Pánico social
Hace poco más de un mes entré en el servicio de urgencias de un hospital con mi madre, enferma terminal, que presentaba un estado grande de sufrimiento y agitación. El equipo médico que la atendió determinó cuál era el tratamiento adecuado, la sedación paliativa, me informó de lo que iban a hacer y yo quedé confortada dentro del inmenso dolor. Mi madre entró en seguida en un estado tranquilo y murió a las pocas horas.
Tengo amigos que, en la misma circunstancia, solicitaron a los médicos que aliviaran el sufrimiento de sus familiares y que recibieron la respuesta de que no se podía administrar fármacos que sedaran al enfermo porque acortaban la vida. Estos amigos no pueden olvidar el sufrimiento con el que vieron morir a sus allegados.
Quisiera manifestar mi agradecimiento a los médicos de ese hospital, cuyo nombre no me atrevo a pronunciar, porque tengo pánico, pánico social a que el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, señor Lamela, en lugar de mejorar la gestión para evitar unas urgencias atestadas de enfermos y que existan listas de espera que llevan a los ciudadanos a una muerte cierta antes de poder ser atendidos, destituya al jefe de urgencias de dicho hospital y envíe una querella a la fiscalía.
Que las asociaciones de pacientes Adepa y Avinesa decidan defenderme y presenten también una querella.
Que la fiscalía, en lugar de investigar tantos y tantos delitos que quedan sin juzgar por escasez de recursos, decida hacer caso a denuncias anónimas.
Que la oposición de la Comunidad de Madrid, que se dice de izquierdas, ante la notificación de la presentación de una querella por eutanasia masiva, basada en una denuncia anónima, se limite a decir tonterías como "(...) me pareció correcto (...)", no se sabe si el señor Lamela, la presentación de denuncias anónimas o ambos.
Que, entre todos, acaben con el protocolo de sedación paliativa, al menos en los hospitales públicos, que ya se sabe que con dinero se consiguen todos los tratamientos. Que no nos dejen morirnos en paz. Pero sí me atrevo a dar públicamente las gracias al doctor Luis Montes y al personal del hospital Severo Ochoa que se han solidarizado con él y a pedir que se le restituya en su cargo y que se destituya a todos los incompetentes que han dado lugar a todo este desatino.
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