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Análisis:CARTA DEL CORRESPONSAL | La Habana
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Ateísmo, puros y dialéctica cubana

Cuando uno lleva tiempo viviendo en Cuba adquiere la costumbre de no sorprenderse por nada. Es bueno para la salud, y llega a convertirse en una ley sagrada cuando finalmente aceptas que la mezcla de Caribe y socialismo no es natural. Aún resuena el caso de un ministro que hizo obras de brujería y sacrificó pollos y cabritos a ciertas divinidades africanas para que favorecieran su entrada al Buró Político del Partido Comunista, la cuna del ateísmo. Y en los años sesenta, un funcionario del Gobierno cubano compró en Moscú una partida de máquinas quitanieves.

En la película Los sobrevivientes, del desaparecido cineasta Tomás Gutiérrez Alea, una familia habanera se zampa con cuchara los restos de una tía exiliada; sus cenizas, camufladas en un sobre de sopa instantánea, habían sido enviadas por la parentela de Miami para cumplir el último deseo de la señora: reposar en Cuba. Lo mejor de la escena es que no era una broma de Alea: el accidente ocurrió en realidad.

En la tierra del mejor tabaco del mundo, se libra un combate contra los fumadores

La capacidad de despropósito en Cuba es considerable y después de 45 años no sólo se mantiene, va a más. En estos momentos, en la tierra del mejor tabaco del mundo se libra un combate singular contra el hábito de fumar que ha supuesto pérdidas considerables para las autoridades, además del consabido mosqueo general.

El mes pasado, el Gobierno dictó una dura legislación que prohíbe fumar en todos los locales cerrados. En principio, nada anormal. En muchos países desarrollados se han puesto ya en práctica regulaciones similares, pero en el caso de Cuba la cosa tiene otro cariz, sin contar que la isla es el primer exportador mundial de puros torcidos a mano.

Uno de los primeros establecimientos de La Habana que puso en práctica la ley fue el bar-restaurante Floridita. Y con resultados desastrosos. Avecindado con un daiquiri en su barra majestuosa, un servidor comprobó la semana pasada cómo al recibir la noticia de la prohibición numerosos turistas huían en estampida tras apurar el trago de la casa, que, por cierto, cuesta seis dólares. No hay previstas mesas ni áreas de fumadores, y claro, pasa lo que pasa: un 30% menos de caja, que no es poco si se considera que en este legendario local las recaudaciones pueden llegar a 6.000 dólares diarios.

Igual ha sucedido en otros bares, cabarés y hoteles, con el agravante de que en Cuba todos estos establecimientos son del Estado. Y no es que la economía cubana esté para tanto trote. Es de un estricto la ley que, en principio, hasta los miles de torcedores y obreros que laboran en las fábricas de tabaco cubano no pueden fumar en su trabajo. Un auténtico drama.

Para más contradicción, el comienzo de las restricciones ha coincidido con la celebración esta semana del VII Festival Internacional del Habano, organizado por Habanos, SA, una empresa mixta de Cuba con Altadis. Los promotores han debido pedir al Ministerio del Interior (Minint) una dispensa para que los más de mil participantes puedan fumar en los lugares donde se reúnen, cenan y hospedan. El Minint autorizó, y al mismo carro se apuntaron volando Floridita y otros bares, que estos días respiran tranquilos gracias a la bula oficial (transitoria) para fumar en sus instalaciones.

¿Qué pasará después? Lo decíamos antes: en Cuba uno ha de estar listo siempre para cualquier cosa, lo mismo un homenaje que un acto de repudio, según toque. Lo del tabaco es llamativo, sí, pero quizás sea lo menos relevante. En las últimas semanas han entrado en vigor otras normas todavía más sorprendentes. Entre ellas, las que limitan los contactos y relaciones de los empleados del sector turístico con "el personal extranjero". De cumplirse, los empleados no sólo deberán "abstenerse de propagar o emitir criterios que vayan en contra del prestigio del país", tampoco podrían aceptar dinero (es decir, propinas) ni irse a tomar una copa a Floridita con un amigo de afuera, aunque no fumen.

La retranca es seria y va más allá de los puros y el turismo. Con el objetivo de reforzar el control del Estado y reducir los faltantes y la corrupción, desde principios de año todas las empresas cubanas, se dediquen al acero o a la espeleología, deben ingresar sus dólares en una Cuenta Única de Divisas en el Banco Central de Cuba. Cualquier operación de compra o venta mayor de 5.000 dólares debe ser autorizada por dicho banco. Está bien claro que las reformas de los noventa han sido canceladas por su poder contaminador. Lo dijo bien claro Fidel Castro en un reciente discurso: ¿Qué es eso de empresarios estatales jugando al capitalismo y robándose el mercado y las divisas unos a otros? Nada, que vivimos tiempos de antivirus revolucionarios.

Pasan dos cosas: hay medidas inaplicables y además los cubanos tienen sobrada experiencia en eso de adaptarse. Recuerdo que hace años, durante una ofensiva más contra el jineterismo y el vicio, la autoridad cerró las principales discotecas y salas de fiestas de La Habana. La primera noche de apagón, el portero de uno de estos locales me recomendó: "Mire, Gallego: venga la semana que viene, que esto es dialéctico".

Fábrica de habanos Partagás en La Habana.
Fábrica de habanos Partagás en La Habana.EFE

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