"Ya está ahí el asesino del tiempo"
Guillermo Cabrera Infante había pasado por varias enfermedades sucesivas y al final acabó con él la septicemia que contrajo en las instalaciones hospitalarias, que fueron su último sitio en Londres. Una semana antes de su fallecimiento, cuando el escritor intuyó que ya se iba a morir, le dijo a su esposa, Miriam Gómez: "Ya está ahí el asesino del tiempo". Después guardó silencio, y ya no volvió a decir nada hasta que falleció en el hospital. Miriam Gómez no sabía el lunes si esas últimas palabras de su esposo corresponden a una cita suya o provienen de una frase ajena. Pero por esa última frase, y por el silencio que la siguió, ella supo que su esposo, con quien vivía en el exilio desde hacía 40 años, iba a morir. Ya en el hospital, Cabrera Infante sólo expresaba "home, home!, ¡a casa, a casa!", su deseo de abandonar el centro hospitalario; se despojaba del aparato de oxígeno que tenía instalado y hacía esfuerzos por regresar a su casa de Gloucester Road, donde vivió todo su larguísimo exilio londinense. Después de la muerte de su esposo, Miriam Gómez recibió un alud de llamadas de amigos y periodistas de todo el mundo, incluso de Cuba. Una emisora cubana le preguntó cómo se sentía, y ella respondió con una frase de José Martí, el héroe de la liberación cubana, que también citaba mucho su esposo: "Sin patria, pero sin amo".
La familia de Guillermo Cabrera Infante decidió que las cenizas del escritor, que será incinerado en la intimidad, se guarden en una caja de seguridad, en Londres, "para ser enviadas a Cuba cuando este país sea libre".
Babelia
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