Fidelidad absoluta
Es el encargado de solucionar la próxima negociación económica de Argentina, una vez finalizada la suspensión de pagos, y planea usar la misma receta, una propuesta del tipo "tomálo" o "dejálo". Julio Miguel de Vido, uno de los colaboradores más antiguos del presidente Néstor Kirchner, dirige la discusión de los 64 contratos interrumpidos de servicios públicos, entre ellos los de las empresas españolas. Con ellas ha alternado periodos de amor y odio en casi dos años como ministro de Planificación Federal, Inversión y Servicios Públicos, una superoficina que creó Kirchner para las áreas que le son de sumo interés: empresas privatizadas, obra pública, vivienda, telecomunicaciones, energía, minería y recursos hídricos.
"El cajero de Kirchner", lo ha catalogado la líder de la oposición de centroizquierda, Elisa Carrió, que siempre ha denunciado la corrupción, aunque no siempre con pruebas. Carrió acusó al peronista De Vido de la recaudación ilegal de fondos para la campaña presidencial de su jefe, en 2003. El ministro inició una demanda penal por calumnias. La ex diputada volvió a atacarlo: "La matriz de los negocios del poder está en la obra pública y los recursos naturales". En febrero pasado se hizo público un caso de narcotráfico en una compañía aérea subvencionada por el Ministerio de Planificación. El partido de Carrió, Alternativa para una República de Iguales, pidió el juicio político contra De Vido.
Vehemente en sus discursos e ideas en favor de la industria nacional, el desarrollo de las regiones y el interés de los usuarios, es cordial en el trato personal y así lo han comprobado las empresas españolas pese a las disputas por las tarifas congeladas desde 2002.
De 55 años, está casado en segundas nupcias con Alessandra Minnicelli, que recibió un cuestionado nombramiento de Kirchner como síndica general adjunta de la Nación, para controlar la gestión pública. Tiene cinco hijos y cuatro nietos. Nació en Buenos Aires, donde estudió arquitectura y trabajó en la telefónica estatal Entel. Allí inició su militancia sindical y peronista. Contratado por una constructora, en 1982 se mudó a la provincia patagónica de Santa Cruz. Allí conoció a Kirchner, gobernador santacruceño de 1991 a 2003. De Vido lo acompañó como ministro de Economía en los primeros ocho años y de Gobierno en los otros cuatro. Cuando su amigo se mudó a la Casa Rosada, De Vido dejó su jardín, su caña de pescar, sus acuarios y sus discos de música clásica para seguirlo. Su fidelidad es absoluta.
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