de ese color que muestra en estos apéndices al extenderlos completamente en vuelo", aclara José Luis Méndez, veterinario de Exotarium. Conociendo las reducidas dimensiones de las jaulas en las que ha morado e incluso suponiéndole a su antigua dueña el detalle de dejarle volar por alguna habitación, es posible que Bruno no haya tenido oportunidad aún de mostrar en toda su plenitud la razón de su nombre.

Tras seis años de convivencia, la dueña de Bruno no se deshizo de él por decisión propia. Fue su médico el que le recomendó que debía sacar al loro de casa porque era perjudicial para sus problemas de asma. Bruno, por supuesto, no sabía quién era el responsable de esta decisión, pero la actitud ante la primera visita que su anterior propietaria le hizo consistió en darle la espalda. Parecía no olvidar la afrenta de la separación. Lola Molina, del equipo de cuidadores de Exotarium, suaviza este aparente rechazo al afirmar que "las psitácidas (loros, amazonas, cacatúas o guacamayos) acusan mucho los cambios, incluso de una habitación a otra, por lo que no es raro que Bruno reaccionara de esa manera".

02 A la iguana le destrozaron el esqueleto

Nombre: 'Bicho'. Especie: iguana común ('Iguana iguana').

Bicho tiene la espina dorsal completamente atrofiada. Además, comparado con otro ejemplar dos años más joven, parece sufrir un enanismo congénito, fruto de una malformación de sus huesos. Esta iguana nació en cautividad en algún país de Centroamérica, dentro de un programa de cría llamado ranching, de donde salen para la venta nada más eclosionar los huevos. Nació sana y llegó sana a su destino, a pesar de padecer el hacinamiento en unas cajas que viajaron miles de kilómetros, y fue el irresponsable cuidado de sus dueños durante sus primeros años de vida lo que provocó las lesiones irreversibles que ahora presenta.

Las iguanas se han convertido en las reinas de las mascotas exóticas. En 2003 entraron legalmente en España 65.000 ejemplares. El problema es que pocos son los futuros propietarios que se interesan a fondo sobre cómo cuidar a una especie exótica que requiere de un alto grado de humedad, una temperatura constante de entre 26 y 28 grados, la exposición a la radiación ultravioleta y una alimentación variada. Nadie reparó en darle estos cuidados a Bicho. "La radiación ultravioleta moviliza el calcio hasta los huesos y hay que darles de comer algo más que lechuga porque su valor nutritivo es muy escaso", explica José Luis Méndez, mientras acaricia a Bicho y le ayuda a desprenderse de las escamas que renueva con las mudas, síntoma de que, por fin, se encuentra en buenas manos.

03 Los perritos no querían salir del armario

Nombres: 'Tom' y 'Jerry'. Especie: perritos de las praderas ('Cynomis ludovicianus').

Cerca de un año estuvieron Tom y Jerry escondidos detrás de un armario empotrado. Sus dueños, atraídos por la fama de juguetones y sociables, no encontraron mejor regalo para su hijo que una pareja de perritos de las praderas, a pesar de que no es aconsejable la convivencia entre estos roedores y los niños. Después de haber pasado años de mano en mano humana siguen sin demostrar apego alguno por nuestra especie, cuesta horrores que den la cara e incluso hay que estar prevenidos ante una posible dentellada. La familia de Toledo que los compró no pudo comprobar jamás lo afilado y largo de sus dientes porque la única vez que los vieron fue cuando corrieron a esconderse tras el armario nada más llegar a casa desde la tienda de mascotas. Todas las noches les dejaban comida al pie del mueble, pero sólo salían a devorarla cuando no había personas a la vista. De paso, destrozaron una alfombra para hacer su nido y acomodarse mejor en el pequeño habitáculo que los acogía. Desde la casa se lanzó un ultimátum: o los perritos o la familia. No quedó otra que desmontar el armario por completo, capturarlos con suma dificultad y llevar la pareja a Exotarium. La necesaria procedencia de ejemplares criados en cautividad, la obligada dedicación a su cuidado diario (hasta cuatro horas recomiendan algunos expertos en mascotas) y la compatibilidad con el tipo de personas y otros animales que habiten la casa suelen pesar menos que el embeleso por su apariencia de peluche. De ahí al fracaso en su tenencia hay un paso, el que lleva al fondo del armario.

04 De Australia a la Albufera de Valencia

Nombre: 'Pikachu'. Especie: marsupial cola de cepillo ('Trichosurus vulpecula').

A Pikachu sí le abandonaron de forma descarada. Este marsupial originario de Australia (también se le llama chinchilla de Adelaida o zarigüeya australiana) dio con su peludo cuerpo en la Albufera de Valencia, como tantos animales exóticos que son soltados de forma arbitraria en espacios naturales y luego se convierten en una amenaza para el ecosistema. "Si Pikachu hubiera tenido la oportunidad de reproducirse, habría ocasionado un auténtico destrozo en la Albufera, porque son unos devoradores de brotes de plantas", confirma el veterinario de Exotarium. El comportamiento extremadamente retraído que muestra ante la presencia de los periodistas y la del menú de vegetales que se le ofrece no hace pensar en su voraz apetito. Pero en Exotarium advierten de que no hay que dejarse engañar por la primera impresión, porque es uno de los animales más feroces que tienen, y no en vano aparece en la lista de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo. El ejemplo de Pikachu trasluce también la obsesión de ciertas personas por conseguir el animal más raro y exótico que puedan, ya que el comercio de este marsupial es poco habitual. A pesar de todo, hay gente que no duda en poner sobre la mesa 1.200 euros para adquirir un congénere de Pikachu.

05 Hay que elegir: el bebé humano o la boa

Nombre: 'Kaa'. Especie: boa constrictor ('Boa constrictor').

Kaa (nombre de la serpiente de El libro de la selva) se encuentra en Exotarium por culpa del embarazo de su dueña, que no quería compartir el cuidado de su futuro bebé con el de su mascota. Nuevo ejemplo de que la compra de pitones, boas y otras serpientes raramente supera el capricho, y ni se tiene en cuenta el acondicionamiento que precisan ni su compatibilidad con los habitantes habidos y por haber en las casas. El caso de Kaa no es aislado. Lola Molina, encargada del equipo de cuidadores de Exotarium, enumera hasta tres visitas en una sola semana de mujeres embarazadas que buscaban desembarazarse de otras tantas serpientes.

Cuando Kaa salió de la tienda de mascotas tenía una longitud y un diámetro manejables. Pero, claro, cuando su dueña supo que podía llegar a los 3 metros y 15 kilos, se asustó ante la posibilidad de compartir hogar con semejante criatura. ¿Nadie la advirtió? ¿No se informó acerca del animal que iba a traer a casa? Lola se lamenta: "Casi nadie asume que adquiere un ser vivo para cuidarlo toda la vida; lo toman como algo pasajero". A pesar de todo, cada año entran legalmente en España cerca de 6.000 ejemplares de boas y pitones. Algunas de ellas son entregadas en centros como éste y otras aparecen en ríos, acequias y cañerías, cuando no enroscadas en el tubo de escape de un vehículo.

06 Le quemaron con la calefacción

Nombre: 'Freddy'. Especie: varano de sabana ('Varanus exanthemanticus').

No se llama Freddy porque dé miedo. Todo lo contrario. Si uno se fija en los detalles que aprecian sus actuales cuidadores (ojos preciosos, andar altivo), llega a sentir admiración; también compasión. Su nombre obedece a las múltiples quemaduras en su cuerpo, causadas todas por un mal sistema de calefacción utilizado en su anterior casa. Su dueño no lo abandonó de cualquier manera, pero su comportamiento no anduvo lejos de la hipocresía y el desprecio hacia la mascota al llevarla a la tienda donde la había adquirido, dejarla allí y comprar otro varano de la misma especie porque Freddy ya no le servía.

"Una auténtica pena", apostilla Lola, "porque el animal tiene el resto de su organismo en perfecto estado, anda y come sin problemas, pero, claro, el propietario no podía exhibirlo y alardear de él con las quemaduras que le había producido". Se supone que con el nuevo varano aprendió la lección de que, aunque los reptiles necesiten calor constante, debe administrarse de forma regulada. "Estos animales de sangre fría son un poco despistados, sobre todo en cautividad, y mientras reciben calor se olvidan de todo, incluso se hacen insensibles al dolor", cuenta el veterinario.

El comercio de especies exóticas no sólo es lucrativo por la venta de animales (600 varanos cruzaron las fronteras españolas en 2003), sino por la gran cantidad de accesorios que lleva aparejado, desde peceras, terrarios y piensos hasta sistemas especiales de iluminación y calefacción. Vuelven a ser pocos los compradores que, como el de Freddy, se informan a conciencia sobre la mejor utilización de estos complementos.

Más datos: www.wwf.es/especies_trafico.php (página de Adena/WWF). ww.traffic.org (ONG especializada en supervisar tráfico de especies). www.cites.org/esp/index.shtml. Exotarium: 91 801 04 20.

Bruno' es un papagayo que salió de su casa cuando su dueña enfermó de asma.
Bruno' es un papagayo que salió de su casa cuando su dueña enfermó de asma.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_