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Reportaje:DESAPARECE EL AUTOR DE 'TRES TRISTES TIGRES'

El triste adiós al genio de Cabrera Infante

Las cenizas del escritor cubano se guardarán en Londres hasta que Cuba "sea un país libre"

José Andrés Rojo

La risa y los cuentos de Guillermo Cabrera Infante se acabaron el lunes por la noche en Londres. En el Charing Cross Hospital, a eso de las diez y media, se apagó la vida del escritor cubano. En agosto había sido operado del corazón -le hicieron un bypass- y luego tuvo problemas con los riñones. Hace más de una semana se cayó en la bañera de su casa y se rompió la cadera. Su frágil salud no lo aguantó. Contrajo una infección en el centro en el que lo ingresaron en primer término, el Chelsea and Westminster Hospital, y ya luego no se pudo hacer nada.

Así que, para muchos, el mundo amaneció ayer mucho más triste y desangelado. Y es que todas esas ganas de reírse y todos esos cuentos que contaba Cabrera Infante terminaban en quien lo leía -o tenía el privilegio de conocerlo- por contagiarle una saludable alegría de vivir, de pasarlo bien, de encontrarle una perspectiva placentera al desastre cotidiano de vivir. En Exorcismos de es(t)ilo (1976), uno de sus libros más originales y divertidos, escribió un breve poema: "¡Ay, José, así no se puede! / ¡Ay, José, así no sé! / ¡Ay, José, así no! / ¡Ay, José, así! / ¡Ay, José! / ¡Ay!".

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¡Ay, Guillermo! Y es que fue eso lo que precisamente GCI hizo todo el rato: convertir una llamada de atención en un motivo de deleite. Hizo de la literatura una fiesta del lenguaje. No le importó sacrificar la trama, mezclar géneros, irse de vez en cuando de madre. Escribía como quien tocaba en una de esas legendarias "descargas" de Cachao, con Chocolate Armenteros, con Peruchín y Chombo Silva..., en esas madrugadas interminables en las que los músicos se reunían para una última copa y montaban unas sesiones que forman ya parte de la historia.

Vanguardia y libertad

"Con Guillermo Cabrera Infante desaparece un gran escritor, un prosista que en sus cuentos, novelas, críticas de cine y comentarios de actualidad contribuyó de manera decisiva a hacer del español una lengua moderna y de vanguardia", comentó ayer Mario Vargas Llosa. "Desaparece, también, un combatiente de la libertad que, por cuarenta años, luchó sin desmayo contra la dictadura que esclaviza a Cuba", añadió el escritor hispano-peruano. "Por ambas cosas será siempre leído y recordado por las futuras generaciones".

Nacido en una familia revolucionaria -sus padres fundaron el Partido Comunista en Gibara-, GCI vino al mundo el 22 de abril de 1929 en esa provincia de Oriente. En La Habana para un infante difunto (1979), uno de sus libros autobiográficos, cuenta su llegada y su fascinación por la capital cubana: "Con mi acceso a la casa marcada Zulueta 408 había dado un paso trascendental en mi vida: había dejado la niñez para entrar en la adolescencia". Fue el 25 de julio de 1941.

La Habana fue su ciudad, su mundo, la materia que inspiró alguna de sus piezas maestras -Tres tristes tigres (1967)-, allí donde aprendió a nombrar el mundo, y donde empezó a sufrirlo. Empezó estudiando medicina, pero la abandonó por el periodismo. En 1952 escribió su primer cuento, y en 1954, firmando con el seudónimo de G. Caín, empezó a publicar una columna sobre cine en la revista Carteles.

Se casó, tuvo dos hijas (Ana, en 1954, y Carola, en 1958), y luego se enamoró de Míriam Gómez, que lo acompañó hasta el último instante y con la que se casó después de divorciarse de su primera mujer en 1961.

"Mi biografía ha sido escrita, de una manera o de otra, por Fidel Castro", escribió GCI en uno de los textos reunidos en Mea Cuba (1992). Al principio estuvo inmerso en los desafíos de la revolución -director del Consejo Nacional de Cultura, ejecutivo del Instituto del Cine y subdirector del diario Revolución-, pero las cosas se torcieron cuando el régimen prohibió PM, una película de su hermano, Sabá, en 1961. Era un corto de unos 25 minutos, sin trama ni mensaje, que contaba de unos cuantos habaneros divirtiéndose una noche de 1960.

Aquello resultó ser contrarrevolucionario, prohibieron la exhibición del documental, cerraron Lunes de Revolución, el semanario que había fundado GCI y que había recogido la polémica. En 1962, el joven escritor salió hacia Bruselas como agregado cultural. Cuando regresó a La Habana en 1965 para el funeral de su madre, encontró una "ciudad fantasma". Lo detuvo el Servicio de Contra-Inteligencia y, cuando pudo salir, salió para siempre. No pudo instalarse en España -lo impidió el franquismo- y se fue a vivir a Londres.

El dolor del exilio

El exilio fue un tremendo dolor y siguió habitando en su vieja Cuba. "Era capaz de expresar toda la gama de sensaciones, cualquier olor, sonido, lo que ven nuestros ojos", dijo ayer desde Londres Manolo Blahnik, el diseñador que causa furor con sus deslumbrantes zapatos. "Recordaba constantemente Cuba, y lamentaba la desaparición del país que había conocido y amado. Nadie ha sabido plasmar como él el espíritu de la isla".

Fue tan lejos que incluso en el libro que escribió en inglés -Puro humo (1985; traducción en 2000)-, su lenguaje parecía bailar con los ritmos de la música de su país -"leerle es como bailar un son cubano", comentó ayer el escritor Carlos Franqui-. Poco antes de morir, informa Efe, estaba escribiendo La infanta inconstante, "una aventura romántica muy personal". Antes fueron apareciendo libros de carácter muy distinto: los relatos de Así en la paz como en la guerra (1960), Tres tristes tigres (premio Biblioteca Breve en 1964), sus críticas de cine de Un oficio del siglo XX (1963), la narración Vista de amanecer en el trópico (1973), sus ensayos y artículos que tituló O (1975)... Hizo múltiples guiones de cine, miles de artículos, todo tocado con su inagotable capacidad para jugar con la literatura.

En 1997 recibió el Premio Cervantes. Gustavo Martín Garzo destacó ayer la "carnalidad del lenguaje" de GCI y las "posibilidades infinitas" que descubrió en la palabra. Ése es su gran legado, ahí donde seguirá viviendo siempre, lúcido y burlón.

Guillermo Cabrera Infante, junto a su esposa, Miriam Gómez.
Guillermo Cabrera Infante, junto a su esposa, Miriam Gómez.DANIEL MORDZINSKI

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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