La 'perestroika' cumple 20 años
Los actores principales de los cambios que transformaron la Unión Soviética analizan el pasado para intentar explicar el presente
Los dirigentes rusos de hoy intentan "reanimar elementos del estalinismo" y "callan o falsifican" las reformas de Mijaíl Gorbachov y sus consecuencias. Así lo denunció en Turín Alexandr Yákovlev, compañero de fatigas del líder de la URSS al frente de la política de democratización y apertura que se llamó perestroika.
De la llegada de Gorbachov al poder en la Unión Soviética, el 11 de marzo de 1985, se cumplen ahora 20 años. Para conmemorarlo, el Foro Político Mundial (FPM) reunió a los protagonistas de aquella época en un simposio internacional concluido ayer en Turín. Gorbachov, que es presidente del FPM, se balanceó en la cuerda floja al hablar de la Rusia de hoy.
El ex líder soviético se abstuvo de criticar o polemizar con los dirigentes del Kremlin, pero la preocupación por el futuro de Rusia se filtró en el aniversario. Yákovlev, que fue miembro del Politburó (el máximo organismo de poder en la URSS), adoptó un tono de advertencia reminiscente del que adoptó en 1991, cuando denunció el peligro de golpe de Estado en su país.
"El pasado continúa aterrorizando nuestra vida hoy", manifestó Yákovlev, quien calificó a los dirigentes rusos actuales como una nueva nomenklatura (la palabra que se utilizaba en la URSS para designar a la casta dirigente) y los acusó de "realizar un nuevo experimento en el cuerpo de la sociedad" para despertar la "psicología de esclavos" que "comenzó a desaparecer en los tiempos de la perestroika". En Rusia, dijo, "se pisotea hoy la idea de libertad de forma grosera y cínica", se recrea un sistema monopartidista y se forma una nueva casta especial de dirigentes, al tiempo que se destruye el sistema de coordenadas creado durante la perestroika.
El ex canciller alemán Helmut Kohl, el ex primer ministro italiano Giulio Andreotti y los ex presidentes de Polonia, Wojciek Jaruzelski y Lech Walesa, compartieron recuerdos con otros actores del fin de la guerra fría. Desde los altos dirigentes occidentales de la época a los ex presos políticos, todos coincidieron en su homenaje al líder de la perestroika. Divergieron, no obstante, a la hora de valorar si el mundo es más seguro hoy que hace 20 años.
"Fue una época maravillosa", manifestó Kohl. "Todos somos ex combatientes y tal vez hay algo de nuestra experiencia que pueda servir para el futuro", replicó Andreotti. "El mundo está en una etapa de confusión. EE UU necesita una perestroika", señaló Gorbachov. Insistiendo en la necesidad de diálogo, el ex líder soviético manifestó que los países extranjeros deben dejar de temer que Rusia se transforme en un imperio, y Rusia, a su vez, debe librarse del complejo de fortaleza acosada.
Oportunidad desperdiciada
Gorbachov hizo hincapié en las oportunidades de reforma desperdiciadas por el mundo tras el fin de la URSS. El ex ministro de Exteriores italiano, Gianni de Miquelis, le dio en parte la razón, pero señaló que los atentados del 11 de septiembre de 2001 recordaron al mundo los problemas descuidados en la década de los noventa, entre ellos el fundamentalismo islámico. "Con el ataque de EE UU a Irak", señaló, "se rompe el inmovilismo de los noventa y el mundo vuelve a moverse, desde Gaza a Bagdad y desde Afganistán a Líbano".
De Miquelis y otros se mostraron optimistas sobre la apertura de posibilidades para resolver los problemas del Oriente Próximo en una nueva oleada de la perestroika, ahora con otros protagonistas.
En opinión de Gorbachov, la perestroika como proceso de cambio de carácter socialdemócrata, fue abortada por la acción (no coordinada, pero paralela) de los conservadores comunistas, que perpetraron un golpe de Estado de 1991, y los liberales en torno a Borís Yeltsin, que protagonizarían después un "capitalismo salvaje".
"En Chechenia hay guerra"
Elena Bonner, la viuda del científico y premio Nobel de la Paz Andréi Sájarov, recordó algunos duros rasgos de la realidad rusa de hoy, como la guerra de Chechenia, en la reunión de Turín, que estuvo dominada por discursos políticos e históricos más abstractos.
Bonner le entregó ayer a Gorbachov un proyecto de resolución del conflicto caucásico editado por el "Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Chechena de Ichkeria", es decir, los independentistas leales al líder Aslán Masjádov.
"En Chechenia hay una guerra", exclamó Bonner. Sus palabras no tuvieron eco en la sala, y ninguno de los asistentes al acto se sumó tampoco, como ella había pedido, a una manifestación de varias decenas de jóvenes del Partido Radical que invitaban al ex líder de la URSS a apoyar el plan de paz de los chechenos.
La situación en la Rusia de hoy bajo el mando del "coronel Putin" es, según Bonner, peor que una vuelta al pasado, ya que, según ella, supone el desarrollo de tendencias fascistas que se expresan en una exaltación del militarismo, en el patriotismo falso y el genocidio de la guerra.
La viuda de Sájarov dio las gracias a Gorbachov por haber liberado a su esposo del exilio en Gorki en 1986, y por haber hecho que millones de soviéticos vencieran la inercia del miedo.
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